sábado, 4 de diciembre de 2010

Víctimas de wikileaks. Por Hermann Tertsch

Helmut Hetzner, jefe del gabinete del ministro de asuntos exteriores alemán, Guido Westerwelle, ha sido cesado fulminantemente por su jefe. A partir de los datos publicados sobre las filtraciones del entorno del ministro fue identificado como el interlocutor de la embajada americana. Decían ayer algunos medios que es la primera víctima de Wikileaks. ¡Que sabrán quién ha sido la primera víctima ni dónde! Un informante de la principal potencia democrática del mundo puede tener mil motivaciones, desde la ambición política —como parece ser en este caso—, el dinero, la autodefensa, la lucha por la democracia, la defensa de su propia familia o cualquier causa altruista. Quizás sean muchos los que corran la suerte de Hetzner después de la ruptura de las comunicaciones secretas y los pactos de confidencialidad del Departamento de Estado norteamericano. Con su frivolidad en la custodia de la información y los informantes, EE.UU. ha traicionado la confianza de centenares de miles de personas. Y es tan culpable de poner en peligro su trabajo, su seguridad y su vida como esa oscura agencia de gestión y compra de información robada que es Wikileaks. Los más afortunados serán los que como Hetzner, sólo pierdan su puesto de trabajo. Porque en el gabinete del ministro alemán las cabezas sólo ruedan en el sentido figurado. En el entorno de ministros afganos, sirios, iraníes o africanos, la cosa puede ser bien distinta. Y la suerte de los afectados más dramática. Por no hablar de los contactos e informadores que, como miembros de organizaciones de derechos humanos o de lucha democrática en países con dictaduras o teocracias, se acercaron a embajadas de EE.UU. para buscar apoyo y protección. El atentado contra la seguridad occidental que supone la filtración de esos documentos no sólo estrangula el flujo de información necesaria para nuestra defensa. Puede estar estrangulando ya a muchas fuentes. En sentido literal.

ABC - Opinión

28-N. Agri y dulce. Por Maite Nolla

Para variar las previsiones de Arriola se desviaron levemente, y el PP ha conseguido un espectacular avance de algo más de un punto y medio respecto al resultado de Josep Piqué y Montserrat Nebrera. ¿Qué el resultado es bueno? Sí, claro.

Me sorprendió que Albert Rivera pensara que el resultado de las elecciones autonómicas era un tanto agridulce. Pienso que el simple hecho de repetir, visto lo visto después de las europeas, se puede equiparar al éxito de haber conseguido entrar en 2006. Creo que inflaron un poco el asunto, con la pretensión de grupo propio y con algunos farolillos, como decir que estaban a las puertas del diputado –en este caso, diputada– por Lérida, aunque la verdad es que nunca se sabe si en campaña conviene rebajar la euforia o animar al personal, no fuera a ser. El caso es que nadie daba un euro por ellos hace dos años y, en cambio, los mismos que llevaron al partido al borde de su desaparición, lo han consolidado. Además, ya puestos a pedir, pese a que tengan que compartir grupo con Laporta y sus chatis –igual, hasta si hacen migas, tendrán champán francés y lusitanias por la cara, and the chicks for free–, han dejado claro que la arrogancia y el desdén tienen su premio en un meritorio decimosexto lugar. Es más, pese a que en el Partido Popular celebren esto como Betty Draper tumbada en su sofá victoriano, cuatro años más tarde y tres líderes después, Ciudadanos sigue suponiendo un problema para el PP. Lejos de haberlo solucionado, y prueba de que lo querían solucionar es que ficharon a la candidata a la alcaldía de Barcelona por Ciudadanos, el problema ya no son noventa mil votos, sino más de cien mil.

En cambio, los que deberían ver esto como una oportunidad perdida lo están celebrando a lo grande. Para variar las previsiones de Arriola se desviaron levemente, y el PP ha conseguido un espectacular avance de algo más de un punto y medio respecto al resultado de Josep Piqué y Montserrat Nebrera. ¿Qué el resultado es bueno? Sí, claro ¿Qué podía haber sido mejor? Por supuesto. Cierto que no sabremos nunca si el hundimiento del PSC y de los pobres de ERC contribuyó decisivamente al ascenso del PP, aunque podamos pensar que sí, viendo los números. Y es que, de todas formas, eso no quita para que cualquier observador internacional o de Barbastro no reconozca que la campaña de Alicia ha sido un desastre. Y no sólo por el juego de eliminación de inmigrantes e independentistas, muy edificante y respetuoso, sino porque pese a hacer de la inmigración uno de los leimotifs de la campaña, Plataforma per Catalunya se ha hecho una encuesta gratis y ya sabe en qué municipios se puede presentar y obtener concejales y en cuáles no.

Además, el objetivo de ser decisivos no se ha cumplido y la catástrofe socialista es de tal magnitud que no permite saber si obedece simplemente a la necesidad humana de echar al tripartit, o si hay algo más; lo digo porque esto es Cataluña y, aunque lo diga Marcelino, no le falta razón cuando manifiesta que en Cataluña no se vota igual en las autonómicas que en las generales.

Dicho esto, lo peor de todo es que alguien piense que estos resultados avalan lo que salió del congreso de Valencia; ¿María San Gil, quieren decir?


Libertad Digital - Opinión

Vergüenzas al aire. Por Eduardo San Martín

Las pulgas de WikiLeaks martirizan al perro flaco en que se ha convertido el gobierno de Rodríguez Zapatero, que últimamente no gana para disgustos. Es lo que le ocurre a quien, habiendo dilapidado la cuenta de su propia credibilidad, queda a merced, para bien o para mal, de decisiones externas que es incapaz de controlar: ya sean las revelaciones de un apandador de secretos ajenos, las vacilaciones del presidente del Banco Central Europeo o las provocaciones de un caprichoso autócrata magrebí que, cuando no obtiene lo que pretende, aplica la extorsión a la agenda de problemas compartidos entre vecinos. Sobre este último asunto, habría que recordarle al gobierno español esa sentencia castellana que describe tan gráficamente las políticas de apaciguamiento: cuando más te agachas, más se te ve el culo.

El gobierno no gana para sustos mientras que su electorado va de decepción en decepción hasta la estampida final. Porque cada una de esas manos externas tira de una esquina del manto de debelador de los fuertes y protector de los débiles con que se adornaba Zapatero. Ahora resulta, como sospechábamos, que sus ministros se plegaban como tantos a los deseos del imperio. Como sabíamos también que, confrontado a la realidad, algún día tendría que envainarse sus tan pregonadas políticas sociales en beneficio de una ortodoxia económica que vale, sin embargo, lo que una frase de Trichet o de Merkel quiere que valgan. Por no hablar de dónde quedaron las viejas promesas de amor eterno al pueblo saharaui. Willy Toledo, el del lazo contra la guerra de Irak, detenido en el Congreso por orden de un presidente socialista; toda una metáfora.

Hay quienes se consuelan con las revelaciones sobre el providencialismo de Aznar, como si fuera gran novedad. Y como si distara mucho del impulso que mantiene a Zapatero en el poder: el sacrificio por su país.


ABC - Opinión

En descargo de Aznar, Wikileaks desnuda al inmoral ZP. Por Federico Quevedo

Si Federico Trillo o Luisa Fernanda Rudi, ambos ex presidentes del Congreso con el PP, hubiesen desalojado con violencia al actor Willy Toledo y a sus amigos pro-saharuis de la tribuna del Congreso y hubiesen ordenado llevárselos detenidos por un delito de alteración del orden público, ya no digo al día siguiente, sino que ese mismo día, unas horas después, habríamos tenido que aguantar a los impertinentes actores de la ceja y el ‘No a la Guerra’ y a cientos de progres-anti-sistema congregados vía sms en las puertas de Génova 13 acusando al PP de violentar la democracia, atacar la libertad de expresión y practicar el genocidio, en este caso del pueblo saharaui. Fue, exactamente, lo que hicieron todos estos demagogos, todos estos progres de visa oro y lujo desenfrenado, todos estos embaucadores y embusteros, cuyo trabajo merece todo mi respeto pero cuya doble moral me resulta repugnante, fue lo que hicieron, digo, con la Guerra de Iraq, con los vuelos de la CIA, con la muerte del cámara José Couso y con las torturas de Guantánamo, echando la culpa de cada una de esa cosas al Partido Popular y a José María Aznar, al que señalaron como un genocida y como un asesino. Y lo hicieron amparados, impulsados, financiados y argumentados por un Partido Socialista y por un líder de ese partido cuya ética y moral están a la altura del más sucio de los estercoleros, como ha evidenciado, para desgracia de Rodríguez y su impertinente sonrisa, el alud de secretos diplomáticos desvelados por Wikileaks.

Si Willy Toledo y sus amigos tuvieran un mínimo de dignidad, una pizca de espíritu de autocrítica, ahora deberían estar pidiendo perdón al PP y a José María Aznar por todo lo que han dicho de él injustamente. Si la familia de José Couso y los amigos de la familia de José Couso tuvieran también ese mínimo de decencia, deberían igualmente disculparse por las acusaciones que vertieron sobre el Gobierno del PP y su presidente. Si todos esos miles de progres que salieron a la calle tras la pancarta del ‘No a la Guerra’ perfectamente manipulados por el PSOE tuvieran un mínimo de conciencia ética, ahora al menos equilibrarían la balanza haciendo lo mismo contra un Gobierno socialista que se ha comportado del modo más rastrero e inmoral posible, haciendo gala de una demagogia casi vomitiva en su defensa de la paz y los derechos humanos al tiempo que vulneraba los más elementales principios éticos permitiendo más vuelos de la CIA sobre nuestras cabezas de los que permitió Aznar, aceptando presos de Guantánamo y presionando a la Justicia para que corriera un tupido velo sobre el ‘caso Couso’, y todo ello para lamerle las posaderas al Gobierno de Estados Unidos. Este es Rodríguez, un sujeto inmoral, un filibustero de la política, al que por fin ha dejado al descubierto nada menos que una cascada de revelaciones hechas por una página web norteamericana llamada Wikileaks.
«Todos esos miles de progres que salieron a la calle tras la pancarta del ‘No a la Guerra’ perfectamente manipulados por el PSOE tuvieran un mínimo de conciencia ética, ahora al menos equilibrarían la balanza haciendo lo mismo contra este Gobierno.»
El Gobierno ha querido desmentir parte de estas informaciones, pero los datos aportados por los cables de la Embajada norteamericana no dejan lugar a dudas, dada la cantidad y, sobre todo, la exactitud de la información que proporcionan, con datos que son verdaderamente incuestionables. Así, hemos sabido que el Gobierno de Rodríguez siguió autorizando el vuelo de aviones de la CIA con prisioneros de Iraq y Afganistán con destino a Estados Unidos, y que si en tiempos de Aznar se contabilizaron dos vuelos de este tipo, bajo el mandato de Rodríguez al menos hasta siete veces los aviones sobrevolaron el espacio aéreo español e, incluso, hicieron escala en alguno de nuestros aeropuertos. Hemos sabido también que, después de haber hecho del ‘caso Couso’ una bandera contra el PP, un motivo de manifestación pancartera, el Gobierno y los fiscales colaboraron con Estados Unidos para que no prosperasen las órdenes de detención internacional contra tres militares norteamericanos implicados en el asesinato del camarógrafo de televisión español. ¿Y qué me dicen de Guantánamo? Mientras al frente del Gobierno en Washington estaba George Bush, todo eran críticas por mantener esa cárcel abierta y, sobre todo, por pretender que los demás países asumieran la carga acogiendo presos de la misma, pero cuando llegó Obama la cosa cambió y por ahí están en nuestra calles varios tipos bastante peligrosos de los que sabemos bien poco, por no decir nada. Estados unidos ‘compró’ nuestro silencio a razón de 85.000 dólares por cada preso. Un silencio muy barato, todo sea dicho.

Durante todo este tiempo hemos tenido que aguantar como el Gobierno, el PSOE y el inmoral de Rodríguez han utilizado de modo torticero y nauseabundo la Guerra de Iraq y todas sus consecuencias contra el PP, como cada vez que algo les iba mal echaban mano de los artistas de siempre para recordarle al PP lo malos que son por haber permitido que todo eso –la Guerra, la muerte de Couso, Guantánamo, los vuelos de la CIA- pasara con su aquiescencia, como escupían acusaciones en el Congreso en cada sesión de control en la que la inefable De la Vega perdía eso, el control, acosada por la contundencia verbal de Sáenz de Santamaría. Hemos aguantado sus pancartas, hemos aguantado como han ido repartiendo certificados de demócratas y solidarios sobre la base de quienes estaban a favor de lo que ocurrió en Iraq y quienes estaban en contra. Y todo para luego encontrarnos con que ellos mismos actuaban con la misma ausencia de moral de la que acusaban al PP; que eran igual de sumisos, o peor, con el Gobierno de Washington; que lo que le hubiera ocurrido a Couso, que lo de Guantánamo, que lo de los vuelos de la CIA les importaba todo un bledo y que son capaces de vender a su propia madre y sacrificarla, eso sí, en el altar de la progresía… Y todo ello, ¿para qué? Porque, al menos, Aznar consiguió que España fuera un país respetado y respetable, que contara en el concierto mundial y que su peso específico subiera muchos enteros… Pero con Rodríguez, encima, somos el hazmerreír de todo el mundo, y hasta los países más cutres y las dictaduras más casposas nos toman por el pito del sereno. ¿Esto es lo que ha conseguido Rodríguez a cambio de arrastrar por el fango sus escasos principios? Pues bien caro le ha salido, la verdad…


El Confidencial - Opinión

El enemigo impropio. Por Edurne Uriarte

Tras el enésimo papelón del Gobierno respecto a Marruecos, ayer, en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros, la pregunta de las últimas semanas se repite. Por qué. Por qué un político como Rubalcaba se pone en evidencia unas horas después de las amenazas de Marruecos y en vísperas de la marcha marroquí sobre Ceuta afirmando que las relaciones con Marruecos se han mejorado y reforzado desde que Zapatero llegó al poder.

A falta de un Wikileaks que nos revele algún día secretos inconfesables de esta curiosa relación de amor no correspondido entre nuestro entregado Gobierno y el marroquí, hay una explicación más sencilla. Que no es, ciertamente, lo de la relación estratégica, que también repetía ayer Rubalcaba, pues igualmente lo es la de Estados Unidos y no le importó a Zapatero cuestionarla cuando Bush mandaba. Se trata más bien de la definición de amigos-enemigos realizada por Zapatero cuando estaba en la oposición que no ha querido ni ha podido cambiar. El enemigo era la derecha nacional y el amigo, cualquiera que hubiera tenido problemas con el enemigo. Aunque fuera un régimen autoritario como el marroquí.


Así lo ha entendido Marruecos y por eso organizó hace unos días una manifestación contra el PP y no contra España o contra el Gobierno. Porque, en cuestión de amigos y enemigos, Zapatero se ha explicado, al parecer, muy bien.

Sólo esta ofuscación ideológica en clave nacional puede explicar la persistencia de los socialistas en el error. Pues el balance de la estrecha amistad socialista marroquí es evidente para todos. Agresividad creciente del Gobierno marroquí contra España y escalada de provocaciones sobre Ceuta y Melilla.

Menos mal que «tenemos» una relación de confianza y podemos influir en Marruecos, como dijo Zapatero. Olvidó especificar que el «tenemos» se refería exclusivamente a él y a su partido, no a España.


ABC - Opinión

Zapatero. ¿Qué esperabas, Valeriano?. Por Pablo Molina

A ti te ha engañado como a todo el mundo exceptuando a personajes tan prescindibles como la Pajín, cuya tosquedad metódica, fruto de lo inhóspito de su aptitud profesional, hace que le dé exactamente igual el lugar al que ZP acabe destinándola.

Los socialistas que acuden a la llamada de Zapatero para desempeñar altos cargos en el Gobierno o la administración, piensan con asombrosa ingenuidad que a ellos no les va a engañar. Saben que el componente esencial de la personalidad de ZP es su afición a la mentira para disfrazar una incompetencia proteica, pero creen que se trata de una artimaña que el presidente sólo utiliza frente a su electorado y el resto de la opinión pública. Más tarde se dan cuenta de que los primeros engañados son ellos, los miembros y miembras de su círculo más cercano, pero entonces ya es demasiado tarde para rectificar.

Es lo que le ha pasado al gran Valeriano, sucesor de Corbacho en el ministerio de la Ruina Laboral, que en estos momentos tiene un enfado monumental porque seguramente creyó que Zapatero lo nombraba para que gestionara el desastre de acuerdo con su propio criterio. Pues no, Valeriano, ¿Qué esperabas? A ti te ha engañado como a todo el mundo exceptuando a personajes tan prescindibles como la Pajín, cuya tosquedad metódica, fruto de lo inhóspito de su aptitud profesional, hace que le dé exactamente igual el lugar al que ZP acabe destinándola. Ella está para hacer lo que diga el jefe, si es que dice algo, y si no a poner caritas y a jugar a los ministerios como buena adolescente intelectual.


La aniquilación del auxilio para la supervivencia de los parados que han agotado la prestación de desempleo, vendida por ZP en sede parlamentaria como una medida imprescindible para salir de la crisis, es tal vez el mayor sapo que deberá jamás tragarse un ministro representante del tercio sindical. De sobra sabe todo el mundo que es una decisión intrascendente en términos económicos, pero de lo que se trata es de dar una imagen de firmeza ante los mercados internacionales, al menos hasta que pase la tormenta financiera y ZP anuncie que de lo dicho nada de nada. En todo caso, ahora le toca al ministro del paro apoyar la canallada de su jefe con la mejor de sus sonrisas. Un señor con bigote, que participó en las algaradas sindicales del pasado 29 de septiembre convocadas por los sindicatos como protesta por agravios mucho menores que el que ahora ha impuesto Zapatero, obligado a llevar a la práctica el desahucio de casi un millón de familias condenadas a la indigencia por el partido de los descamisaos.

Engañarte a ti, Valeriano, que fuiste el que inventó la tomadura sistemática de pelo a la opinión pública mediante la utilización del corrector mecanográfico. Si no fueras socialista hasta darías un poquito de pena.


Libertad Digital - Opinión

¿Hay vida fuera de un partido?. Por M. Martín Ferrand

Rota la separación de los poderes del Estado, se genera una promiscuidad entre el poder político y el del dinero.

NO es que nuestra democracia, en el parto de la Transición, naciera robusta y sin problemas; pero la degeneración partitocrática en la que ha ido incurriendo, con merma de las libertades y encanijamiento de la representatividad, la ha convertido en débil y enfermiza y, lo que es peor, sin esperanza de vida ciudadana, actividad económica y autonomía cultural fuera del ámbito de protección de la sigla de un partido. Rota la separación de los grandes poderes del Estado, la esencia del sistema, parece tratarse de generar también una promiscuidad, tan despreciable como dañina, entre el poder político y el del dinero. Se advierte con toda nitidez en la configuración que van adquiriendo las Cajas de Ahorro en los procesos de fusión, o salvación, a los que están sometidas y que, dicho sea de paso, cursan con sospechosa lentitud, inquietante opacidad y mayor politización de la que antes se asentaba en esa mitad del sistema financiero español.

Para producir tan rechazable efecto se han acuñado nuevas formulaciones eutrapélicas, como el Sistema Institucional de Protección, el SIP, una mandanga a la que le dicen «fusión fría» y que es, de hecho, una tolerada componenda para, entre otras cosas, no dañar los intereses de quienes llevan ya mucho tiempo asidos a la teta de las Cajas. El Consejo de Caja Madrid, por ejemplo, acaba de nombrar a los once consejeros que le corresponden en la nueva institución a que dará paso su integración con Bancaja, Caja de Canarias, Caja de Ávila, Caixa Laietana, Caja Segovia y Caja Rioja. Ya tendremos tiempo de ocuparnos del presente y del futuro de los administradores que han generado las catástrofes que se tratan de aliviar, con vergonzante disimulo, con este SIP; pero valga reseñar que esos once consejeros que, con Rodrigo Rato a la cabeza, aporta Caja Madrid al nuevo órgano fusionado en frío —¡toma nísperos!, que decía Campmany— son: siete militantes o rabiosamente próximos al PP, dos del PSOE, uno de IU y otro de CC.OO. La promiscuidad cursa así con dominio de la propincuidad y todas las señales de la concupiscencia.

Este afán, compartido por las todas formaciones políticas en presencia, de prescindir del talento, la experiencia y demás virtudes cívicas en bien de la militancia y la adhesión y reproducir, más o menos, en cada lista de gobierno y administración empresarial un porcentaje parecido al del Parlamento más próximo entre la docena y media de los que disponemos no solo es estéril. Se puede calificar como dolosa y clara expresión de desprecio al poder verdadero y democrático, el de los ciudadanos. Es la rebelión de los representantes.


ABC - Opinión

Chantaje descontrolado. Por Francisco Capella

Ante la falta de personal se ha restringido el tráfico aéreo, causando pérdidas multimillonarias y graves daños a gran cantidad de personas que no pueden viajar en vísperas de un largo puente y en medio de una calamitosa crisis económica.

Una táctica habitual de chantaje en la lucha del colectivo de controladores contra Aena y el Gobierno es interpretar las normas de la forma más restrictiva y arbitraria posible para favorecer sus intereses particulares como grupo de presión. Con todo tipo de excusas apelan a la seguridad y al miedo, y pretendiendo ser altamente responsables y los principales garantes de la seguridad de la aviación, lo que realmente consiguen (y seguramente persiguen) es dañar gravemente su fluidez y eficiencia. Como ejemplo de falta de escrúpulos a la hora de pervertir el lenguaje, algunos si hacen un turno de noche cuentan que han trabajado dos días, el de entrada y el de salida, y así pueden afirmar que han trabajado veintitantos días todos los meses y que la empresa los explota y acosa en condiciones de esclavitud.

Según la reciente ley que regula su actividad, un controlador no puede trabajar más de 1.670 horas al año, más 80 horas extra voluntarias. Durante este año el sindicato USCA y muchos controladores consideraban que dada la plantilla efectiva no habría horas suficientes para cubrir todos los servicios, y que al final del año Aena se vería forzada por este hecho a ceder en la negociación del nuevo convenio. USCA ha acusado sistemáticamente a la empresa de mala previsión y planificación y de despreciar sus reiteradas advertencias.


Pero los controladores estaban haciendo cuentas según su propio criterio, al parecer equivocado. El Consejo de Ministros ha aclarado que no cuentan para ese máximo anual las actividades laborales de carácter no aeronáutico (los permisos sindicales, las imaginarias y las licencias y ausencias por incapacidad laboral, y las reducciones de jornada). Para las 1.670 horas se computan solamente las que los trabajadores están trabajando en frecuencia, con sus correspondientes descansos, más el tiempo de guardias y la formación con tráfico real.

Algunos controladores aparentemente deciden unilateralmente cómo interpretar la normativa y no atienden a las decisiones y aclaraciones de las autoridades competentes: una cantidad importante han abandonado sus puestos de trabajo, en lo que podría constituir un grave delito, alegando sospechosos simultáneos problemas de salud que les imposibilitan desarrollar su trabajo. Ante la falta de personal se ha restringido el tráfico aéreo, cerrando casi totalmente el espacio aéreo, causando pérdidas multimillonarias y graves daños a gran cantidad de personas que no pueden viajar en vísperas de un largo puente y en medio de una calamitosa crisis económica.

Desconozco si se trata de una actuación concertada. No sé si hay más controladores aéreos que piensan que esta actitud es demencial e inaceptable: tal vez los haya pero no se manifiestan porque se sienten atemorizados por individuos más radicales. Ojalá se den cuenta de que esta demostración del daño que pueden hacer va a dañar mucho más su ya maltrecha imagen.


Libertad Digital - Opinión

Antibaraka. Por Ignacio Camacho

La fortuna que acompañaba al presidente se ha desvanecido en una atmósfera fatalista y un turbión de contratiempos.

NO hay tregua. La antigua baraka de Zapatero se ha trocado en una mufasiniestra, un gafe de conflictos sin fin que se encadenan con recurrencia paroxística. El Gobierno no halla un minuto de respiro, sitiado por un torrente de problemas que va arrollando la vida nacional como un aluvión turbulento. Al presidente le ha abandonado la suerte y está en estado de colapso político. En plena descomposición de poder, no hay hora en que no se encuentre ante un apuro.

La huelga salvaje de los controladores opacó ayer el agónico mensaje de optimismo que el Gabinete trató de insuflar en una economía sin aliento. Las tímidas reformas aprobadas en el Consejo de Ministros apenas alcanzaron el eco de los telediarios de sobremesa. A media tarde, el comienzo del puente se había convertido en un caos, en una emergencia; un pequeño grupo de empleados de élite tomaba como rehenes a cientos de miles de personas y el Gobierno no encontraba siquiera el amparo de sus antiguos aliados sindicales. Desafío sobre desafío, calamidad sobre calamidad, fracaso sobre fracaso, el zapaterismo atraviesa un momento de debilidad extrema en el que cualquiera se siente con fuerzas para echarle un pulso.


Toda la fortuna que acompañó las piruetas de audacia de un presidente que siempre salía vivo de los enredos que él mismo creaba parece haberse desvanecido en medio de una atmósfera fatalista y de un turbión de contratiempos. El clima moral de la nación se ha deprimido en un desánimo intangible. Es la anti-baraka: un estado de cosas en el que el pesimismo acaba convertido en certidumbre. No sólo sale mal todo lo que puede salir mal, sino incluso lo que prometía acabar bien. Si se calman los mercados, revientan los aeropuertos; si Bruselas ofrece un leve desahogo financiero, se incuba el malestar silencioso de los parados terminales despojados del último subsidio. Ha desaparecido la ventura como en un tenebroso soneto quevedesco. Hay un cansancio colectivo, un cabreo creciente, una ahogada contrariedad que pesa sobre la sociedad española como un saco de plomo. El país ha entrado en barrena y Zapatero, otrora triunfante ante sus propios líos, desafiante vencedor de lances improbables, se ve ahora salpicado de infortunios retroactivos y envuelto incluso en calamidades ajenas. El cartero de la suerte ha pasado de vuelta llevando en el zurrón todas las facturas impagadas de los tiempos de vino y rosas. Aislado, criticado, desautorizado incluso desde sus mismas filas, encarna en su descarnada soledad el verso desesperanzado de Neruda: «todo en ti fue naufragio». Y no tiene, ni siquiera en el seno del PSOE, quien le arroje un salvavidas.

ABC - Opinión

Colapso delictivo

El conflicto que enfrenta desde hace meses al Ministerio de Fomento con los controladores vivió ayer un episodio de la máxima gravedad con la decisión unilateral y sin previo aviso de estos profesionales de desatender concertadamente sus puestos de trabajo. La consecuencia de esa medida de presión fue el cierre de todo el espacio aéreo español y la clausura de Barajas y el Prat, entre otros aeropuertos, en pleno puente de la Constitución. Según AENA, el 90% de los controladores dejó de acudir a sus puestos y se declaró «incapaz» para cubrir el servicio por estrés y taquicardias. El colapso aeroportuario fue casi total con 250.000 personas inmovilizadas, aunque se calcula que el número total de afectados ha rondado los 4,5 millones. La revuelta se produjo dos horas después de que el Consejo de Ministros aprobara dos disposiciones una de las cuales militariza a los controladores en determinadas circunstancias, en las que pasan a depender de los mandos del Ministerio de Defensa. La otra obliga a todos los controladores a someterse a reconocimientos médicos en el momento en el que se dan de baja, y no después, como hasta ahora. El decreto también impide al colectivo computar dentro de sus horas de trabajo las bajas por enfermedad o los permisos familiares. Más allá de la inoportunidad de la decisión gubernamental de tensar la cuerda en pleno periodo vacacional, lo cierto es que los controladores, con su levantisca actitud, han terminado por perder la poca o mucha razón que pudieran tener. El chantaje o la toma como rehenes de los pasajeros nunca pueden estar justificados, y su responsabilidad es total en las patéticas escenas que se vivieron ayer en Barajas y otras dependencias, y en crear situaciones de potencial inseguridad. Los ciudadanos han acabado por pagar el desencuentro en una negociación mal llevada, en la que las dos partes podían haber hecho mucho más para hallar un punto de acuerdo. El ministro Blanco pretendió poner orden en un colectivo que necesitaba «ventilarse» para corregir una endogamia corrosiva, y que era una fuente de conflictividad periódica. Y así suavizó, por ejemplo, los requisitos para obtener la licencia, al tiempo que abrió la puerta para que los controladores comunitarios pudieran ejercer en España, y aireó emolumentos propios de unos privilegiados. Se trataba de restar fuerza a un grupo que posee, como se ha visto, gran capacidad de coacción, mientras la otra parte contraatacaba con paros encubiertos o bajas fraudulentas. Se buscó la fricción antes que el compromiso.

Ante la extrema situación, el Gobierno replicó a media tarde de ayer con un ultimátum a los controladores y la militarización de los centros de control aéreo, autorizada por el presidente a primera hora de la noche. Había pocas salidas más ante el deterioro y la magnitud de la crisis. En cuanto a la depuración de las responsabilidades, la Justicia tendrá que aplicar el Código Penal a quienes dejaron puestos estratégicos para la seguridad de la aviación. Cualquier causa, por muy justa que sea, pierde toda razón moral cuando se defiende mediante el atropello de los derechos de los ciudadanos. Cientos de miles de personas sufrieron el desvarío de un colectivo que jugó con fuego y terminará quemándose en el desprestigio y en los tribunales.


La Razón - Editorial

Golpe aéreo

Los controladores están chantajeando a todo el país. Una acción que no debe quedar impune.

El abandono masivo y abusivo por parte de los controladores aéreos de sus puestos de trabajo paralizó ayer el transporte aéreo de prácticamente todo el país en un golpe de fuerza con escasos precedentes. Este colectivo ha tomado, de nuevo, el peor camino para hacer valer sus protestas. El sindicato USCA, que agrupa a los profesionales del sector, admitió la naturaleza de la protesta (otras veces se ha escudado en bajas repentinas, pero no concertadas) y explicó que es la respuesta "individual" a la "dura agresión" ejercida ayer por el Consejo de Ministros, que aprobó un decreto clarificador sobre sus horarios (1.670 horas anuales).

Nada justifica, en ninguna circunstancia, el afán de extorsión de una iniciativa que está fuera de la ley. El cierre de los aeropuertos afecta a cientos de miles de pasajeros. Muchos quedaron ayer atrapados en las terminales e incluso dentro de las naves en las que se disponían a volar al inicio del puente de la Constitución. Con su actitud, los controladores no solo pierden la razón y la batalla de la opinión pública, sino que se exponen a sanciones que probablemente superen las meramente laborales, ya que su iniciativa podría estar tipificada en el Código Penal. El Gobierno amenaza a los huelguistas con declarar hoy mismo el "estado de alarma" y ponerlos a disposición judicial, en cuyo caso se enfrentarían a "graves penas de prisión".


Pero tras la militarización del control aéreo firmada anoche por Zapatero, las consecuencias de desobedecer pueden ser aún más graves. El cierre de los espacios aéreos va a producir enormes pérdidas económicas en sectores estratégicos como el del transporte y el turismo, y el chantaje al que los controladores someten al Gobierno y a los viajeros que usan este medio ni puede tolerarse ni puede quedar impune.

Fomento tendrá que imponer con urgencia medidas más drásticas. Su titular, José Blanco, ha sido el primero en una decena de años que ha plantado cara a un colectivo acostumbrado a firmar sus convenios a golpe de amenazas. El decreto que entró en vigor a mediados de este año redujo sus sueldos (de una media de 350.000 euros anuales) en un 40% y abolió privilegios como el de poder jubilarse a los 52 años con el sueldo completo. Los controladores, que amagaron con realizar una huelga oficial en julio pasado para contestar esa iniciativa, terminaron por claudicar.

El golpe de mano de ayer demuestra que el conflicto no había quedado resuelto y que sus protagonistas están dispuestos a tensar la cuerda hasta límites difícilmente soportables. Uno de los antecedentes del conflicto se vivió el martes en el aeropuerto de Santiago de Compostela, donde un tercio de los controladores decía haber cumplido ya con el máximo de horas y se disponía a no volver al trabajo hasta enero. Esa interpretación abusiva de los horarios (antes solo trabajaban un máximo de 1.200 horas anuales) es el origen del decreto aprobado ayer y que ha derivado en esta protesta frente a la cual el Gobierno hace bien en actuar con la mayor contundencia.


El País - Editorial

Contra los controladores, al fin

Si el mejor maestro puede echar un borrón, incluso un Gobierno tan dañino como el socialista puede acertar de vez en cuando, como ha sucedido este viernes.

Por más necesario que sea para España y para la libertad que Zapatero deje su cargo, sería absurdo cerrar los ojos y considerar que todo lo que haga es por definición malo o equivocado. Si el mejor maestro puede echar un borrón, incluso un Gobierno tan dañino como el socialista puede acertar de vez en cuando, como ha sucedido este viernes.

La resurrección del conflicto de los controladores se venía larvando desde el acuerdo alcanzado en agosto. El Gobierno había establecido que los controladores no podían hacer más de un límite máximo de horas al año, en parte para limitar la cantidad de horas extra que pueden cobrar, pero sobre todo como respuesta a la afirmación de que la tensión laboral de un trabajo en el que un error puede provocar una catástrofe obliga a estos profesionales a limitar sus jornadas. Los controladores adelantaron que con la cifra establecida los aeropuertos españoles se quedarían sin sus servicios antes de fin de año. ¿Podía ser que el Gobierno fuera tan chapucero de no saber hacer una suma?


La razón de la discrepancia está en que AENA ha contabilizado las horas máximas como horas efectivamente realizadas. Es la contabilidad lógica si se impone un límite para evitar precisamente que por hacer demasiadas horas se ponga en riesgo la seguridad. En cambio, los controladores consideran que el trabajo sindical, los permisos y las horas en que están disponibles para ser llamados en caso de ser necesario también debían contarse. Esta discrepancia amenazaba con provocar otra huelga, razón por la cual el Gobierno ha optado por aclarar la contabilidad y, por si las moscas, definir un modo mediante el cual pudieran defenderse de un posible chantaje de los controladores. Chantaje que ha tenido lugar de la manera más brutal posible, mostrando un desprecio tal hacia el resto de los ciudadanos que ha cogido por sorpresa incluso a quienes tienen la peor opinión del gremio.

Probablemente nadie en el Gobierno lo esperaba, pero aún así hubiera sido razonable esperar a un viernes menos conflictivo para aprobar el decreto. Pero el resto de su actuación ha sido mejor de lo que hubiera podido esperarse. Durante largo tiempo, muchos españoles hemos deseado que se imitaran las medidas que tomó Reagan en 1981 contra los controladores estadounidenses. Ante un chantaje similar, el presidente norteamericano no sólo despidió a todos los huelguistas, sino que prohibió que se les volviera a dar trabajar en el sector de por vida. Sin embargo, pudo hacerlo porque existía un plan preparado tiempo antes, existían controladores cualificados sin empleo para sustituir a los despedidos y se había entrenado a los militares para asumir el control aéreo. La alternativa del Gobierno ha sido militarizar la profesión; habrá que ver si esta medida puede tomarse por decreto como se ha hecho, pero parece la más razonable dadas las circunstancias.

Los controladores no parecen ser conscientes de su situación real. Sus huelgas –legales, encubiertas o de celo– han afectado a la práctica totalidad de los españoles. Y después de lo que han hecho este viernes la opinión pública y publicada estará dispuesta a que el Gobierno tome cualquier medida en su contra, y cuanto más perjudicial para el gremio, mejor. Como otros trabajadores como los del Metro de Madrid, los controladores se han aprovechado de su capacidad de tomar como rehenes a los viajeros para disfrutar de unas condiciones laborales muy por encima de lo que habrían conseguido en un mercado realmente libre. Aunque a corto plazo sea imprescindible ponerlos bajo órdenes militares, la única forma de detener el chantaje es la apertura a profesionales de otros países. La libertad, en suma.


Libertad Digital - Opinión

Huelga salvaje, chantaje y caos

Los controladores no tienen derecho a convertir el abuso en una costumbre y su profesión en un arma con la que secuestrar a la ciudadanía.

AL margen de cualquier razón política o laboral que pudiera asistirles, los controladores aéreos merecen una condena y un castigo severo por el chantaje organizado que obligó ayer a cerrar el espacio aéreo español a la hora clave para la salida del «puente» festivo. La tarde noche en los principales aeropuertos españoles fue caótica. Es justa y lógica la indignación de cientos de miles de ciudadanos, atrapados en los aeropuertos y convertidos en rehenes de un conflicto laboral al que son ajenos. Una huelga salvaje es una actitud inasumible, impropia de profesionales cualificados, pero incapaces de conjugar sus legítimos intereses laborales con su obligado deber —avalado por unas abultadas nóminas— hacia la prestación de un servicio público esencial. No se trata sólo de que hayan podido incurrir en responsabilidad disciplinaria, y seguramente penal, por paralizar caprichosamente el cielo español, generar serias perturbaciones en el tráfico aéreo y hasta delinquir. Se trata de la falta de dignidad que los controladores demuestran coaccionando a ciudadanos a los que obligan a perder su tiempo y su dinero mientras se dedican a pisotear la imagen de una profesión que ellos mismos —nadie más— han deteriorado hasta causarle un daño irreparable. Es hora de que la Justicia ponga manos a la obra y castigue ejemplarmente a todos responsables.

Tampoco el Gobierno tiene motivos para presumir de la solución a estos gravísimos acontecimientos. Elogiado en su día por su firmeza ante los órdagos planteados por los controladores, el Ejecutivo ha dejado transcurrir los meses dejando los deberes a medias. La «militarización por decreto» de la gestión del trabajo de estos enfermos imaginarios probablemente será una medida eficaz, pero ayer se demostró que, dada la permanente amenaza, debió entrar en vigor hace meses. Al problema de los controladores se suman las anunciadas movilizaciones de los pilotos y de los trabajadores de Aena, a causa de la reciente privatización de la gestión de algunos aeropuertos. Por este camino, pronto se colgará en los aeropuertos españoles el cartel de «Prohibido volar». No se puede jugar al límite en materias que afectan al desarrollo normal del transporte aéreo y a la seguridad de los pasajeros. Los controladores tienen derecho a negociar sus condiciones laborales. A lo que no tienen derecho es a convertir el abuso en una costumbre y su profesión en un arma con la que secuestrar a la ciudadanía.

ABC - Editorial