jueves, 15 de julio de 2010

Debate. Por qué Zapatero es el problema. Por Emilio J. González

Lo peor de todo fue la sensación que dejó Zapatero de que no piensa rectificar y de que va a seguir con su línea y en el cargo le cueste lo que le cueste.

En sus intervenciones durante el Debate sobre el Estado de la Nación, el presidente del Gobierno ha dado una nueva prueba de que el principal problema para la economía española no es la crisis inmobiliaria, ni la del sector financiero, sino el propio ZP.

Zapatero se presentó en la tribuna de oradores con un discurso como cabía esperar de él: con una intervención llena de generalidades –¿cuáles son las reformas estructurales a las que se refirió?–, sin concreciones y en la que dibujaba una España muy distinta de la real en la que, gracias a él y a todo el catálogo de medidas que está desplegando el Gobierno –que, por supuesto, enumeró de forma exhaustiva–, estamos empezando a superar la crisis. El problema es que todo ese optimismo que ZP derrochó a raudales no lo comparten más que sus incondicionales, porque los analistas hablan de vuelta a la recesión en la segunda mitad del año y de muy serios problemas con el sector financiero a partir de este otoño. Mientras tanto, las empresas no es que ya no consigan crédito, es que ya ni su banco de toda la vida les admite a descuento un simple pagaré, entre otras razones porque el poco dinero del que disponen tienen que dedicarlo a comprar la ingente cantidad de deuda pública que emite el Gobierno para evitar la quiebra del Estado.


Por supuesto, Zapatero no se cortó un pelo a la hora de colgarse un montón de medallas sin, por supuesto, merecer ninguna de ellas. Según el presidente del Gobierno, todo lo que ha hecho el Ejecutivo ha sido porque la crisis internacional ha obligado a nuestro país a adelantar los planes de ajuste y porque su Gabinete apuesta por una España moderna y competitiva, para lo cual ha aprobado las reformas estructurales que dice haber aprobado. Pero lo cierto es, sin embargo, que todo esto no ha sido fruto de la voluntad del Gobierno ni, mucho menos, de su presidente, sino que nos ha venido impuesto por el Fondo Monetario Internacional y la Unión Europea a cambio de no dejar caer a España. Vamos, que nos han intervenido con todas las de la ley, pero de forma sutil, y ZP pretendiendo vendernos las burras: la de que todo es fruto de su preocupación por España y los españoles, la de que ha aplicado un verdadero plan de saneamiento presupuestario y la de que ha puesto en marcha reformas estructurales que distan mucho de ser tales. De la misma forma que las pocas e insuficientes medidas que se han tomado hasta ahora son el fruto del miedo que los mercados le metieron a Zapatero en el cuerpo; miedo que, una vez superado, le ha permitido al presidente del Gobierno volver a las andadas. Él no tiene una verdadera voluntad de hacer nada para arreglar las cosas; sólo responde a la presión externa cuando ésta alcanza límites casi insoportables, lo cual ha minado por completo la confianza en la economía española y su sistema financiero.

Tres cuartos de lo mismo cabe decir en relación con las medidas adoptadas por la Unión Europea para afrontar la crisis, en especial la que puede ocasionar la suspensión de pagos de España. Según la versión de ZP, todo eso del fondo de rescate se debe a él y a su participación en la política comunitaria como presidente de turno de la UE, cuando lo cierto es que las decisiones se han tomado entre Berlín y París, ninguneando a Zapatero y dejándolo al margen puesto que, al fin y al cabo, el problema real era y es la España de ZP, cuya situación puede ser una bomba de relojería para el sistema financiero de la UE. Pero, por supuesto, un ZP muy pagado de sí mismo en su discurso: no se cortó un pelo a la hora de atribuirse al respecto méritos que no le corresponden.

Lo peor de todo, sin embargo, fue la sensación que dejó Zapatero de que no piensa rectificar y de que va a seguir con su línea y en el cargo le cueste lo que le cueste. Dijo que el Estado va a recortar otros 20.000 millones de euros de gasto público en 2011 aplicando la tijera a los gastos corrientes y a las transferencias a las empresas públicas, cuando los primeros no dan para mucho y cuando resulta que, en materia de empresas públicas, el Gobierno no ha aplicado a Renfe la rebaja del 5% que ha impuesto a los funcionarios. En cambio, donde debe dejar de gastar, esto es, en las partidas ideológicas, no va a aplicar la tijera y lo ha dejado bien claro. Él sigue a lo suyo y no piensa marcharse, como contestó a la petición de elecciones efectuada por Rajoy. Es más, tal y como se expresó con eso de que si el presidente del PP quiere que ZP se marche le presente una moción de censura, dejó entrever que, incluso si el PSOE llegara a perder una votación de importancia, digamos, por ejemplo, sobre los presupuestos, el Gobierno seguiría en su lugar. Es decir, que él está dispuesto a seguir en el cargo contra viento y marea, pase lo que pase, mientras no le echen del mismo, y a seguir haciendo lo que ha venido haciendo desde que llegó al poder en 2004. Zapatero, por ello, es el verdadero problema de la economía española. El Debate sobre el Estado de la Nación lo ha dejado muy claro.


Libertad Digital - Opinión

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