martes, 28 de diciembre de 2010

La peculiar geometría variable del 'president' Artur Mas. Por Antonio Casado

A la espera de la presentación en sociedad de su Gobierno plural (“el Gobierno de los mejores”, según él), Artur Mas ya es el nuevo presidente de la Generalitat. Indisimulada satisfacción en Moncloa porque Zapatero y Rubalcaba miran a CiU como el añorado socio fiable. Desconcierto en el PSC (socialistas catalanes), donde no acaban de saber si han acertado o no al facilitar la investidura de Mas en segunda votación. Y ataque de contrariedad en el PP, que se siente ninguneado a pesar de su condición de tercera fuerza política y ve incumplida la previsión de su líder regional, Alicia Sánchez Camacho, que esperaba ser decisiva entre nacionalistas y socialistas.

Todo está en el guión del heredero de Jordi Pujol, que tiene muy presentes los agravios recibidos a su derecha y a su izquierda. De conversaciones informales con Artur Mas, rescato algunas perlas en ese sentido. “Una sentencia del Tribunal Constitucional contraria al Estatut arruinaría la posibilidad de apoyar un eventual gobierno del PP”, decía en vísperas de que el alto tribunal hiciera pública la sentencia que recortaba las aspiraciones nacionales y lingüísticas de Cataluña, en línea con las tesis planteadas por el PP en su recurso de inconstitucionalidad. Se refería al Gobierno central, para el caso de una victoria de Rajoy en las elecciones generales por mayoría relativa. ¿Y si fuese por mayoría absoluta? “No lo quiera Dios”, respondió el otro día.
«Zapatero me engañó una vez pero no habrá una segunda”, decía Mas en enero de 2006, cuando más acorralados estaban los socialistas por el atasco en la elaboración del Estatut.»
Tampoco sale bien parado el PSOE en los apuntes que conservo de la distancia corta con el flamante president. “Zapatero me engañó una vez pero no habrá una segunda”, decía en referencia a las discretas reuniones que mantuvo en Moncloa en enero de 2006, cuando más acorralados estaban los socialistas por el atasco en la elaboración del Estatut. Como se sabe, Mas se prestó a pactar la luz verde al texto y Zapatero, para que no se repitiese la situación de 2003, se comprometió a defender que gobernase la fuerza ganadora en las elecciones catalanas de aquel otoño de 2006 (CiU volvió a ganar en votos y en escaños, pero Montilla y su Tripartito se pasaron por el arco del triunfo el compromiso de Zapatero, como es bien sabido).

Con estos antecedentes, Mas se dispone a ocupar el centro de la política catalana con la mirada puesta en las elecciones generales de 2012, que es cuando espera convertirse en el árbitro de la política española. Por eso reza para que “no permita Dios una mayoría absoluta del PP” (es su lenguaje, no el mío). Ni del PSOE, añado, aunque él no lo mencionó porque la hipótesis de una nueva victoria electoral del PSOE ya ni se plantea, y menos por mayoría absoluta.

Hasta entonces, Mas echará mano de la geometría variable en el Parlament. Último vistazo a mi cuaderno de notas. Así hablaba el ya presidente de la Generalitat hace un par de meses, al comentar con un grupo de periodistas con quién podría ir de la mano cuando tuviera que gobernar con mayoría relativa: “Si tengo que hacer un programa económico, con el PP. Y si pudiera elegir, con Rodrigo Rato. Si tengo que hacer un programa de resistencia catalana, con ERC. Y si tengo que hacer un programa de amplio espectro para gobernar Cataluña, con el PSC”.


El Confidencial - Opinión

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