lunes, 21 de febrero de 2011

Marruecos. El interés de España. Por Emilio Campmany

Es hora de que Zapatero y Trinidad Jiménez sean el presidente y la ministra de Asuntos Exteriores de los españoles y no los correveidiles de inversores de ventaja que aprovechan su amistad con el dictador.

La bola incandescente de estopa y pez que se está paseando por todo el Gran Oriente Medio ha llegado finalmente a Marruecos. Las manifestaciones de Rabat, Casablanca, Marraquech, Fez y Tánger parece que han discurrido pacíficamente y la Policía ha adoptado una actitud permisiva y ha evitado enfrentarse a los manifestantes. Sólo en Tánger hubo disturbios el viernes debido a que entonces la revuelta estuvo controlada por el movimiento antisistema ATTAC, de origen francés.

El que las llamas hayan prendido en Marruecos no ha podido coger por sorpresa a Mohamed VI. Cuando se supo lo que estaba ocurriendo en Túnez, el monarca alauita se fue al castillo que su padre compró en Francia y, acompañado de la gente que dirige la seguridad de su país, se reunió con agentes de los servicios secretos franceses para ver cómo hacer frente a la epidemia si ésta llegaba a prender en Marruecos.

Argelia y Libia son abiertas dictaduras que no esconden su perversidad a nadie y han respondido al desafío como cabía esperar, a tiros. Marruecos, como Egipto, disfruta de una democracia aparente y no puede reaccionar de este modo. En el país de los faraones, el ejército ha aprovechado su prestigio para acallar las protestas entregando la cabeza de Mubarak y haciendo vagas promesas de apertura del régimen y esperar a ver si eso es suficiente para contentar de momento a las masas.


Mohamed VI parece seguir la misma táctica. Dejar que los manifestantes se manifiesten y, si llegaran a ser muy numerosos e insistieran con vehemencia durante semanas en exigir reformas, podría acallar las protestas obligando a dimitir al Gobierno y prometiendo reformas que no limitaran en la práctica su poder. Para desarrollar esta estrategia, puede contar con Francia, cuyos intereses geoestratégicos y económicos están ligados a los del rey.

Y nosotros ¿qué? Algunos de nuestros empresarios, y algunos de nuestros políticos, además de algunos testaferros que obran en nombre de gente importante, tienen cuantiosos intereses económicos dependientes de que el rey siga siendo tan poderoso como hasta ahora. Pero, desde el punto de vista estratégico, no cabe duda de que a nosotros lo que nos interesa es una liberalización real del régimen. Cuánto más democrático sea Marruecos, menos amenazadas estarán Ceuta, Melilla y las Canarias y más fácil será alcanzar una solución razonable al problema del Sahara Occidental. Encima, la inversión en el país vecino ya no estaría limitada a unos pocos con buenas relaciones en las alturas, sino que se abriría a todos los empresarios con buenas propuestas que presentar.

Es hora de que Zapatero y Trinidad Jiménez sean el presidente y la ministra de Asuntos Exteriores de los españoles y no los correveidiles de inversores de ventaja que aprovechan su amistad con el dictador. No sólo, sino que debieran trabajar para convencer a los estadounidenses de las ventajas que un Marruecos más democrático tendría para ellos y socavar la hipócrita política francesa en el país. Nos hemos bajado los pantalones con Argelia porque dependemos de su gas. No hay interés que justifique el que lo hayamos hecho con Irán después de que su policía detuviera en Teherán a nuestro cónsul, pero tampoco se nos ha perdido gran cosa por allí. Ahora, en Marruecos, lo decente y lo que interesa a España es apoyar la democracia, le cueste lo que le cueste a unos pocos españoles con intereses económicos allí por muy elevada que sea su condición y por pingües que sean los beneficios que por ahora perciben.


Libertad Digital - Opinión

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