viernes, 19 de febrero de 2010

Gore. Por Alfonso Ussía

No albergo intención alguna de iniciar una polémica con Al Gore. Polemizar con quien desconoce la existencia del contrincante es absurdo. No obstante, y por si las moscas, se lo digo: «Al, eres un caradura». Acaba de publicar un nuevo libro, con título sugerente: «Nuestra elección: Un plan para resolver la crisis climática». Al Gore tiene narices. Ha ganado el Nobel de la Paz, el Príncipe de Asturias y un Oscar. Le funciona el aparato perfectamente. Me refiero, claro está, al aparato propagandístico, que del funcionamiento del otro prefiero seguir en la ignorancia más absoluta. El título del nuevo libro de Al Gore es cómodo para adquirirlo en cualquier librería. –Buenos días–; –buenos días–; –¿Tienen ustedes el libro «Nuestra elección: Un plan para resolver la crisis climática», del profesor Al Gore?–; –lo tenemos. Como usted sabe, los derechos de autor son para las ardillas de Montana, los pingüinos de la Antártida y los buitres leonados de Herzegovina–; –Pues me llevo diez, por solidaridad–.

Al Gore critica a los «lobbies» energéticos, pero no al suyo. Afirma que la petrolera Exxon Mobil «pagaba 10.000 dólares por artículo que cuestionara el cambio climático». He escrito varios artículos cuestionando el cambio climático, y Exxon Mobil no ha tenido el detalle de enviarme ni un centavo. Cuando Gore publicó su primer libro, con título más apacible, «Una verdad incómoda», se supo que en su casa se consumía veinte veces más energía que la media, y que cobraba 200.000 euros por conferencia. Me molesta el último dato. Envidia, cochina envidia española. Mis conferencias salen abrumadoramente más baratas, y séame permitido el desahogo de decir que son mucho más interesantes y divertidas que las de Al Gore. Otra cosa que me preocupa de Al Gore es que cada día que pasa se parece más físicamente a Federico Mayor Zaragoza. En el aspecto, están entre Pili y Mili y los Hermanos Calatrava.

En su libro que no ha escrito, Al Gore arremete contra los que niegan el cambio climático y el calentamiento global. Pocos libros se van a vender –me ciño a España–, en la mayor parte de las provincias españolas, que este invierno han protagonizado un calentamiento global de tres mil pares de «eggs». Pero no se trata de reducir la controversia a las experiencias locales. Sucede que alguno de los gurús de Al Gore ha reconocido que ha falseado datos y publicado trampas perfectamente urdidas. Y que lo que tiene Al Gore no es una pasión por la energía blanca y todas esas vainas, sino un negocio formidable que le va viento en popa a toda vela. Y el que escribe textualmente «la sociedad tendrá que cambiar algo más que las bombillas» consume en su casa veinte veces más que en otra casa cualquiera, lo que da a entender la dimensión vertical y horizontal de la carota de Al Gore.

El libro de Al Gore es una cadena de tópicos y lugares comunes del ecologismo «sandía». El equilibrio se encuentra en el respeto hacia la hermana ardilla, el hermano cachalote y el hermano glaciar Perito Moreno, siempre que se acepte como principio incuestionable el mismo respeto hacia el hermano ser humano. Para Al Gore, que ha sido vicepresidente de los Estados Unidos, es más lamentable el desprendimiento de un bloque de hielo que los muertos por una guerra. Pero vende el tío. Un fenómeno. Corran y adquieran su último libro, si es que tienen cabeza para memorizar su título. Y es igualito a Mayor Zaragoza.


La Razón - Opinión

0 comentarios: