martes, 1 de febrero de 2011

Más golpes a la economía familiar

La agravación de la inflación y el incremento del euribor son golpes directos a las economías familiares, con repercusiones en cadena.

LOS últimos datos conocidos sobre la evolución de la situación económica muestran un escenario en el que no se ve el punto de inflexión definitivo de la crisis, ni la aparición de síntomas de recuperación. No obstante, es evidente que el ciclo cambiará y que las medidas económicas y laborales tomadas hasta el momento, más que las que tendrá que adoptar el gobierno que salga elegido en 2012, tendrán que producir efectos, de mayor o menor intensidad. Lo que sucede es que la recuperación de la crisis no equivaldrá a una reposición de la economía a su nivel de 2007 y de años precedentes. Y a esto apunta la persistencia de una tasa de paro extraordinariamente alta para una economía desarrollada, que supera el 20 por ciento, sin expectativas de que haya creación neta de empleo hasta 2012. La economía decreció en 2010 el 0,2 por ciento, según la primera estimación, y aunque es un porcentaje mejor en una décima al previsto por el Gobierno, no sirve de consuelo saber que el crecimiento habría sido positivo en 1,6 por ciento sin la crisis inmobiliaria, según el secretario de Estado de Economía. Sin crisis inmobiliaria, nada habría sido igual, pero sin mercado inmobiliario Zapatero nunca habría podido exhibir orgullosamente el 8 por ciento de paro en 2007 y un crecimiento superior al 3 por ciento.

La agravación de la inflación, que ya está en el 3,3 por ciento, y el incremento del euribor, con un encarecimiento de las hipotecas de alrededor de veinte euros mensuales, son golpes directos a las economías familiares, con repercusiones a largo plazo y en cadena sobre múltiples servicios y bienes de consumo. Mientras tanto, la oferta alemana de empleo a jóvenes españoles desnuda crudamente la ausencia de alternativas basadas en la cualificación y la productividad. Cuando acabe la crisis tendrá que empezar una etapa de saneamiento general de unas estructuras sociales e institucionales que se han desvelado como fracasadas. No es sólo un problema financiero o inmobiliario. Será ineludible revisar la respuesta de la Justicia a la crisis, vistos los miles de millones de euros empantanados en concursos de acreedores y reclamaciones de deudas. Habrá que volver a la inmigración, que sigue necesitando una regulación estricta, aunque ahora el problema tenga sordina. Y será preciso actuar sobre el modelo educativo, una vez que hemos comprobado que la falta de excelencia es letal para nuestros jóvenes.

ABC - Editorial

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