miércoles, 2 de marzo de 2011

Otra vez Chacón. Por M. Martín Ferrand

La sustracción del armamento de un cuartel no puede quedar en el arresto de un pobre sargento de guardia.

LA trascendencia de los graves acontecimientos mundiales en curso, que marcan nuevos vectores de tensión y niegan los planteamientos buenistas de la «alianza de civilizaciones» —el cenit del pensamiento político de José Luis Rodríguez Zapatero—, no debieran distraernos del análisis de los sucesos domésticos. Entre ellos es de especial gravedad, aunque la máquina gubernamental quiera aliviarlo con una faena de aliño, el asalto a la base «General Menacho» de Bótoa, en Badajoz. El hecho de que unos desconocidos entren en unas instalaciones militares, permanezcan en ellas durante un par de horas, suenen durante su estancia las alarmas de seguridad y se lleven, sin más, un cargamento de pistolas y fusiles de asalto de última generación no es un asunto baladí que se pueda desvanecer con su mera publicación en los diarios. Sobre el supuesto de su profesionalidad, ¿se trata de delincuentes comunes o «políticos»?

El suceso, en plena tensión bélica y revolucionaria en el norte de África, evoca las «Historias de la puta mili» que el desaparecido Ivá dibujó para El Jueves. O los asaltantes integran un comando de alta preparación, hipótesis terrorífica, o resulta de muy difícil explicación que unos quídam puedan operar a sus anchas en un cuartel y profanar nada menos que el depósito de armas. Parece que, por no haber, ni tan siquiera existen grabaciones con la imagen de quienes ahora tienen en su poder, para nuestra inquietud, una veintena de fusiles HK G-36, capaces de efectuar 700 disparos por minuto.

La ministra del ramo, la muy dispuesta Carme Chacón, diz que aspirante a lideresa del PSOE, suele vendernos con gran maestría, como si tuvieran fundamento, sus naderías políticas. No deja de ser chocante que quien entiende España como «Nación de naciones» —así lo firmó en El País al alimón con Felipe González— sea la encargada de la Defensa de la Nación; pero, ya se sabe, al hablar de los asuntos españoles parece inevitable la asunción de una cuota de incoherencia y otra de disparate. Esa es, por otra parte, una responsabilidad exclusiva y específica de quien la designó para el cargo que es quien, a su vuelta de su pintoresco viaje a Túnez en un raro ejercicio de espiritismo político, debiera poner firme a su delegada para los asuntos castrenses y exigir las responsabilidades que son del caso. En unas Fuerzas Armadas en las que los artificieros hacen prácticas con carga real en los explosivos, la sustracción del armamento de un cuartel no puede quedar en el arresto de un pobre sargento de guardia. Chacón tendrá que cumplir su responsabilidad presente para poder aspirar a su gloria de futuro.


ABC - Opinión

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