sábado, 18 de abril de 2009

LA SOLUCION. Por Yauma

Mohíno cabizbajo y doliente, con un pensamiento recurrente saltando atropelladamente entre las sinapsis de diez millones de neuronas corticales, que conforman cualquier cerebro humano, moviéndose entre la estructura de seis capas neuronales, donde se incluyen circuitos de largo recorrido con múltiples y complejas asociaciones, un servidor busca una salida lógica al terrible problema que le atormenta: ¿Cómo solucionar la gobernabilidad del País?
El tema está ahí, no se vislumbra una salida medianamente razonable. ¿Qué área funcional del cerebro humano será la que pueda aportar un mínimo de sentido común al problema?
¿Quizá no es la zona de pensamiento consciente quién aporte la solución?
¿Será el subconsciente?


Siguiendo a Henri Poincaré, a menudo cuando se trabaja en una cuestión difícil, al empezar el estudio no se obtiene nada en claro; luego se interrumpe la labor durante un tiempo más o menos largo, para volver a sentarse delante de la mesa de trabajo. Durante la primera media hora continúa sin encontrarse nada, y luego, de repente, la idea decisiva aparece.
Podría decirse que el trabajo consciente ha sido más fructífero debido a la interrupción y que el reposo ha devuelto al espíritu su fuerza y capacidad de trabajo. Pero es más probable que este reposo se ha empleado para una labor inconsciente y que su resultado se haya revelado luego.
¿Será un problema geométrico?

Poincaré plantea que al estudiar el proceso del pensamiento geométrico podemos tener la esperanza de llegar a captar lo más esencial del espíritu humano. ¿Al estudiar el proceso que está desarrollándose ahora mismo en España podemos captar lo más esencial del espíritu humano?
¿Puede ser la ciencia y la tecnología quienes nos permitan vislumbrar una salida razonable para todos los catalanes?
¿Quizá la literatura?
¿Una síntesis de ambas?
¿Quizás, Quizás, Quizás?
Modestamente entiendo que se necesitan soluciones creativas, partiendo de entes sencillos, una lectura lejana, una imagen incompleta, materiales de desecho de otras creaciones, escombros de construcciones inviables.........etc. pueden ser la base de nuestro futuro.

Obtenida una solución, el catalán medio se sentiría satisfecho, le sobraría tiempo para divagar y no lo perdería en discusiones banales, acerca de las autonomías, el estatuto, el paro o la emigración.
Después de un arduo trabajo del subconsciente, teniendo en cuenta a Poincaré, creo tener un borrador, evidentemente mejorable, como solución lo expongo para quien le pueda interesar:

Regierugngsmaschine (la máquina para gobernar)

J. von Eichendorff, (1.788-1.757) escritor romántico alemán de tendencias místicas en su obra ¡También yo estuve en la Arcadia! Escribe:
Una nube se abrió de repente y se vio una amplia plaza de mercado, llena de movimiento y muy animada, rodeada de los más hermosos palacios. Parecía que los dueños lo habían abandonado todo o que estaban muertos; por todas partes se veían jornaleros y trabajadores de fábrica, limpiándose ellos mismos las botas mientras sus mujeres tendían a secar sobre los alféizares de mármol de las ventanas prendas de ropa agujereada.
Otros estaban sentados en las escaleras de mármol de los palacios, como si alguien hubiera vaciado un saco de trapos viejos. Una carroza oficial de gala con cuatro caballos se paseaba por la plaza. Sobre el pescante iban dos caballeros de pie, que, conscientes de su hidalguía, miraban hacia abajo, con orgullo desde su altura, a la que sus fuertes almas habían sabido elevarse.
Lo patriarcal de esta emotiva felicidad popular se vio de repente interrumpida por un ensordecedor ruido en la misma plaza. Se producía allí un levantar, medir, martillear y golpear. Eran los arciprestes y otros sabios que estaban construyendo una gran máquina: Regierungsmaschine.

El blog de Yauma

LA VICEVOGUE EN APUROS

La Vicevogue confundiendo el superávit de la Seguridad Social con el Fondo de Reserva y afirmando que un aumento del 100% es igual a multiplicar algo por 100



La vicepresidenta demostró este viernes su falta de capacidad a la hora de manejar cifras. Hablando del superávit de la Seguridad Social, cometió multitud de errores ante los periodistas, que asistieron atónitos a su desconocimiento. El más gordo: confundió el Fondo de Reserva con el superávit.


Libertad Digital: De la Vega, en apuros, suspende en economía

EL DESBARAJUSTE. Por José T. Raga

Pensiones

«Dirán ustedes que el Estado no quiebra. Eso mismo pensaban los argentinos, eso pensaron los acreedores de la Segunda República Española, o los acreedores de Cuba o los alemanes de la preguerra, y ya ven lo que les pasó.»

Pocas veces en la vida se tiene la ocasión de contemplar una situación que merezca el calificativo de "El desbarajuste", sin restricción alguna. Es decir, un desbarajuste total, íntegro y con una amplitud que abarca todos los aspectos de la actividad a la que se le aplica la denominación. Pero esa es la situación, para desgracia de los españoles, en la que se encuentra la acción de gobierno en la España de hoy, cualquiera que sea el ámbito en el que fijemos nuestra atención.


Lo último, y es lo que va a ser objeto de estas líneas, es el barullo que se ha montado como consecuencia de las declaraciones del gobernador del Banco de España, persona propuesta por el PSOE, afín o afiliada al partido en el poder (no tengo por qué entrar en esa consideración) y a quien los miembros del propio Gobierno y del partido que lo respalda, lo arrojan a los pies de los caballos con autorización y deseo de pisotearlo con razón o sin ella, hasta su destrucción..

No seré yo quien salga en defensa del gobernador del banco central español, supongo que para eso se basta él mismo, pero sí quisiera aducir algún argumento a favor de sus tesis –al fin y a la postre, algo tengo publicado hace ya años en el mismo sentido– y, sobre todo, en contra de quienes en oposición a las mismas sólo arguyen con descalificativos y negaciones de lo que no puede ser más evidente. Ante el dato cierto, no cabe más que alegar, o que es falso o que la interpretación que del mismo se hace es errónea, proponiendo en este caso la que debe considerarse verdadera.

Y, francamente, salvo que se nos diga otra cosa, no a través de intervenciones de ministros, de sindicatos o de órganos del partido en el poder, sino mediante estudios rigurosos que demuestren que lo dicho por el Sr. Fernández Ordóñez es falso, tenemos que identificarnos con lo presentado por la autoridad monetaria española, ya que, por otro lado, es coincidente con lo que muchos hemos pronosticado desde hace ya algún tiempo.

Que el Sistema de la Seguridad Social, tal y como está diseñado en el momento presente es insostenible, no hay más que adentrarse en un cálculo simple: cuál es el valor de los derechos adquiridos por los cotizantes y por los beneficiarios en el momento actual, con independencia de que los que corresponden a los cotizantes aún no sean exigibles –si bien sí que están contraídos– y relacionar ese valor resultante con los recursos de que dispone la Seguridad Social para hacer frente a las obligaciones contraídas aunque parte de ellas aún no sean exigibles. El término sostenibilidad o no del sistema, no pasa de ser un eufemismo ya que con más propiedad habría que hablar de quiebra del sistema, si por un momento pensáramos que el "Sistema" fuera una entidad de aseguramiento privada que, por su carácter, tuviera que constituir reservas que permitan asegurar la solvencia en el cumplimiento de las obligaciones futuras derivadas de los derechos adquiridos ya en el presente. Dirán ustedes que el Estado no quiebra. Eso mismo pensaban los argentinos, eso pensaron los acreedores de la Segunda República Española, o los acreedores de Cuba o los alemanes de la preguerra, y ya ven lo que les pasó.

¿Es capaz el señor ministro de Trabajo de hacer esos cálculos y ofrecerlos a la opinión pública, con un mínimo gesto de honestidad? ¿Podrían los responsables de UGT y de CCOO hacer lo propio? Utilizando términos que están en estos momentos muy sobre el tapete, ¿se atreverían a afirmar estos señores que la Seguridad Social está debidamente capitalizada y de aquí la afirmación de su plena solvencia futura? De no ser así, hay que concluir que nos encontramos ante la Inseguridad Social, como una nave que tiene vías de agua por todos los lados, por lo que el naufragio es más que previsible, salvo que se proceda a una urgente reparación.

Porque hablamos de pensiones, pero ¿qué decir del Sistema Público de Salud? Le ocurre otro tanto. Un sistema dividido en diecisiete subsistemas, cada uno de ellos mirando a los otros dieciséis para reivindicar el "yo también", multiplicando de este modo recursos e infraestructuras que alejan de modo dramático la posibilidad de un empleo eficiente de los medios disponibles. Eso, además, de lo que supone como desincentivador de la eficiencia, el uso de unos servicios a coste cero para el usuario individualizado, en el momento de hacer uso de ellos.

Que ante todo esto, cuando alguien se le ocurre llamar la atención sobre un problema, que lo que hay que preguntase es por qué ha estado tanto tiempo callado, se prefiera por el Gobierno de la nación y por sus ad lateres, descalificar la alerta para que, si el intento de mirar hacia otro lado tiene éxito, fomentar la ignorancia, desmotivar la preocupación y eludir el compromiso, que temas de tan importante calado tienen para el bien de la comunidad en su conjunto.

Es tan burda la metodología que, si adoptáramos la misma mala educación y el escaso civismo que muestran los oponentes del seno del Gobierno, tendríamos que corresponder a sus objeciones con una pregunta, la única adecuada: ¿pero qué saben de eso esos personajes que así se oponen? Hay mucha tinta corrida en el tema de las pensiones, que ocasionalmente viene a coincidir con lo expuesto por el gobernador del Banco de España, o si se prefiere mejor, es éste el que coincide con aquélla, para que seres indeterminados en el conocimiento científico se permitan negar la evidencia. Bien es verdad que sólo de esta forma siguen por el rumbo que marca esa brújula del progreso de que dispone la Sra. Fernández de la Vega y que conduce de manera inexorable a la quiebra, no sólo del sistema de la Seguridad Social sino de la propia sociedad en su conjunto.

Miremos hacia otro lado, que es lo que pretende el desbarajuste total, hasta que el progreso nos conduzca al regreso, sin posible vuelta atrás.

Libertad Digital - Opinión

NOSOTROS... Por Alfonso Ussía

«Su comentario despectivo sobre Zapatero me ha molestado sobremanera porque sólo un francés podría haberlo pronunciado»

Nosotros, los españoles, somos crueles, envidiosos, ásperos, críticos e injustos cuando entre españoles nos la jugamos. Y muy susceptibles y orgullosos cuando nos la juegan desde fuera, especialmente desde Francia. Aquel Dos de Mayo, popular, heroico, formidable e inútil, nos retrata como pueblo. Poco tiempo después nos cargamos a un Rey impuesto por Napoleón, que fue un buen Rey, y en Cádiz, la luz de la libertad, cargamos sobre nuestras espaldas a nuestro legítimo Fernando VII, que ya son ganas de regodearnos en lo español. Lo decía la pintada en una pared del Madrid de los Austrias. «Manolo: Pon ahí abajo/ que me cago en esta Ley. / Que aquí queremos un Rey / que sepa decir ‘¡Carajo!’». Fernando VII lo decía muy bien y José Bonaparte pronunciaba qué «cagago», y más vale para los españoles carajo conocido que «cagago» por conocer. Y así nos fue.


Como español, soy libre de pensar y de escribir que el Presidente del Gobierno es tonto. Ya lo he hecho. No porque lo sea, sino porque lo ha aparentado en algunas ocasiones. En otras, Zapatero ha demostrado que es demasiado listo, y también lo he escrito. No se trata de defender a «nuestro tonto», de acuerdo con la tesis de Arcadi Espada. El orgullo es otra cosa. Todos somos tontos parciales. Aznar fue un gran Presidente del Gobierno, pero también protagonizó muchas memeces. Y no por ello es un memo. Zapatero, con su sonrisa poco convincente, puede parecer tonto, pero no lo es. Los que lo conocen y lo sufren opinan lo contrario. Hasta Winston Churchill cometió errores majaderos, y era un genio. Si el comentario sobre Zapatero lo hubiera dicho el Presidente de Portugal, nada me habría soliviantado. Portugal también somos nosotros, aunque Felipe II lo estropeara todo. O el propio Brown. Un comentario despectivo que de boca inglesa viene acostumbra a ir acompañado de ironía, y ello siempre es respetable. Pero que venga de francés, me patea los nísperos. Son muchos años de arrogancia francesa padecida. De ahí que mi francés favorito sea Pierre Daninos, que quería ser inglés aunque no lo supiera. Y también me cae bien Zidane.

Y no del todo mal Sarkozy, que tiene un desparpajo más húngaro que francés, y no se le han deformado los labios de decir «mais oui», como le sucede a la mayoría de sus compatriotas. Sarkozy me cae bien porque es un tocón, como don Enrique Tierno Galván, que en paz descanse. Pero también ha hecho muchas tonterías, que los españoles hemos pasado por alto por delicadeza vecinal. Su comentario despectivo sobre Zapatero me ha molestado sobremanera porque sólo un francés podría haberlo pronunciado. Ha invadido nuestro terreno y nuestra libertad. En las charlas de peluquerías, de portales, de autobuses, de taxis y de barras de bares, lo que ha dicho Sarkozy carece de importancia. Resulta casi un elogio. Pero la aspereza, la descalificación y la calumnia incluso, cuando a un español afecta, es patrimonio de los españoles, y más si el español afectado es el Presidente del Gobierno, al que han votado once millones de españoles, que lógicamente, se sentirán insultados por un recién llegado al poder.

Si será francés lo que ha dicho el francés, que reconozco una sensación de ofensa. Los palos a Zapatero nos pertenecen. Más invasiones, no.

La Razón - Opinión

SALMAN RUSHDIE, VEINTE AÑOS DESPUES. Por Nicole Muchnik

El 14 de febrero de 1989, mientras el autor de Los versos satánicos asistía en una iglesia ortodoxa de Londres, y con numerosos amigos, a un servicio religioso en memoria de Bruce Chatwin, se conoció la fetua pronunciada aquella misma mañana. "La semana próxima vendrán por ti", le dijo a Rushdie uno de sus amigos, el escritor Paul Théroux. Las dictaduras habían quemado libros, las diversas inquisiciones los habían puesto en sus listas negras, pero nunca hasta entonces un autor había sido ejecutado.

En cuanto al origen de la fetua, más tarde comprendimos que, en vez de un asunto teológico, era el resultado de una feroz lucha por el poder entre el islam suní -en su versión salafista radical propagada por Arabia Saudí- y el islam chií iraní, que, humillado por su derrota en la guerra contra Irak, necesitaba reafirmar su posición en la vanguardia de la revolución islámica.

De cualquier modo, lo que nadie podía prever hace veinte años y, sin embargo, puede afirmarse hoy es que, más que Salman Rushdie -cuya vida fue alterada y cuyo ostracismo llegó hasta el punto de no ser aceptado en los aviones de la British Airways-, han sido los valores occidentales los que más se han resentido.

Mientras Salman Rushdie desaparecía de la escena pública, la presión islamista contra toda posible crítica, o incluso simple comentario, del islam o del profeta Mahoma, llegó al mundo occidental acompañada de un rosario de casos de persecución, exilio e incluso asesinato.

En 1989, las librerías Collets, Dillon, York Penguin Bookshop y Liberty Bookshop saltaron por los aires. Al año siguiente, el traductor de Rushdie al japonés fue asesinado y su traductor al italiano, gravemente herido. En 1993, su editor noruego también murió asesinado y su traductor turco escapó a un atentado en un hotel que causó 37 víctimas. En 1995, el novelista y premio Nobel egipcio Naguib Mahfouz, que había escrito que la fetua había hecho más daño al islam que la novela de Rushdie, fue apuñalado en El Cairo por unos islamistas.

A partir de ahí, los vehículos de cultura que se supone han de defender valores como la libertad de conciencia e información parecieron ser presas del pánico y empezaron a practicar una autocensura que hoy es casi habitual. Cuando Arno Widman sugirió a sus colegas periodistas la publicación simultánea del primer capítulo de los Versos, éstos le dejaron solo en el empeño. La pieza teatral Mahoma, de Voltaire, no puedo representarse en Ginebra debido a la intervención de Tariq Ramadan, el ensayista musulmán injustamente considerado como moderado, dado que se niega a condenar la lapidación de mujeres en Irán. En 2005 la escultura Dios es Grande, que asociaba la Biblia y el Talmud, era retirada de la Tate de Londres y el director general de los museos de Berlín impedía la instalación de un gran cubo negro del escultor Schneider que representaba la Caaba. El Royal Court de Londres anuló una nueva versión de la Lisístrata de Aristófanes, cuya acción se sitúa en el paraíso islámico. El Barbican, a su vez, censuró un clásico inglés para no poner en peligro a los actores o al público del teatro, y el Deutsche Oper de Berlín anuló la representación del Idomeneo de Mozart.

El caso de las caricaturas danesas del profeta es bien conocido, así como la tímida defensa de la libertad de los dibujantes por parte de todos los medios de comunicación. Cuando Ayaan Irsi Ali, escritora atea y ex diputada neerlandesa de origen africano, fue amenazada de muerte por unos extremistas musulmanes, los periodistas e intelectuales más notorios -Ian Buruma y Timothy Garton Ash, entre otros- se preguntaron si su conducta y sus ideas no perjudicaban a la causa que pretendían defender. La escritora tuvo que pagarse sus propios guardaespaldas y terminó exiliándose en Estados Unidos; pocos conocen hoy su dirección. Finalmente, en 2007, la novela La joya de Medina, de Sherry Jones, centrada en el personaje de Aisha, esposa favorita de Mahoma, fue rechazada por Random House para terminar siendo publicada por la pequeña editorial inglesa, Gibson Square, más valerosa, pero cuya sede también fue volada.

En todos esos casos cabe preguntarse cuál fue la posición de la izquierda democrática de los países afectados y, en particular, de Europa. Mientras que los émulos de Jomeini alimentaban la idea, falsa y culpabilizadora, de una guerra de Occidente contra el islam, la censura originada simplemente por el miedo se instaló por todas partes en nombre del "respeto" a un multiculturalismo degradado y mal entendido. Un "respeto" que hace que se toleren en el "otro" unas agresiones indignas y unos actos contrarios a la más elemental observancia de los derechos humanos. Así ocurre en particular con las mujeres musulmanas, que en Europa la mayor parte de las veces se ven abandonadas a su suerte en su justo problema de emancipación, una actitud que roza el racismo. Esto atañe también a la dignidad de todos los intelectuales, periodistas o creadores que se autocensuran de una forma casi instintiva. Jomeini no mató a Salman Rushdie -de hecho, la fetua hasta ha sido retirada-, pero cambió nuestra forma de vivir, y no precisamente a mejor.

Traducción de José Luis Sánchez-Silva.

Nicole Muchnik es periodista y pintora.


El País - Opinión

GRIETAS EN EL PROYECTO POLITICO DE ZAPATERO

UNA SEMANA después de la remodelación del Gobierno, las declaraciones de ayer del ministro de Trabajo y del fiscal general del Estado ponen en evidencia las profundas grietas que emergen en el proyecto político de Zapatero. No faltará quien argumente que se trata de simples enfrentamiento dialécticos que dejan traslucir resentimientos personales, pero la gravedad de las palabras de Celestino Corbacho y de Cándido Conde-Pumpido reside en que ponen de manifesto diferencias sustanciales en dos áreas clave de la política del Gobierno: la económico-social y la lucha antiterrorista.

El ministro de Trabajo arremetió con extraordinaria dureza contra Miguel Angel Fernández Ordóñez, gobernador del Banco de España, por sus juicios de valor sobre el futuro del sistema de pensiones.Celestino Corbacho afirmó que el gobernador del Banco de España «juega con la tranquilidad de ocho millones de pensionistas» al cuestionar la salud financiera de la Seguridad Social. Manifestó que discrepa «radicalmente» de las opiniones del gobernador y que ignora de dónde saca sus previsiones. En este sentido, desmintió de forma tajante que la Seguridad Social pueda tener números rojos este año, asegurando que nada confirma esa hipótesis.

Igualmente, Cándido Méndez, secretario general de UGT, el sindicato afín al PSOE, dijo que Zapatero debería desautorizar a Fernández Ordóñez, tachado de «apóstol de la catástrofe» y «fanático» por otros dirigentes sindicales.

No hay ni la menor duda de que Zapatero piensa como Corbacho, por lo que las palabras del ministro reflejan las profundas diferencias entre el Gobierno y el Banco de España sobre la política para atajar la crisis. Resulta evidente que Fernández Ordóñez, en la línea de Solbes y tal vez molesto por no haber sido nombrado su sucesor, no comparte el fuerte aumento del gasto público que está impulsando Zapatero, hasta ahora reacio a cualquier tipo de reforma estructural y menos a iniciativas que podrían suscitar tensiones con los sindicatos.

Parecido desencuentro en cuanto a su magnitud parece existir entre el fiscal general del Estado y el ministro de Interior a juzgar por las insólitas declaraciones de ayer de Cándido Conde-Pumpido, que señaló que la Policía Nacional «no atiende» sus indicaciones en la lucha antiterrorista y sólo responde a las «de un juez».Se refería a Garzón, con el que ha mantenido importantes diferencias de criterio en el caso Gürtel.

En cualquier caso, resulta extraordinariamente alarmante que el fiscal general del Estado se lamente en público de la falta de colaboración de la Policía Nacional en una cuestión tan prioritaria como la política antiterrorista, lo que sugiere -como mínimo- una falta de colaboración del Ministerio del Interior.

Zapatero tendría que intervenir para resolver esta situación, al igual que debería ejercer su autoridad para evitar enfrentamientos tan penosos como el de Corbacho y Fernández Ordóñez. Pero lo que las declaraciones de ayer ponen en evidencia es la fragilidad del proyecto político de Zapatero y, en última instancia, su falta de coherencia.

Zapatero es un gran táctico de la política, pero carece de un programa elaborado para hacer frente a los grandes retos del momento. Así queda reflejado en el comentario informal de Nicolas Sarkozy, que señaló que «puede que Zapatero no sea muy inteligente» pero que conoce «a otras personas que sí lo son y no han llegado a la segunda vuelta de unas elecciones». Las palabras del presidente francés pueden ser interpretadas como un elogio, pero también dejan traslucir esa falta de proyecto intelectual que está demostrando Zapatero.

El Mundo - Editorial

¿Y POR QUE NO CERRARLAS TODAS?. Por Pablo Molina

TVE

«Habría que cerrar todas las televisiones públicas previa subasta o, mejor aún, regalárselas directamente al grupo PRISA. Con la sagacidad empresarial propia de la casa, en un par de años no quedaría ni una. Eso que saldríamos todos ganando.»

Ha tenido que venírsenos encima una recesión histórica para Zapatero diga algo inteligente, vaya lo uno por lo otro y alabado sea el Señor. La decisión de reducir la publicidad en la pública es, no obstante, una medida insignificante en el montante de agravios que las televisiones privadas vienen sufriendo desde que se les concedió permiso para competir contra el emporio estatal.


No hay ninguna razón ni filosófica ni práctica que justifique la existencia de veinte televisiones propiedad de las comunidades autónomas, además de las dos cadenas estatales analógicas y sus derivados digitales. Cuando un servicio es prestado a los ciudadanos por la iniciativa privada, la existencia de competidores que se financian con fondos públicos es un absurdo y un agravio comparativo que sólo tiene razón de ser en el deseo de los políticos por controlar los medios de comunicación.

Nada habría que objetar si el PP y el PSOE crearan cada uno su cadena de televisión con dinero de sus afiliados, pero hacerlo a costa del bolsillo de todos los ciudadanos que ya reciben un servicio mejor y más barato por parte de operadores privados es un lujo inadmisible, sobre todo en medio de una catástrofe económica como la actual.

Las televisiones autonómicas son tan innecesarias como TVE y, en conjunto, mucho más gravosas, por sorprendente que pueda parecer conociendo las pérdidas astronómicas de la televisión estatal. En la mayoría de los casos son un cementerio de elefantes para los políticos desahuciados y un vehículo excepcional para regalar dinero a los amigos a costa del contribuyente, con la única condición de que los gobernantes de turno aparezcan diariamente no menos de cinco veces, aunque sea inaugurando los mingitorios de un centro de la tercera edad.

Habría que cerrarlas todas previa subasta o, mejor aún, regalárselas directamente al grupo PRISA. Con la sagacidad empresarial propia de la casa, en un par de años no quedaría ni una. Eso que saldríamos todos ganando.

Libertad Digital - Opinión

EL PAIS DE LA BRONCA. Por M. Martín Ferrand

ASEGURABA Baura, en uno de sus arrebatos dicotómicos y espoleado por la pesadumbre que genera el espectáculo nacional, que hay dos grandes modos de ser español. Uno, el más profundo y sensato, el que invita a huir de España e instalarse, cuanto más lejos mejor, en otras naciones más equilibradas y laboriosas y menos estériles y disparatadas. El otro, el más frecuente, es el de los vocacionales de la porfía, el de quienes encuentran en la bronca y la confrontación su manera más natural de ser y comportarse. Personalmente, me confieso perteneciente al primer grupo, pero en grado de frustración. En consecuencia, asisto como cansado espectador a la trifulca continua en que se desarrolla la vida pública en todos sus muy costosos planos administrativos.

Aquí, y por un quítame allá esas pajas, el Gobierno arremete contra la Conferencia Episcopal. Y viceversa. Los partidarios de la república zahieren a los de la monarquía; pero ni los unos ni los otros demandan una verdadera democracia, con separación de poderes y certeza jurídica. El fiscal general del Estado le mete un dedo en el ojo al ministro del Interior del mismo modo que el muy indocumentado ministro de Trabajo -existe, lo juro- descalifica por sus predicciones técnicas al Gobernador del Banco de Espa- ña. La relación de los pleitos domésticos que nos enfrentan, desde las ideologías a la liga de fútbol, es inacabable. La discordia es nuestra forma común de convivencia y los encizañadores suelen ser gentes de predicamento y respeto.

Esta semana la Asamblea de Madrid ha batido el récord de la discusión sin sustancia. La agarrada gratuita. La presidenta de la Asamblea, Elvira Rodríguez, dispuso que los diputados prescindieran de las botellas de agua que muchos suelen llevar al escaño para evitar que su derramamiento pueda afectar, como ya ha sucedido, al sistema de votación electrónica. Se armó la de San Quintín. Más de un cuarto de hora de gritos e improperios cruzados entre los partidarios del secano parlamentario y el regadío representativo. A la cabeza de los disidentes del Legislativo de Madrid se puso la jefa del Ejecutivo, Esperanza Aguirre, que, en flagrante gesto de desobediencia, cruzó la sala con una botella de agua en la mano. Es algo al margen de las posiciones partidistas y de los supuestos intelectuales de quienes arman la bronca. Es, me temo, la esencia de la naturaleza del ser español.

ABC - Opinión