martes, 28 de abril de 2009

MEDITERRANEO. Por Arturo Pérez Reverte

Amarrar un barco bajo la lluvia, en la atmósfera gris de un puerto mediterráneo, suscita a veces una melancolía singular. Es lo que ocurre hoy. No hay sol que reverbere en las paredes blancas de los edificios, y el agua que quedó atrás, en la bocana, no es azul cobalto a mediodía, ni al atardecer tiene ese color de vino tinto por cuyo contraluz se deslizaban, en otro tiempo, naves negras con ojos pintados en la proa. El mar es verde ceniciento; el cielo, bajo y sucio. Las nubes oscuras dejan caer una lluvia mansa que gotea por la jarcia y las velas aferradas, y empapa la teca de la cubierta. Ni siquiera hay viento.

Aseguras los cabos y bajas al pantalán, caminando despacio entre los barcos inmóviles. Mojándote. En días como hoy, la lluvia contamina de una vaga tristeza, imprecisa. Hace pensar en finales de travesía, en naves prisioneras de sus cabos, bolardos y norays. En hombres que dan la espalda al mar, al final del camino, obligados a envejecer tierra adentro, recordando. Esta humedad brumosa, impropia del lugar y la estación, aflige como un presentimiento, o una certeza. Y mientras te vas del muelle no puedes evitar pensar en los innumerables marinos que un día se alejaron de un barco por última vez. También, por contraste, sientes la nostalgia del destello luminoso y azul: salitre y pieles jóvenes tostadas bajo el sol, rumor de resaca, olor a humo de hogueras hechas con madera de deriva, sobre la arena húmeda de playas desiertas y rocas labradas por el paciente oleaje. Memoria de otros tiempos. De otros hombres y mujeres. De ti mismo, quizás, cuando también eras otro. Cuando estudiabas el mar con ojos de aventura, en los puertos sólo presentías océanos inmensos e islas a las que nunca llegaban órdenes judiciales de busca y captura, y aún estabas lejos de contemplar el mundo como lo haces hoy: mirando hacia el futuro sin ver más que tu pasado.

En el bar La Marina –reliquia centenaria, sentenciado a muerte por la especulación local–, Rafa, el dueño, asa boquerones y sardinas. A un lado de la barra hay tres hombres que beben vino y fuman, junto a la ventana por la que se ven, a lo lejos, los pesqueros abarloados en el muelle próximo, junto a la lonja. Los tres tienen la misma piel tostada y cuarteada por arrugas como tajos de navaja, el aire rudo y masculino, la mirada gris como la lluvia que cae afuera, las manos ásperas y resecas de agua fría, salitre, sedales, redes y palangres. A uno de ellos se le aprecia un tatuaje en un antebrazo, semioculto por la camisa: una mujer torpemente dibujada, descolorida por el sol y los años. Grabada, supones, cuando una piel tatuada –mar, cárcel, milicia, puterío– todavía significaba algo más que una moda o un capricho. De cuando esa marca en la piel insinuaba una biografía. Una historia singular, turbia a veces, que contar. O que callar.

Sin preguntarte casi, Rafa pone en el mostrador de zinc un plato de boquerones asados, grandes de casi un palmo, y un vaso de vino. «Vaya un tiempo perro», dice resignado. Y tú asientes mientras bebes un sorbo de vino y te llevas a la boca, cogiéndolo con los dedos y procurando no te gotee encima el pringue, un boquerón, que mordisqueas desde la cabeza a la cola hasta dejar limpia la raspa. Y de pronto, ese sabor fuerte a pescado con apenas una gota de aceite, hecho sobre una plancha caliente, la textura de su carne y esa piel churruscada que se desprende entre los dedos que limpias en una servilleta de papel –un ancla impresa junto al nombre del bar– antes de coger el vaso de vino para llevártelo a los labios, dispara ecos de la vieja memoria, sabores y olores vinculados a este mar próximo, hoy fosco y velado de gris: pescados dorándose sobre brasas, barcas varadas en la arena, vino rojizo, velas blancas a lo lejos, en la línea luminosa y azul. Tales imágenes se abren paso como si en tu vida y tus recuerdos alguien hubiera descorrido una cortina, y el paisaje familiar estuviese ahí de nuevo, nítido como siempre. Y comprendes de golpe que la bruma que gotea en tu corazón sólo es un episodio aislado, anécdota mínima en el tiempo infinito de un mar eterno; y que en realidad todo sigue ahí pese al ladrillo, a la estupidez, a la desmemoria, a la barbarie, a la bruma sucia y gris. El sabor de los boquerones y las sardinas que asa Rafa en el bar es idéntico al que conocieron quienes, hace nueve o diez mil años, navegaban ya este mar interior, útero de lo que fuimos y lo que somos. Comerciantes que transportaban vino, aceite, vides, mármol, plomo, plata, palabras y alfabetos. Guerreros que expugnaban ciudades con caballos de madera y luego, si sobrevivían, regresaban a Ítaca bajo un cielo que su lucidez despoblaba de dioses. Antepasados que nacieron, lucharon y murieron asumiendo las reglas aprendidas de este mar sabio e impasible. Por eso, en días como éste, reconforta saber que la vieja patria sigue intacta al otro lado de la lluvia.

XL Semanal

EL "ZAPATERISMO" ES COMO UNA BANCA PIRAMIDAL EN ESTADO DE EMERGENCIA

El "Zapaterismo" funciona como una banca piramidal: necesita dinero abundante para generar confianza y comprar voluntades y votos, pero fracasa y se hunde cuando el dinero escasea y la gente desconfía. Entonces, todo el edificio, construido sin cimientos, se viene abajo.

El sistema de gobierno impuesto por Zapatero en España es incompatible con la crisis, la austeridad y el esfuerzo. El "Zapaterismo" es un sistema de compra de personas, votos y voluntades que requiere enormes cantidades de dinero gestionado por el Estado para funcionar, utilizándolo sin límites ni remilgos para generar clientelismo, comprar la paz de los sindicatos y de la patronal, inundar los medios de comunicación con publicidad, lubricar a los grandes poderes y contratar con sueldos elevados a cientos de miles de enchufados. En España, ese sistema de poder politico basado en el despilfarro del dinero público ha sido posible gracias a la lluvia recibida de fondos europeos, a la extraordinaria expansión del consumo, al "boom" del ladrillo y a la desmedida presión fiscal que soporta el ciudadano y la empresa.


Al llegar la crisis, Zapatero se negó a reconocerla no sólo para engañar a los españoles, sino para poder endeudarse libremente y prolongar así, artificialmente, el periodo de opulencia económica del gobierno. Cuando endeudó a España hasta el límite, hipotecandola por varias generaciones, y se le acabó el crédito, entonces, sólo entonces, reconoció la existencia de una crisis que entonces reconoció como muy grave. Entonces cambió su gobierno, diseñado para la opulencia, por un equipo nuevo, experto en ganar voluntades sin usar masivamente el dinero, utilizando influencias y otras capacidades para convencer, al que incorporó a sus amigos más influyentes y a los pesos pesados de su partido.

La última esperanza del zapaterismo, que es consciente de que sin dinero su gobierno es inviable, consiste en resistir unos años más, consiguiendo dinero de donde existe, que es del bolsillo de los ciudadanos, de las debilitadas finanzas de las empresas, y de la banca española, a la que se le está obligando a comprar masivamente deuda pública, con la esperanza de que otros paises consigan salir pronto de la crisis y contagien su prosperidad a España.

Pero el "milagro" que espera Zapatero es una quimera irrealizable por dos razones concretas: la primera es que la crisis va a durar más de lo que a él le conviene y las elecciones de 2012 van a celebrarse con España en el foso de la pobreza, el retroceso y la desesperación, con casi seis millones de parados y con el tejido productivo dinamitado por el mal gobierno y el despilfarro político; la segunda es que la España de Zapatero no está preparada para salir de la crisis ni siquiera contando con una oleada de bonanza mundial porque la formación de sus jóvenes es tercermundista y porque el zapaterismo, que cierra empresas, manda al paro a los autónomos y crea desempleados a rítmo de vértigo, habrá destruido pronto el tejido productivo casi en su totalidad.

Consciente de que el "milagro" no va a producirse, Zapatero ha formado un gobierno defensivo a ultranza, dispuesto a colocar el autobús delante de la portería para evitar goles, mantener las alianzas básicas que permitan la victoria electoral en 2012 y desmoralizar al Partido Popular, al que se le viene encima un acoso y una presión destructora que ni siquiera imagina.

El gobierno que Zapatero ha congregado tras la reciente crisis es un equipo diseñado para ganar voluntades y complicidades: Chaves tiene la misión de cautivar a los partidos políticos de las autonomías, en especial a los nacionalistas, para recomponer las alianzas excluyentes que dieron apoyo al PSOE en los últimos años y volver a aislar al PP, cerrándole, si fuera posible, cualquier ruta que le conduzca la la Moncloa. Pepiño tiene el encargo de beneficiar con el dinero de su superministerio de Fomento, el único que va a manejar dinero a gran escala, a las grandes empresas y poderes económicos del país. Gabilondo tiene el encargo de cerrar alianzas y pactos de complicidad con el más poderoso "lobby" del país, el de los profesores universitarios, del que él forma parte. La sonriente Trinidad Jimenez es la encargada de controlar al poderoso y rebelde colectivo médico. González Sinde, miembro del sindicato pro-Zapatero de "la ceja", asume la misión de mantener adicto a los artistas, un grupo poderoso y con gran capacidad prescriptora en España. Corbacho sigue en su puesto porque está controlando de manera aceptable a los sindicatos y Elena Salgado, necesaria sustituta de un Solbes que se negaba a someterse a los dictados de Zapatero, es una gestora sumisa que tendrá que ceder a los caprichos del jefe y emplear toda su experiencia para controlar a todos los colectivos de interés con los cada día más escasos fondos públicos.


Voto en Blanco

MUCHO QUE APRENDER. Por Ignacio Camacho

ESE sonriente faldero narizotas que camina con gesto arrogante junto a la esbelta arquitectura de Carla Bruni no es un llavero con patas sino el presidente de una potencia nuclear que todavía es capaz de darnos sopas con honda. Así que un respeto; detrás de ese pequeño napoleón con alzas elegido por sufragio directo hay una nación que, por intensidad política, por cohesión cultural, por estrategia económica y por prestancia internacional, todavía tiene mucho que enseñarnos además del longilíneo perfil y el mohín pizpireto de la señora esposa de su Jefe del Estado.

De Francia, por ejemplo, podría España aprender el sistema electoral del «ballotage», que evita el mercadeo político de las poltronas; o el desacomplejado orgullo nacional de su clase dirigente; o el pragmatismo estratégico con que cimenta su poderío económico en una energía nuclear que aún le sobra para vendernos al precio de hipotecar nuestra independencia y nuestra balanza de pagos; o incluso el denuedo con que defiende su sector industrial y tecnológico como base de su estabilidad y de su desarrollo. De Sarkozy, al que se ha puesto de moda denostar por frívolo sólo porque bebe los vientos por una dama de aquí te espero, nos vendría bien tomar prestado algo del coraje hiperactivo con que se echa la crisis a las espaldas, o de la generosidad con que incorpora a su Gobierno a miembros relevantes de la oposición para sentirse rodeado de una excelencia sin dogmatismos; o de la firmeza de principios con que preconiza una cultura del mérito y del esfuerzo; o del realismo con que enfoca la política de inmigración. Todo eso junto, más una honda tradición democrática basada en los valores del liberalismo igualitario, mantiene al país al frente del concierto europeo con una sólida conciencia hegemónica y un tejido productivo que encaja el sufrimiento de la crisis con voluntad de resistencia, sin desmoronarse al primer soplo de contrariedad en su modelo.

Hay, sí, mucho de soberbio en la farfolla bonapartista de ese estilo de exhibicionismo republicano, y algo de «rollo Evita» en la hipertrofia mediática de la exmodelo reconvertida en primera dama; pero Francia es una nación que sabe dónde está y a dónde quiere ir, y que aún se ríe de la paleta jactancia con que no hace demasiado tiempo pronosticaba Zapatero que España iba a sobrepasarla en renta per cápita y en derechos ciudadanos. Francia, la vieja Francia, aún sabe renovarse a sí misma y buscar en el mundo un papel acorde con su proyección en la Historia. Y más allá de caricaturas facilonas y de oportunismos obamianos, su presidente nos trae la estela de un envidiable intangible político que trasciende la pasión por el poder para revelarse como un factor de impulso frente a la adversidad y la catástrofe. Se llama liderazgo.

ABC - Opinión

EL PARTIDO SE (LA) JUEGA. Por Cristina Losada

Europeas

«Zapatero se ha caído del cartel y se recurre al inquilino de la Casa Blanca. Muy deteriorado ha de estar el atractivo de nuestro primer actor, imprescindible amuleto para el triunfo hasta hace poco, para que se le sustituya sin contemplaciones.»

Una presencia, en ocasiones, sólo subraya una ausencia. Así ocurre en la campaña socialista para las elecciones europeas, que ha pasado de aquella promesa de volver a Europa al expediente de meternos de matute en los Estados Unidos y con derecho a voto. Hace falta descaro para poner en letras de molde que podremos votar por Obama con la papeleta del PSOE. Pero también hay necesidad. Zapatero se ha caído del cartel y se recurre al inquilino de la Casa Blanca. Muy deteriorado ha de estar el atractivo de nuestro primer actor, imprescindible amuleto para el triunfo hasta hace poco, para que se le sustituya sin contemplaciones. De ahí que el lema oficial "ahora el partido se juega en Europa" se nos transforme en el que sirve de título a esta columna. Barack es el único que puede obrar el milagro de ganarles ese match. Con suerte.


Por lo demás, la de los socialistas se perfila como una de esas campañas europeas que insisten en refutar la pertenencia de España a Europa. Una de las que con sus lemas, sus spots y sus concetos se empeñan en negar que este país participa de la cultura que se desenvuelve al norte. Es digna sucesora, pues, de aquella a favor de la Constitución europea que inscribía a los españoles en el analfabetismo político. La que ofrecía como señuelo a unos cantantes folclóricos que proclamaban que había que votar que sí porque lo decían los que sabían de "esas cosas". Sabiduría popular del Antiguo Régimen en esencia. Sin olvidar el Referéndum Plus, que encerraba a Europa en una botella como si fuera un genio de las Mil y Una Noches.

No se le puede pedir finezza a la propaganda, cierto, pero de ahí a que provoque vergüenza ajena va un trecho largo. Salvo que nos pase como al partido de Zapatero, que se distingue por carecer de sentido del ridículo; lo cual, dicho sea de paso, explica en parte su éxito. Sonroja, no obstante, la persistente y supina ignorancia sobre los neoconservadores de que hacen gala nuestros socialistas en su afán por dibujar con gruesos trazos un universo maniqueo a la altura de cualquier simple. Señal de que toman por simples y desinformados zotes a sus clientes. Pero es verdad que aciertan en un punto. Hay, y desde hace tiempo, dos visiones del mundo frente a frente. Y la de Zapatero preconiza el apaciguamiento, la entrega, la rendición preventiva ante aquellos que se proponen destruir la civilización y la sociedad abierta. Lo risible tiene su lado oscuro.

Libertad Digital - Opinión

BRUNI. Por Alfonso Ussía

Esta cumbre, que será como todas las cumbres, sólo tiene un interés. Ella. Y ella lo sabe. Y nos enamorará a todos.

Cumbre hispano-francesa en Madrid. La gente llama para ser invitada a la cena de gala del Palacio Real. La gente tiene muy poca vergüenza. A las personas que maniobran para ser invitadas por los Reyes no les importa nada el resultado de la reunión bilateral. Quieren ver a la Bruni. Como yo, pero me aguanto. Además, yo conozco a Carla Bruni de tiempos pasados. La conocí en una concentración hippy-ecologista en Saint Jean de Trois Eglises, hace unos años. Y tuve que dejarla en Aix les Bains una semana más tarde por los tostones que me daba con sus canciones mañaneras. Los hipotensos no soportamos la música hasta bien entrada la mañana. De todas maneras, reconozco que conocer a Carla Bruni tiene su importancia. Cuando Sarkozy se topó con ella creció siete palmos. Es como una diosa. A estas alturas de mi escrito debo reconocer que es mentira nuestra relación anteriormente descrita.


No existe Saint Jean de Trois Eglises, no abandoné a Carla en Aix les Bains, y jamás he formado parte de una concentración hippy-ecologista. El único objetivo de mi farol ha sido el de originar cólicos de envidia entre los lectores en el breve plazo de diez líneas. Reconocida mi bola, paso a lo fundamental. Esta mujer que nos ocupa la mente es extraordinaria. Me encantan los juncos mimosos. No ha sido necesario gastar ni un euro ni un día para que sepa representar con naturalidad su papel de mujer del Presidente de la República Francesa, que como es de todos conocido, es la República más monárquica del mundo, y su Presidente, casi un Rey absoluto. Sarkozy viene del exilio, de la indómita y romántica Hungría, y sabe que es bajito. Lo último es importante. España está llena de bajitos con vocación de altos, y así nos va. Y de altos que se avergüenzan de serlo y anuncian otoños con joroba. Carla Bruni es altísima, pero su otoño no será corcovado ni contrahecho. Ni el de Sarkozy un atardecer triste. Lo más preocupante de Sarkozy es que piensa que Zapatero es tonto, y no contento con ello, va y lo dice. Así que la cumbre va a resultar un poco incómoda, si bien sus objetivos, los de España y Francia, son casi coincidentes, con un matiz que los distancia. Francia combate la crisis con inteligencia y España con demagogia, y en casos como éste, la inteligencia y la demagogia viven cada una por su lado. Pero me voy del fundamento de esta reflexión manuscrita, que estoy escribiendo a mano, último detalle de cortesía que puede ofrecer un escritor a una mujer bellísima. Carla Bruni consiguió, hace unos meses, que la Reina de Inglaterra le dedicara tres horas seguidas de atenciones y palabras. Eclipsó a la mujer de Obama en Londres. En Holanda, las féminas de la Familia Real holandesa parecían quesos de bola a su lado. Quesos de bola de color naranja. En Egipto interrumpió los sueños de los faraones. Lo de España está por ver, pero va a resultar histórico. Los periodistas de por aquí quieren establecer comparaciones con otras mujeres, y eso no promete buenas intenciones. Esta maravilla de la naturaleza no admite comparación con nadie. Cuando Sarkozy la lleva a todas partes, por algo será. Y ahí están los ridículos esnobs de nuestra sociedad, llamando a Protocolo para acariciar sus manos en la tanda de saludos. Que se fastidien. Esta cumbre, que será como todas las cumbres, sólo tiene un interés. Ella. Y ella lo sabe. Y nos enamorará a todos. Pero conmigo no tiene nada que hacer. Nací digno.

La Razón - Opinión

A VUELTAS CON ESPAÑA - ROSA AGUILAR. Por José Luis Gómez

Durante años, conocidos dirigentes del Partido Comunista y de Izquierda Unida han ido buscando acomodo en el Partido Socialista por muy diversas razones, pero casi siempre conscientes de las dificultades que entraña mantener en pie un gran partido a la izquierda del PSOE. Es verdad que hubo decepciones tras el trasvase pero, en general, los ex comunistas triunfaron en el PSOE, hasta el punto de hacerse con puestos relevantes en el partido de acogida, que a veces se presentó como la casa común de la izquierda española.

En la etapa de Zapatero fue a menos la incorporación de antiguos comunistas al PSOE, sin que ello supusiera que ZP marginase a los que habían llegado. Al contrario, tanto en los gobiernos como en los grupos parlamentarios socialistas de España y de diversas autonomías destacan políticos llegados del PCE o de IU, lo cual tiene su lógica, ya que en general se trata de cuadros bien formados.


Ahora le llega el turno a Rosa Aguilar, ex alcaldesa de Córdoba, que ha sido nombrada consejera del Gobierno andaluz que preside José Antonio Griñán. No llega directamente al PSOE, ya que de momento entra como independiente en la Junta de Andalucía, pero todo parece indicar que en el algún momento se hará con el carné socialista. IU no apoya a Griñán -votó en contra en su investidura-- y aunque el presidente andaluz no le pidió a Rosa Aguilar que abandonase su partido, su marcha estaba cantada.

Rosa Aguilar es una política excepcional, además de ser una persona agradable, con lo cual, es lógico que haya desatado el enfado de IU yéndose con el enemigo. Lo que ya se entiende menos es que quienes ahora lamentan su marcha hicieran tan poco para que ella se sintiera cómoda en Izquierda Unida. Ella misma lo resume muy bien en una sola frase: "No te pueden decir que sobras y llamarte traidora cuando te vas". Se ha producido, por tanto, algo que estaba cantado que iba a suceder en algún momento. Eran tales las diferencias de criterio de la ex alcaldesa de Córdoba con su partido que solo la retenían los lazos afectivos. Sus desacuerdos eran con IU y sus afinidades con el PSOE. Solo hizo lo que ya pudo hacer hace tiempo.

Periodista Digital

RELACIONES ESTRATEGICAS

El presidente de la República Francesa, Nicolas Sarkozy, inició ayer su primer viaje de Estado a España. Hace tiempo que ambos países consideran sus relaciones como estratégicas, tanto en la gestión interna del proyecto europeo como también frente a terceros, según quedó de manifiesto en el decisivo apoyo de Sarkozy para que España obtuviera plaza en las reuniones del G-20 sobre la crisis financiera o en la elección de Barcelona como sede para la Unión por el Mediterráneo. Con la única salvedad del periodo más atlantista de la última legislatura de Aznar, el entendimiento entre España y Francia ha sido fructífero y profundo, y se ha mantenido a pesar de las diferencias de color político entre los respectivos Gobiernos. Se trata, pues, de una visita que se enmarca en la continuidad y el reforzamiento del excepcional clima existente.

Sarkozy llega a España apenas días después de la detención del tercer jefe etarra que cae en suelo francés en el plazo de cinco meses. La cooperación de las autoridades galas es uno de los elementos imprescindibles para acabar con la lacra terrorista, y es necesario reconocer y agradecer a Nicolas Sarkozy su compromiso personal e inequívoco en esta materia. El éxito en la colaboración contra la violencia etarra ha servido de pauta para elaborar la declaración de seguridad interior que se firmará durante esta visita, y con la que Madrid y París se proponen extender los mecanismos bilaterales de coordinación ya experimentados a la lucha contra el terrorismo yihadista, el narcotráfico, el blanqueo de dinero y, sorprendentemente, la inmigración ilegal. En concreto, la detención y deportación de extranjeros en situación irregular.

Es en este último punto donde vuelve a quedar en evidencia el giro del Gobierno español en materia de extranjería y su propósito de disimularlo detrás de compromisos internacionales. Sarkozy ha abanderado desde hace años la política de dureza contra la inmigración, mientras que, desde el lado español, se ha producido un progresivo alineamiento con las posiciones más conservadoras en el seno de la Unión Europea. Cuando menos, se trata de un giro innecesario: el propio Ministerio del Interior español acaba de confirmar la drástica caída en la cifra de extranjeros que entran ilegalmente en nuestro país, debido a los efectos de la crisis económica sobre el empleo. Y, por otra parte, resulta más que dudosa la consideración de la inmigración como un asunto de seguridad interior, según establece la declaración conjunta que se firmará en Madrid.

En el capítulo de los asuntos pendientes continúa la interconexión ferroviaria a través de alta velocidad, puesto que la línea de muy alta tensión avanza a buen ritmo. Es dudoso que la cumbre ofrezca novedades en este campo, donde el interés español es superior al francés. Francia no tiene previsto unir Montpellier y Perpiñán hasta 2020, ocho años después de que el AVE español llegue a esta última ciudad.

El País - Editorial

CARLA & CIA. Por José García Domínguez

Sarkozy

Para ganar las elecciones hay que ser, por encima de cualquier otra consideración, popular; de ahí que un imbécil que diga sí a todo con una leve sonrisa Profident entre los labios se haya impuesto como paradigma universal del candidato perfecto.

Algo debe estar haciendo bien Nicolas Sarkozy cuando un sondeo nacional acaba de certificar que tres de cada cuatro franceses creen que el mejor político del país es Jacques Chirac. El cleptómano, el mentiroso compulsivo, el inútil de Chirac. Chirac, el oponente presidencial al que no pudo batir Le Pen por la triste evidencia de que resultaba imposible ser más corrupto que él, más antiamericano que él, más reglamentista que él, más estatista que él, más entusiasta de la excepción cultural que él, más proteccionista agrario (y no agrario) que él... Chirac, nadie más ciegamente refractario al mundo que emergió tras la caída del Muro que él.


En una célebre carta de Michel Revel dirigida a su hermano Jean-François, leemos a propósito de esa Francia instalada en la estéril nostalgia de sí misma: "¿No te asombra que se haya logrado crear, doscientos años después de la Revolución, una sociedad idéntica a la del Antiguo Régimen? La Administración de alto rango equivale a la nobleza de corte, los funcionarios a la baja nobleza, los subvencionados de la cultura al clero, los empresarios de las grandes concesiones públicas a los financieros de palacio, los profesionales liberales a los togados, y los asalariados del sector privado al tercer estado. Con las mismas tensiones y la misma esclerosis, pero con menor espíritu y elegancia". En apenas un párrafo, el más exhaustivo informe forense de la France qui tombe, feliz expresión acuñada por Nicolas Baverez con tal de condensar tanta y tan altiva parálisis terminal.

"Leen a Tocqueville pero, no te engañes, sólo es por buscar en sus páginas el rastro de Luis XV", concluía aquella lúcida nota de Revel para Revel. Sin embargo, algo, insisto, debe estar haciendo bien Sarkozy. Tres de cada cuatro, en contra. Es la gran paradoja de la democracia: para ganar las elecciones hay que ser, por encima de cualquier otra consideración, popular; de ahí que un imbécil que diga sí a todo con una leve sonrisa Profident entre los labios se haya impuesto como paradigma universal del candidato perfecto. Sin embargo, gobernar con eficacia y rigor impone justo lo opuesto: contrariar los designios por lo común irreflexivos, a menudo caprichosos, siempre inmediatistas, tantas veces infantiles de la muy soberana opinión pública. Ya lo advirtió Narváez, aquel fiero espadón del XIX: gobernar es resistir.

¿O será todo por culpa de la otra?

Libertad Digital

MOMENTO DULCE EN LA RELACION ESPAÑA-FRANCIA

El presidente Sarkozy ha demostrado que la actitud de Francia hacia España ha cambiado desde aquella ignorancia, superioridad e incluso desprecio de otros dirigentes.

LAS VISITAS DE ESTADO de los presidentes franceses a España siempre han despertado una gran expectación que se corresponde con la importancia de las relaciones entre dos países vecinos con estrechos lazos históricos y tantos intereses en común. Si además el presidente es Nicolas Sarkozy, el líder que ha revolucionado muchos usos y costumbres de la política tradicional -tanto en su país como en Europa-, el interés se multiplica e incluso alcanza a la crónica de interés social, ya que le acompañará su esposa, la popular cantante Carla Bruni.


«Estamos de acuerdo en todo», señala hoy en EL MUNDO el ministro de Exteriores galo, Bernard Kouchner. La expresión puede parecer una exageración diplomática -y lo es-, si bien hay que decir que las relaciones entre Francia y España atraviesan por uno de sus momentos más dulces y son un ejemplo de cooperación bilateral y multilateral que se intensifica cada día. Conviene subrayarlo porque históricamente no siempre ha sido así a lo largo de los últimos 25 años. El lazo que ha unido sólidamente a las dos naciones es sin lugar a dudas la colaboración en materia antiterrorista y la firme decisión de Sarkozy -desde que era ministro del Interior- de combatir a ETA sin tregua en territorio francés, donde la banda terrorista tenía su santuario y donde aún residen los jefes etarras. Las detenciones y entregas inmediatas de miembros de ETA a España se han multiplicado, el funcionamiento de las comisarías y unidades conjuntas de la Guardia Civil y la Gendarmería ha logrado descabezar a la banda varias veces en los últimos meses.Madrid y París quieren extender esta colaboración, clave para España, a otros ámbitos de los delitos considerados «sin fronteras», como el narcotráfico y el crimen organizado. Incluso en la cuestión de la inmigración ilegal, las posiciones de ambos países han ido acercándose, tras las críticas de Sarkozy a la regularización llevada a cabo por el primer Gobierno de Zapatero. La cumbre hispano-francesa abordará la puesta en marcha de planes de repatriación conjunta de «sin papeles».

Las discrepancias hispano-francesas, que existen, se limitan a la política exterior -Kosovo y Turquía, por ejemplo- aunque lo más preocupante para nuestro país es el claro desequilibrio comercial. Más de 1.500 empresas francesas están instaladas en España, mientras que apenas llegan a las 400 las compañías españolas en Francia.

Tanto en sus discursos como en sus actuaciones, el presidente Sarkozy ha demostrado que la actitud de Francia hacia España ha cambiado desde aquella ignorancia, superioridad o incluso desprecio al entendimiento actual. Su canciller insiste en que las palabras del presidente cuestionando la «inteligencia» de Zapatero han sido un malentendido y que Sarkozy «aprecia, frecuenta y quiere» a Zapatero.

La visita de Estado del líder galo significará para el presidente español un pequeño respiro político en un momento de graves dificultades, tanto por las dramáticas cifras del paro como por su soledad parlamentaria. Aunque el presidente francés llega a España con la crisis también pisándole los talones, un significativo descenso de su popularidad y con dos huelgas generales detrás, el desempleo en Francia -un 8,5%- no se ha desbocado como en España. Y la receta para afrontar los problemas del ministro de Exteriores, un socialdemócrata confeso a quien Sarkozy ha incorporado a su Gobierno es clara: «En casos de crisis es necesaria la unión nacional, lejos de cálculos electorales». Kouchner es el dirigente político más valorado de Francia. Aquí tiene Zapatero un ejemplo de que cómo no todo el mundo se aferra sólo a la ideología para gestionar una nueva realidad.

El Mundo - Editorial

GRIPE PORCINA: PREVENCION SI, ALARMISMO NO.

La confirmación del primer caso de gripe porcina en Europa, detectado en la localidad albaceteña de Almansa, ha hecho saltar todas las alarmas sanitarias y ha llevado la epidemia de gripe –hasta ayer recluida al ámbito americano– a las portadas de los periódicos de todo el mundo. No es la primera vez que se dan brotes de gripe como el actual y, con toda seguridad, no será la última. De cuando en cuando ciertas cepas de gripe saltan de los animales a los seres humanos y ponen en jaque a toda la profesión médica.

En este, como en otros episodios similares ocurridos en el pasado, identificar el virus que causa esta variedad de gripe ha sido la clave que permitirá a los médicos combatirlo eficazmente. Ya sabemos cuál es el virus, de dónde proviene y cómo debe tratarse. Porque, a diferencia de otras enfermedades, la gripe porcina tiene cura. Esto es algo que ha de tenerse muy presente para conjurar el alarmismo que se ha generado en torno a este tema. Las autoridades sanitarias disponen de los medios para enfrentar una epidemia como esta y la sanidad española está sobradamente dotada para atender a todos los afectados.

Esto no debe, sin embargo, ir en detrimento de la obligada prevención en circunstancias como las actuales, con un caso confirmado y otros tantos repartidos por toda la geografía española, a la espera de la confirmación definitiva. El Ministerio de Sanidad y las consejerías del ramo en las Comunidades Autónomas deben extremar la precaución y tomarse muy en serio la epidemia de gripe poniendo a disposición de los ciudadanos toda la información necesaria para evitar que siga extendiéndose y que, al tiempo, acabe con la rumorología popular sobre una enfermedad que, al menos desde el punto de vista sanitario, está bajo control.

Lo que no debería hacer el Gobierno, sin embargo, es extralimitarse en sus funciones dando pábulo al alarmismo a través de medidas políticas que en poco o en nada contribuirán a frenar el avance de la epidemia en su estado actual. En el mundo en el que vivimos las enfermedades también se han globalizado. Esta es ya una realidad que los gobiernos deben aprender a gestionar eficientemente combinando en equilibrio la prevención y los recursos sanitarios.

Cerrar las fronteras o aprovechar la coyuntura como excusa para implantar el proteccionismo económico sería un error de grandes dimensiones que no tardaría en pasar factura, esta vez sobre las posibilidades de recuperación frente a la crisis. Una enfermedad no puede separarnos del resto del mundo, y tratar de levantar muros para evitar potenciales contagios se ha demostrado del todo inútil en pasadas epidemias globales. Las medidas de prevención en aeropuertos y otros puntos de entrada al país son bienvenidas siempre y cuando no vayan acompañadas de un programa de control exhaustivo o de trabas al comercio. Eso agravaría la otra gripe, la que padece la economía mundial desde hace un año, y para esa los Estados no han encontrado aún la cura.

Libertad Digital - Editorial

LA PESTE DEL MIEDO. Por Hermann Tertsch

LOS que nunca hemos sido un colmado de virtudes en el trato de nuestro propio cuerpo tendemos mucho a relativizar la alarma ante catástrofes sanitarias. Eso somos quienes hemos pasado toda la vida intentando rebatir la máxima de «mens sana in corpore sano». Porque hemos creído firmemente en las tesis de Peter Altenberg y Joseph Roth de que la sabiduría requiere un conflicto con la salud. Cuando uno comienza a dudar de ello suele ser demasiado tarde para intentar la otra opción. Recuerdo lo irrisoria que me parecía la recomendación de tanto amigo durante la catástrofe de Chernobil -que yo viví en Polonia, en Varsovia y en Cracovia- de que me pusiera en las colas para tomar yodo. A mí, que me fumaba tres paquetes de Marlboro. A mis colegas Paco Eguiagaray, a Juan González Yuste y a Hernán Rodríguez Molina, tres hombres de Altenberg y Roth también les hacía mucha gracia. Ellos ya no están. Eso no quiere decir que no sintamos todas y cada una de las muertes y tragedias habidas. En las que las víctimas son gentes que jamás quisieron ponerse en peligro. Desde las pestes medievales, las pandemias americanas, la peste de nuestra era moderna que es el sida o las gripes aviares o ahora porcinas. Pero a mí, aun hoy, se lo confieso, me cuesta mucho sintonizar con la alarma social, con ese miedo generalizado por motivos de salud. Comprendo perfectamente la labor imprescindible de divulgación y advertencia de los poderes del Estado y de las instituciones en estos casos. Pero los echo de menos en otras pestes que carecen de la popularidad necesaria y que también tienen mucho que ver con la salubridad.

A mí me da mucho más miedo el hecho de que el presidente iraní Ahmadineyad pueda chantajear a países cercanos y lejanos con un arsenal nuclear. Y a la gente parece traerles al pairo. Me causa infinito terror -no por mi vida que al fin y al cabo será de las ya difícilmente afectadas- que la OTAN retroceda día a día ante la presión militar del movimiento talibán. Y, esto ya nos toca más cerca, me siento aterrado ante el hecho de que un Gobierno socialista en el País Vasco no consiga reunir los altos cargos necesarios para dirigir la región y que todo se deba al miedo. Tengo auténtico miedo al miedo. Porque es lo que destruye las sociedades libres. Considero un signo terriblemente alarmante que gente cualificada y formada se niegue a ejercer un cargo público por miedo. Y no se trata de exigir heroísmo. Ni de ser el general Charles Gordon en Jartum. Resulta aterrador saber cuánto miedo hay entre nuestros ciudadanos, entre los supuestamente más cualificados y teóricamente más informados sobre lo que es la vocación del bien común. Ese miedo tóxico deja a la ciudadanía inerme. Nadie puede pedir coraje a la ciudadanía cuando altos ejecutivos no aceptan trabajar para su país desde un cargo con dos escoltas, inhibidor y chófer. Miedo da este miedo que es una peste que ya es pandemia.

ABC - Opinión

CHAVES Y LA MULTIBILATERALIDAD. Por Javier Orrico

Están alumbrando una nueva nación, la Cataluña Imperial que nos absorberá a todos, y han enviado a Chaves por España a que nos ponga la epidural. Para que no nos duela. Chaves es el comadrón entre ZP y Montilla, el experto en realidades nacionales y partos de los montes. Otros lo llaman el Papamóvil, porque viene a predicar el amor, a dar abrazos antes de que Salgado le entregue a Cataluña cuanto pide.

Y lo que le piden al Estado los nacional-socialistas catalanes, conviene no olvidarlo, no es sólo una inversión en infraestructuras portentosa a modo de “deuda histórica” (la misma que, por ejemplo, se niega en Murcia)durante unos cuantos años; ni una financiación aún más ventajosa de la que ya tienen (están por encima de la media española en financiación per cápita); sino dos cosas mucho más graves y, diría, escatológicas.

En primer lugar, que se les garantice un reequilibrio de lo que llaman la balanza fiscal (consideran los impuestos pagados en Cataluña como un todo, y le restan lo que se les devuelve, también considerado como un todo), lo que supondría, aplicado a las ‘personas físicas’, que los ricos sólo pagaran un tanto por ciento pequeño y muy limitado por encima de lo que el Estado les ofrece en servicios.


Esto es lo que la izquierda española, catalanista y plural, llama hoy la redistribución de la riqueza: que los ricos no paguen. Y a los que lo denunciamos, nos llaman reaccionarios. Pues sigamos reaccionando. Porque, en segundo lugar, el Estatut exige que la posición de riqueza que Cataluña ocupa en el (des)concierto hispánico no pueda variar nunca. Es decir, que si otros territorios lo hacen mejor, se gastan menos en Carodes Antipas, embajadas, doblajes y todo tipo de chanchullerías nacionalizantes, o facilitan las inversiones foráneas o producen más, en ningún caso ello pueda llevar a un ascenso de la posición relativa de esas regiones frente a la catalana. Juego limpio, que se llama.

Va para tres años que el Estatut, aprobado por las Cortes zapateras, consagró tales privilegios y toda nuestra vida política gira a su alrededor. Lo que ha venido después no es sino la consecuencia de esa estúpida política socialista. En algunos casos, acompañada del desvarío popular, en un intento metafísicamente imposible de sostener a España y algunos feudos a la vez, y no estar loco.

Pero la más brillante aportación al timo zapaterista la hemos vivido estos días. Le han encomendado a Chaves que convenza a las comunidades 'rebeldes' de que dos cosas que se excluyen son compatibles: la bilateralidad negociadora que les impone Cataluña, independiente de lo que la otra nación, España, haga con sus regiones, como si quiere disolverlas; y lo que hasta ahora existía, al menos en las formas: un conjunto de comunidades iguales que discuten juntas, multilateralmente, lo que a todas atañe. El Estado español post-estatut que le han dado a Chaves para que lo viaje consiste hoy, legalmente, en lo siguiente: dos naciones forales, Navarra y Vasconia, las más ricas por habitante, que viven de las demás y a su aire; y otras dos naciones de ‘régimen común’, Cataluña y España, que han de discutir el reparto de la pasta recaudada. Esta es la verdad aunque no queramos verla, aunque las regiones ‘internas’ de España no hayan querido enterarse de que ya son poco más que el equivalente a las comarcas catalanas.

Chaves, sin embargo, y a pesar del amargo ‘marrón’ que le han endilgado como retiro, ha estado genial: hombre, si nos reunimos bilateralmente con todos, el final es multilateral, aunque de uno en uno. Extraordinario, ya lo hubiéramos querido descubrir antes. Uno puede ser polígamo y monógamo a la vez, que ya lo decía Machín, siempre que no reúna a todas sus novias. O sea, que si van de una en una, es decente. (Permítanme que les recomiende “Mujeres en Venecia”, de Mankiewicz, en la que un Rex Harrison excepcional, como siempre, reúne a todas las mujeres de su vida con la excusa de su muerte anunciada. Pero este es un sueño incorrecto y por eso lo pongo entre paréntesis, que la censura ha vuelto.)

Toda esta farsa no es más que la confirmación de la vocación totalitaria del régimen zapateroide, un totalitarismo de la Señorita Pepis, sin duda, pero muy vocacional, hasta el punto de cambiar el valor de las palabras. No hay un acto de despotismo mayor, como simbolizaba Orwell en aquel Ministerio de la Verdad de su “1984”, que establecer el significado de las cosas por encima, incluso, de lo más democrático que hayamos creado nunca: la lengua. No hay creación donde se conjuguen el genio individdual y el filtro comunitario como el idioma. Nada donde hayamos colaborado todos de manera tan activa y fundamental durante siglos. El déspota supremo es aquel que puede imponer el léxico a sus súbditos, ya nunca ciudadanos. No en vano el mejor chiste sobre Franco era aquel en el que se le atribuía “la inmovilidad del Movimiento”.

Hoy el lenguaje correcto es la forma de la moderna tiranía, un control ideológico que sataniza a cualquiera que se atreva a ponerlo en cuestión. Así, por ejemplo, se nos ha impuesto el ‘género’ como sustituto del sexo, con la función de demonizar lo masculino, de considerar a todos los hombres como asesinos potenciales y consagrar algo tan reaccionario como inaudito: que ser hombre o mujer conllevan ¡ideologías!, concepciones del mundo determinadas por el sexo. La negación de toda idea de progreso y libertad, de la fe ilustrada en el ser humano.

Y esto de la nación preambular, la realidad nacional y la bilateralidad multilateral, además de una tomadura de pelo, resulta, en ese sentido, la cumbre del zapaterismo. La señal de la ruina moral que nos ha conducido a la económica, la prueba de que un pueblo que permite que le impongan el significado de las palabras ha dejado de ser el dueño de su destino y está dispuesto a soportarlo todo. Incluso millones de parados, cinco años de mentiras, la destrucción de nuestro sistema productivo para sustituirlo por embelecos, y hasta que los bandidos, con el apoyo de toda la casta política, salgan impunes de los bancos y las cajas con los que nos hundieron.

El blog de Javier Orrico