lunes, 31 de enero de 2011

¿Saludo o despedida?. Por José María Carrascal

La gran pregunta, ¿se presenta, no se presenta?, no tiene ya importancia. Si no se presenta, malo; si se presenta, peor.

SUELE decirse que para que la alaben a uno en España, antes tiene que morirse. A juzgar por los elogios, loas, ditirambos y panegíricos dedicados a Zapatero en el congreso de su partido en Zaragoza, tendría que estar muerto y bien muerto. Pero que no lo está lo demostró apareciendo ante sus compañeros para confortarles con sus vaguedades y chistecitos de taco de calendario sobre el PP.

Políticamente, sin embargo, tiene más pinta de cadáver que de otra cosa. Un gobernante con más de un 20 por ciento de parados, con un millón de familias sin otro ingreso que el de la caridad y vigilado de cerca por las instancias internacionales, no es un gobernante, es un rehén de los acontecimientos. De ahí que el piropo de Blanco, «no conozco a un socialista mejor», sonara a responso, y el de Marcelino Iglesias, «tienes nuestro apoyo para las elecciones de 2012», a cachondeo.


La gran pregunta hasta hace poco, ¿se presenta, no se presenta?, no tiene ya importancia. Si no se presenta, malo; si se presenta, peor. Algo parecido ocurre con su posible sucesor, ¿Rubalcaba, Blanco, Chacón? ¿Qué más da, si todos ellos han participado en la política más disparatada, más frívola, más alicorta, más antisocial de nuestra democracia? Todos han sido cómplices de ella, y si antes sólo acertaban cuando se equivocaban, ahora se equivocan incluso cuando quieren hacer las cosas bien, quiero decir, cuando siguen les instrucciones que les llegan de fuera. Tomen el ejemplo de las pensiones: con toda la necesidad de su reforma, empezará en 2013 y terminará en 2027, que sabe Dios cómo estaremos. Lo mismo ocurre con la reforma del mercado laboral. ¿De qué ha servido? Para crear empleo, desde luego, no, pues hay más parados que nunca, y nos dicen que para que su número empiece a decrecer se necesitará que nuestra economía crezca un 2,5 por ciento, algo que ni los más optimistas vaticinan. ¿Va a pasar lo mismo con la reforma financiera? Pues, sinceramente, no lo sé, como no lo sabe nadie, ya que en el universo de Zapatero, todo es fluido, nada acaba de cristalizar, y si el diseño es tierno como los dibujos de los niños, cuando se plasman en realidades se convierten en pinturas negras. Ahí tienen su alianza de civilizaciones, con más conflictos que nunca, o su cruzada contra la violencia machistas, con el aumento de mujeres asesinadas por sus parejas.

Y, encima, dándoselas de patriota. El que decía que la nación era un concepto discutido y discutible, llamaba a Otegui «un hombre de paz» y buscaba alianzas con los que no se sienten españoles. Bueno, también llamó a Ángela Merkel «una fracasada», y se dispone a servirla de alfombra para que acepte a jóvenes españoles en paro. Aunque ni Alemania podría emplearlos a todos.


ABC - Opinión

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