viernes, 22 de octubre de 2010

Zapatero debe una explicación

El final de la banda terrorista ETA es la baza en la que confía el Gobierno en su «plan de rescate», y ahí tiene su sitio el pacto con el PNV.

EL posible y deseable final de ETA vuelve a la agenda del seminuevo Gobierno socialista con un enfoque distorsionado por las palabras de Zapatero en la rueda de prensa que dio para anunciar la crisis de su Ejecutivo. Aseguró que los últimos mensajes de la izquierda proetarra «no van a ser en balde». Zapatero no tiene ya autoridad para volver a confundir a la opinión pública con mensajes crípticos sobre el futuro de ETA o de sus sicarios batasunos. El presidente del Gobierno agotó su arsenal de pirotecnia retórica cuando, entre otras cosas, dijo de Otegi que era «un hombre de paz» y que le constaba que De Juana Chaos, en pleno chantaje de su huelga de hambre, «era favorable al proceso de paz». Ya que Zapatero ha hecho cambios en su Gobierno para mejorar la comunicación, debe empezar por aclarar sus propias palabras y explicar a los ciudadanos, al PP y a las víctimas por qué los mensajes de los batasunos «no van a ser en balde», y para quién y cómo. No hay espacio para más cheques en blanco al Gobierno en este «déjà vu» sobre el final de ETA, ni puede pretender que la sociedad se fíe de su palabra. Menos aún va a servir que Pérez Rubalcaba asuma el aparente lado firme de la lucha antiterrorista, porque supuestamente era el que desempeñó durante la negociación política con ETA entre 2005 y 2007. Y lo hizo blanqueando la falsa tregua de ETA con unos informes policiales que verificaban el cese de la actividad terrorista, mientras la Gendarmería francesa alertaba de que ETA seguía activa y los terroristas introducían explosivos y armas en España, alardeabam de fusilería en los montes vascos, robaban cientos de pistolas en Francia y preparaban el atentado de la T-4 de Barajas. Esta historia no va a tener una segunda oportunidad.

Sin embargo, el final de ETA es la baza en la que confía el Gobierno en su «plan de rescate» —la otra es una campaña sin cuartel contra el PP—, y ahí tiene su sitio el pacto con el PNV, que cuenta también con el refuerzo de Ramón Jáuregui, político que, tras unas buenas maneras personales, presenta una trayectoria en la política vasca basada en su predisposición al entendimiento con el PNV, así como en la falta de sintonía con el pacto antiterrorista de 2000 y con la alternativa constitucional que en su día representaron Mayor Oreja y Nicolás Redondo, y ahora, con diferencias, Basagoiti y Patxi López. El Partido Popular tiene motivos para no tomarse estos nombramientos como una anécdota.


ABC - Editorial

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