martes, 22 de febrero de 2011

Esperanza Aguirre, una mujer valiente que no deja indiferente a nadie. Por Federico Quevedo

Esperanza Aguirre se va a alejar durante unos días de la política para ser intervenida quirúrgicamente de un cáncer de mama. Según me explicaron ayer, el tumor se ha descubierto en una revisión ginecológica y lo bastante a tiempo como para que en principio baste con la operación y es probable que después no sea necesaria la quimioterapia, aunque en el caso de que así fuera la oncología ya trabaja con tratamientos mucho menos invasivos que los de antaño. Eso significa que es muy probable que Esperanza Aguirre esté recuperada para la campaña electoral aunque seguramente no pueda participar en ella con la misma intensidad que lo haría en circunstancias normales. Pero ayer, sin duda, fue un día importante, para ella, para las demás mujeres, para todos los enfermos de cáncer, y para los enfermos de politiquitis, un mal que por desgracia se ha hecho bastante común en nuestros días y se ha extendido por amplias capas de nuestra sociedad y para el que solo hay una cura: una dosis intravenosa de serenidad, sentido común y tolerancia.

Déjenme que empiece por el final, porque me ha resultado de lo más llamativo. Ayer, en uno de los comentarios a la noticia en el foro de este mismo periódico, un lector empezaba así: “Aunque la odio políticamente…”. No era el único comentario en ese sentido, ni en este ni en otros foros donde se le deseaba “una pronta recuperación, aunque no la soporto”. Debo reconocer, sin embargo, que la tónica general, incluso en los medios de izquierdas, ha sido de absoluto respeto por la persona y por el momento que está pasando, pero no es malo que hagamos una reflexión sobre lo que nos lleva a los ciudadanos a manifestar algo tan drástico, tan terrible, como el “odio” a otra persona sencillamente por discrepar de sus ideas políticas. Si de algo puede presumir Esperanza Aguirre es de tolerancia, aunque la tolerancia no está reñida con la convicción y con la defensa de los principios que tenga cada uno. Pero algo no funciona bien en una sociedad cuando la convivencia se enturbia hasta el punto de manifestar un rechazo tan violento del contrario, y deberíamos empezar a replantearnos cómo hemos llegado a semejante situación.
«Debemos reflexionar sobre lo que nos lleva a los ciudadanos a manifestar algo tan drástico como el “odio” a otra persona sencillamente por discrepar de sus ideas políticas. Si de algo puede presumir Aguirre es de tolerancia, aunque la tolerancia no está reñida con la convicción y con la defensa de los principios que tenga cada uno.»
Dicho eso, la manera en que Esperanza Aguirre dio a conocer ayer la noticia tiene mucho de lección y de esperanza para los enfermos de cáncer. Debe ser extraño encontrar a alguien a nuestro alrededor que, a su vez, no haya tenido cerca una experiencia con el cáncer. Yo la he tenido -no personalmente, pero sí en personas a las que quiero o he querido porque ya han fallecido víctimas de esta enfermedad-, y si algo he aprendido en todos los casos es que el cáncer es una enfermedad más, con unos índices de mortalidad altísimos, pero bajo ninguna circunstancia puede ser la razón de que un enfermo se sienta marginado socialmente. No es una enfermedad contagiosa, y no se adquiere de modo extraño o que pueda resultar socialmente indigno o repudiable… No, aparece sin más la mayoría de las veces, y por eso nunca he entendido ese empeño en ocultarla… “Ha fallecido tras una larga enfermedad”, suele ser el encabezado para ocultar que alguien murió de un cáncer. No debe haber vergüenza por el cáncer, y reconocer que se padece es la primera medida para evitar que a los enfermos de cáncer se les mire de un modo raro… Son enfermos, como cualquier otro enfermo, y muchos de ellos consiguen recuperarse y volver a hacer una vida normal.

Y tiene mucho de lección para las mujeres, ya que por desgracia su nivel de exposición al cáncer de mama es alto: sabemos de hecho que una de cada ocho mujeres lo va a sufrir a lo largo de su vida. Pero también sabemos que el 80% se curan, y que gracias a un diagnóstico precoz se ha conseguido reducir en un 13% la incidencia de este mal, luego si algo debemos agradecer a Esperanza Aguirre es que con su gesto de ayer, reconociendo la enfermedad y siendo muy transparente en la difusión del diagnóstico que le han hecho, va a ayudar a que muchísimas mujeres tomen conciencia de la necesidad de hacerse chequeos ginecológicos, al menos una vez al año, para evitar sustos posteriores. Lo más probable es que la mayoría de ellas nunca se vean en la tesitura de tener que pasar por un quirófano, pero la precaución es poca. Dicho lo cual, si hay alguien para quien ayer fue un día muy trascendental, esa es la propia Esperanza Aguirre, que no podía ocultar su emoción en el momento de dar a conocer la noticia.

Supongo, y ella podrá decirlo, que en el momento en el que a alguien le dicen que tiene un cáncer, aunque se añada que la curación en casi segura al cien por cien, en la cabeza se deben agolpar toda clase de pensamientos, y en el corazón todo tipo de sentimientos. Aguirre es una mujer fuerte, lo ha demostrado muchas veces, que como ayer recordaba un forero ha superado un accidente en helicóptero, un tiroteo en el hall de un hotel, y una auténtica campaña orquestada de acoso y derribo por parte de la izquierda que ha incluido una verdadera enciclopedia de insultos, descalificaciones e infamias. Per no solo de fuera han venido sus disgustos, también dentro, en las filas de su propio partido, ha encontrado incomprensión. Bien es verdad que ella misma se ha puesto a tiro muchas veces, pero alguien dijo una vez que los adversarios están fuera y los enemigos dentro, y eso lo sabe bien Esperanza Aguirre y por experiencia propia. Ayer, sin embargo, no había enemigo alguno y por primera vez en mucho tiempo la presidenta del PP madrileño y de la Comunidad sintió el calor de los suyos. Un calor merecido porque, al final, todos comparten -creo- la misma ambición por hacer de éste un país mejor. Ojalá se recupere pronto y la veamos dedicarse, de nuevo, a lo que más le gusta: pico y pala.


El Confidencial - Opinión

0 comentarios: