viernes, 30 de abril de 2010

Amor familiar. Por Alfonso Ussía

El etarra Usabiaga ha sido liberado por Garzón. El motivo de la pasmosa excarcelación no puede ser tomado en serio.

Usabiaga quiere cuidar a su madre, a «amatxo», a mamá. Tiene dos hermanas, pero la madre, «amatxo», mamá, se siente mejor cuando es el niño el que vela por ella. Y Garzón, que está muy sensible con lo que le pasa, lo ha puesto en libertad a pesar de reconocer que hay riesgo de huida y de reincidencia delictiva. Un santito Garzón.

Estos etarras, familiarmente, son encantadores. Otegui solicitó la libertad para cuidar de su hija. Por desgracia para Otegui y la hija, no lo consiguió. Mejor suerte tuvo Joseba Permach, cuya hija, destrozada por la estancia en prisión de su padre, principió un tratamiento psicológico. Y Permach abandonó la cárcel por 50.000 euros de fianza. Lo mismo que su tocayo Álvarez Emparanza, al que abrieron las puertas de su prisión por una cantidad similar porque su padre requería de atención diaria. Los padres, las madres y los hijos del resto de la población reclusa ya saben lo que tienen que hacer. Reclamar a sus hijos y padres encarcelados para que éstos cuiden de ellos. Una hermosa lección de amor familiar y judicial.


Entretanto, hay centenares de padres y de hijos que visitan a sus seres queridos en los cementerios. Suerte para unos y desgracia para otros. A esos padres e hijos enterrados, muchos de ellos cuando eran niños, todos asesinados por la ETA, en nada afectaron a Otegui, Permach, Usabiaga y Álvarez Emparanza. Muchos de ellos fueron asesinados siguiendo instrucciones de estos cuatro hijos de la gran puta. Ellos necesitan a su familia y su familia de ellos, y a las víctimas y los suyos, que les den morcilla. ¿Será que Garzón está cumpliendo su último servicio político al Gobierno de Zapatero?

«Baltasar, libera a Usabiaga, que es dialogante, y te hago Embajador cuando los torturadores del Supremo, los dentistas que arrancan la muela que no es (¿se ha vuelto usted loco, Bono?), los que quieren resucitar a Franco, te aparten definitivamente de la carrera judicial». Se admite el temblor con la sola figuración de esta posibilidad. Pero no creo que se atrevan a tanto. ¿Tienen padre, madre o hijos los secuestradores y asesinos de Anabel Segura? ¿Tiene padre, madre o hijos el sinvergüenza de Francisco Correa? ¿Tienen padre, madre o hijos los condenados por vender copias ilegales en los «top manta» de esquinas y mercadillos? Delitos de diferentes niveles, pero cárcel compartida. ¿Por qué las madres, los padres y los hijos de los etarras tienen más derechos que los padres, las madres y los hijos del resto de la población reclusa?

Si Usabiaga quiere cuidar a su madre, si Otegui y Permach consideran urgente dar apoyo y paternal cobijo a sus hijas, si Álvarez ha llegado a la conclusión de que su padre necesita su atención diaria, ya es tarde para hacerlo. Ellos han mandado en la ETA. Ellos han aprobado y celebrado asesinatos de centenares de inocentes con padres, madres, hijos e hijas. Ellos no han movido un músculo de la cara cuando ataúdes blancos de niños asesinados se cubrían de lágrimas y tierra. Ellos tienen que cumplir hasta el último día de sus condenas sus vilezas de ayer y de hoy. Que lo hubieran pensado antes. Sus amores familiares son soeces y obscenos con tanta sangre inocente regada sobre España.


La Razón - Opinión

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