lunes, 31 de enero de 2011

La sucesión de Zapatero se come la convención del PSOE. Por Antonio Casado

La cuestión de la candidatura socialista a las próximas elecciones generales es la asignatura pendiente que, como los estudiantes que necesitan mejorar, Rodríguez Zapatero ha dejado para más adelante, convencido de que anunciar ahora su intención de no repetir sería un elemento de desestabilización interna en el PSOE. Tanto en relación a las elecciones territoriales del 22 de mayo como a los procesos de reformas de la economía nacional abiertos desde Moncloa.

Sin embargo, se está viendo que el mantener la duda puede ser incluso más desestabilizador, como acaba de demostrarse con ocasión de la Convención Autonómica o cumbre de barones del PSOE, celebrada este fin de semana en Zaragoza, a imagen y semejanza de la celebrada por el PP ocho días antes en Sevilla. Se trataba de fijar las líneas maestras del programa común del PSOE en las elecciones de mayo, pero la sucesión de Zapatero se comió la tarea. El sábado en los pasillos se discutía más por la ausencia de Rubalcaba (únicamente asistió al discurso de Zapatero de ayer) que por el futuro de las autonomías.


No se habló de otra cosa. El manifiesto de la Convención, en defensa del federalismo y la bilateralidad, se perdió en las referencias informativas a los discursos del número dos del PSOE, José Blanco, el sábado, y del número tres, Marcelino Iglesias, el domingo. Más explícito éste que aquel, porque aquél tiene claves que desconoce éste, ambos clavetearon la misma idea: Zapatero es el mejor candidato del PSOE para ganar las elecciones generales de 2012.
«Con tanto entusiasmo se empleó Zapatero a reiterar que en estos momentos lo importante es España y no el PSOE, que uno volvió a ver claro que cuando un gobernante se envuelve en la bandera nacional para capear el temporal y deja de mirar las encuestas es que está preparando la evasión.»
Con matices. Blanco dijo: “No conozco a un socialista mejor”, en un contexto ceñido a la apología del personaje, tan entusiasta que muchos de los asistentes lo interpretaron como un homenaje a quien lo dio todo por el partido pero ya ha decidido apearse. En cambio Iglesias, ayer, ante el visible rictus de contrariedad en el gesto de Rodríguez Zapatero, le sostuvo la mirada para decirle: “Tienes todo el apoyo del PSOE para ser el candidato a las elecciones de 2012”. Hasta cinco veces repitió el año en cuestión, por si había dudas.

Sin embargo, en vísperas de la Convención el presidente del Gobierno y líder del PSOE se había hartado de pedirle a su gente que sacaran el asunto de la sucesión de una agenda política que debe estar marcada por las reformas de la economía nacional impulsadas por el Gobierno. De hecho, en su discurso de clausura, una vez oídos los teloneros, insistió en que lo que importa es “el futuro de España y no el futuro del PSOE”. Y también en esta ocasión se volvió a aplicar el cuento en una enésima glosa de los tres grandes ejes de su política para el año que acaba de comenzar: austeridad (consolidación fiscal), reformas y cohesión social.

Con tanto entusiasmo se empleó Zapatero a reiterar que en estos momentos lo importante es España y no el PSOE, las reformas y no los votos (“cueste lo que me cueste”, ¿recuerdan?), las convicciones y no las circunstancias, que uno volvió a ver claro que cuando un gobernante se envuelve en la bandera nacional para capear el temporal y deja de mirar las encuestas es que está preparando la evasión, como tantas veces he escrito.


El Confidencial - Opinión

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