jueves, 24 de febrero de 2011

Sucesores de Zapatero. Por M. Martín Ferrand

Ignoro si en la disputa sucesoria socialista saldrá victorioso Rubalcaba o será Chacón la favorita de las bases.

PARECE que al PSOE, a quienes lo manejan, le han entrado prisas por discernir cuál será su propuesta para jefe de la oposición después de que se celebren las legislativas de 2012. Hace solo unas semanas, antes de que les crecieran los faisanes y se pusieran a incubar sospechas, parecía claro que en el supervicepresidente, Alfredo Pérez Rubalcaba, coincidían la voluntad testamentaria de José Luis Rodríguez Zapatero y los diseños estratégicos del aparato de la calle Ferraz; pero, tempus fugit, todo resulta efímero en la política española, siempre más atenta a sus protagonistas que a los argumentos que les correspondería representar. Rubalcaba, que fue un buen velocista en su juventud, es, en la madurez, un corredor de fondo y sabe que la perseverancia tiende a ser ganadora sobre la genialidad instantánea.

El último grito en la moda sucesoria socialista corresponde a Carme Chacón que cumple cuarenta años el mes que viene y cuenta con un singular apoyo mediático. Fue titular de Vivienda y pasó por el Ministerio sin romperlo ni mancharlo, con el mismo inútil protagonismo que su predecesora, María Antonia Trujillo, y con más brillo que su sucesora, Beatriz Corredor, que tuvo que cerrar el chiringuito para acogerse a la hospitalidad presupuestaria de Fomento. Como ministra de Defensa, su escaparate actual, luce más cuando las tropas le rinden honores que, cuanto mayor es el pacifismo socialmente instalado, más vibraciones general el tararí de un cornetín de órdenes. Chacón está casada con Miguel Barroso, un estilista de la estrategia comunicacional que fortalece la figura de su mujer. Tanto como engrandeció a Zapatero en los inicios del zapaterismo, cuando era secretario de Estado de Comunicación.

Con uno de esos desayunos con los que Madrid nos libera de las pesadísimas cenas de antaño, la espluguense del PSC ha entrado en la mal disimulada competencia en la que el premio previsible es la derrota frente a Mariano Rajoy. Un año es mucho tiempo y más todavía si en él entran unas elecciones locales y regionales como las del próximo mayo. Ignoro si en la disputa sucesoria socialista saldrá victorioso Rubalcaba o será Chacón la favorita de las bases. Él tiene mucha historia, demasiada, y ella no tiene ninguna. Pertenece a la nueva casta de profesionales de la política que saltaron de la Universidad al partido sin mayores experiencias vitales. Lo único que puede favorecerles a cualquiera de los dos es el sentido rajoyano de la astucia, ese ánimo que incita a no hacer nada para que sean los demás quienes se equivocan. Un buen modo de administrar las victorias, no de conseguirlas.


ABC - Opinión

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