martes, 25 de enero de 2011

Partido Popular. El eterno auxiliar. Por Cristina Losada

La renuncia a ese intangible que son los valores y las ideas aboca al PP a un papel de eterno auxiliar: el subalterno que "arregla" la economía durante los breves paréntesis de la era socialista.

Se reprocha al PP que tampoco en su Convención sevillana haya expuesto, punto por punto, qué diablos haría de llegar al poder. Y razones hay para la crítica. El programa de nuestro shadow cabinet presenta zonas verdaderamente oscuras. Ensombrecidas, se diría, para no espantar al respetable mostrando el feo rostro de lo real ni proporcionar, gratis et amore, nueva munición al adversario. Así, se hace preciso adivinar cómo serían los planes de austeridad y las reformas que emprendería un Rajoy afincado en La Moncloa. Cierto. Pero esa no es la mayor de las lagunas. El programa, ese tipo de programa, no lo es todo. Es más, no será nada fuera del elemento que confiere sustento a la política, esto es, si no representa unos valores que sobreviven a las vicisitudes de la coyuntura.

Cualquier espectador de telediarios puede identificar alguno de los valores con los que se asocia –y quiere asociarse– el Partido Socialista. Igualdad, solidaridad, derechos, bienestar social (ahora en cuarentena), serán, seguramente, algunos de los que señale. Pero, ¿cuáles son los valores que se relacionan, a bote pronto, con el Partido Popular? Aquí, el observador ocasional tendrá que estrujarse las meninges. No resulta fácil, no. La unidad nacional, tal vez. La familia, puede. Quizás la libertad, aunque aparecía más antes. Al fin, el único aspecto ideológico que detectará con claridad nuestro conejillo de Indias es la disposición a gestionar con eficacia la economía. El PP se asocia a una capacidad administrativa, tal y como el equipo de Rajoy ha querido y manda la tradición tecnocrática de la derecha.

Es muy posible que, en las circunstancias españolas, unos buenos contables y unos gestores eficientes, por grises que resulten, ganen las elecciones. Pero la renuncia a ese intangible que son los valores y las ideas aboca al PP a un papel de eterno auxiliar: el subalterno que "arregla" la economía durante los breves paréntesis de la era socialista. No por casualidad han coincidido dos fenómenos políticos de signo opuesto. Mientras la izquierda se ha dedicado a subrayar, recomponer y radicalizar una identidad en crisis, la derecha ha optado por camuflar, rebajar y diluir la suya, cuando no por mimetizar la de su rival. En otras palabras, la izquierda hace ostentación de sus valores, al tiempo que la derecha no los discute y oculta los suyos. Puede decir, con Montaigne, "no sé quién soy, pero sé de qué huyo", que, en su caso, es de sí misma.


Libertad Digital - Opinión

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