martes, 7 de abril de 2009

Portugal quiere hablar español

La Hispanidad avanza en Portugal

Se trata de convertirla en la segunda lengua de la nación


El Ministerio de Educación de Portugal busca desesperadamente, debido a la creciente demanda, profesores de español para la enseñanza pública. Se necesita cubrir plazas para el 2013, por lo que se ha abierto un concurso para licenciados en lengua extranjera y para los diplomados en el Instituto Cervantes


Los estudiantes de la enseñanza pública portuguesa quieren hablar español, pero no hay docentes suficientes en la nación. Por ello, el Ministerio de Educación ha actuado, no sin polémica. Hasta el 2013 se ha abierto un concurso para cubrir 220 plazas en las que ingresarán licenciados en una lengua extranjera, con la variante en español, y con aquellos que tengan diploma nivel C2 DELE por el Instituto Cervantes.

La Asociación Portuguesa de Profesores de Español como Lengua Extranjera (APPELE) lo considera una «profunda injusticia equiparar a colegas con titulacione y caminos de formación muy diferentes. Es inaceptable que un docente pueda dar lecciones sin garantías de ser suficientemente competente en la materia». A esta protesta se han unido los sindicatos socialdemócratas.

Desde el Ministerio responden que hay horarios disponibles de sobra para profesores cualificados, por lo que se ha alargado el acceso a profesores con formación científica. Valter Lemos, secretario de Estado de Educación ha dicho que «es una situación transitoria que se debe a una situación muy anormal: un crecimiento absolutamente increíble del Español y una enorme falta de profesores de este idioma».

Para la ministra de Educación, María de Lourdes Rodrigues, «el problema es de prioridades, no de lugar. Habrá plaza para todos y para cuantos más hubiese. Lamentablemente tenemos mucha falta de profesores. Nos quedamos com más de 600 horarios por ocupar en español».

Hay dos factores que influyen en este fenómeno. Uno es que los alumnos de español en Portugal han aumentado de 5.000 hace cinco años a 50.000 en 2009. Se esperan 60.000 para 2010. Esto permitiría que los portugueses estudien en Universidades españolas, a la par que buscar trabajo en la nación vecina de la Península Ibérica. Las autoridades quieren que el español sea el segundo idioma para los alumnos de seis años en adelante.

El otro, debido a la dialéctica de Estados, es la decisión de impulsar el español como segundo idioma en Brasil.

El Revolucionario

Los nuevos vicepresidentes y ministros prometen sus cargos ante el Rey

Los vicepresidentes segundo y tercero del Gobierno, Elena Salgado y Manuel Chaves, respectivamente, así como los cuatro nuevos ministros nombrados hoy por José Luis Rodríguez Zapatero -José Blanco, Ángel Gabilondo, Ángeles González-Sinde y Trinidad Jiménez- prometieron esta tarde sus cargos ante el Rey.

En una ceremonia celebrada en el Palacio de la Zarzuela a las 18:00 horas, los nuevos integrantes del Gobierno que preside José Luis Rodríguez Zapatero han prometido sus cargos en presencia de los Reyes, después de la publicación de sus nombramientos en un número extraordinario del Boletín Oficial del Estado (BOE).


Ha ejercido como notario mayor del Reino el titular de Justicia, Francisco Caamaño, quien hace un mes y medio que tomó posesión de su cargo y que ha sido el encargado de dar fe del ofrecimiento solemne de sus compañeros de Gabinete, en presencia del jefe del Ejecutivo, José Luis Rodríguez Zapatero.

Con la mano derecha sobre un ejemplar de la Constitución, abierto en el título cuarto -del Gobierno y de la Administración-, artículo 199, todos los nuevos miembros del Ejecutivo han optado por la fórmula de la promesa, y no por el juramento.

En la misma mesa, cubierta con un terciopelo rojo, en la que estaba la Carta Magna, había una edición de la Biblia, que data de tiempos de Carlos IV, que mostraba el capítulo 30 del Libro de los Números, que reza sobre el voto y el juramento, y un crucifijo de plata sobredorada.

A la izquierda de la mesa donde estaban los libros se han situado los Reyes y cerca de ellos Rodríguez Zapatero y otros testigos de la solemne ceremonia.

El jefe de protocolo de la Casa del Rey, Alfonso Portoles, ha ido leyendo los reales decretos de hoy mismo por los que se procede al nombramientos de los dos vicepresidentes y de los cuatro ministros, antes de que cada uno de ellos prometiera su cargo.

"Prometo cumplir con las obligaciones de vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Economía y Hacienda, con lealtad al Rey, y guardar y hacer guardar la Constitución como norma fundamental del Estado, así como mantener el secreto de las deliberaciones del Consejo de Ministros", ha sido la fórmula empleada por Elena Salgado, la primera en prometer su cargo.

Una fórmula que ha sido seguida por el resto de sus nuevos compañeros de Gabinete, todos con la mano derecha apoyada sobre el texto constitucional.

Así, han prometido sus cargos el vicepresidente tercero y ministro de Cooperación Territorial, Manuel Chaves; el ministro de Fomento, José Blanco; el titular de Educación, Ángel Gabilondo; la ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde; y la responsable de Sanidad y Políticas Sociales, Trinidad Jiménez.

Después, el Rey, seguido de la Reina y del presidente del Gobierno, ha acudido a felicitar efusivamente a los nuevos integrantes del Gabinete, con quienes ha posado para la foto oficial de familia.

La Razón

Un cambio de Gobierno para la crisis... de votos

ZP ha hecho un lavado de imagen de cara a la galería, pero lo fuerte ha sido hacer recambios para recolocar las piezas en clave interna. Ha conseguido quitar a Chaves, desgastado a todas luces, de Andalucía; Pepiño hace unos encargos en Fomento -y de paso se deshace de Maleni- y, de ahí, salta a Galicia; Elena Salgado es la encargada de sustituir al nefasto Pedro Solbes (que había pedido en reiteradas ocasiones su retirada); Trinidad Jiménez, niña mimada del felipismo, a Sanidad, para tratar de unir lazos con la antigua escuela; Ángeles Gonzalez-Sinde, artista de la ceja, a Cultura; por fin, Ángel Gabilondo, hermano del famoso periodista de Cuatro, para tratar de aplacar las iras del Grupo PRISA. Márketing puro con una estrategia: tratar de solucionar la crisis... del PSOE, la de la pérdida de votos. No la otra, la del paro.

Por fin, después del silencio impuesto tras la filtración, la guillotina ha llegado al Gabinete socialista a tan sólo año y poco de su formación. Magdalena Álvarez, Pedro Solbes, Mercedes Cabrera, César Antonio Molina y Bernat Soria, a su casa. Una buena limpia.

El presidente del Gobierno llegó al Palacio de la Zarzuela para reunirse con el Rey poco antes de las 12.00 horas y Presidencia ha convocado una rueda de prensa para las 13.15 horas en la Moncloa, en la que se espera que se anuncien oficialmente los cambios ministeriales.

Los cambios han ido más allá de lo anunciado. El presidente de la Conferencia de Rectores, Ángel Gabilondo, hermano de Iñaki Gabilondo, será el nuevo ministro de Educación y asumirá las competencias de Universidades, mientras que la hasta ahora secretaria de Estado para Iberoamérica, Trinidad Jiménez, será la nueva ministra de Sanidad y Políticas Sociales. Ángeles Gonzalez-Sinde, la sorpresa de última hora, hasta ahora ha estado al frente de la presidencia de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España, irá a Cultura.

De esta forma, dos de las tres vicepresidencias estarán ocupadas por mujeres, María Teresa Fernández de la Vega -como hasta ahora- y Elena Salgado, vicepresidenta económica, además de Manuel Chaves.

En su comparecencia, el presidente ha dicho que ante el "momento importante" que vive España era necesario "un cambio de ritmo". El objetivo primordial: "la crisis económica". Esta situación "nos obliga a ocuparnos del presente y del futuro", ha recalcado.

En su nuevo equipo de gobierno, que ha estructurado en tres grandes áreas -económica, productiva y social-, Zapatero ha postulado la lucha contra la crisis como estandarte generalizado, por lo que ha invocado la reducción de ministerios que supongan un menor presupuesto como principal razón para este cambio, un año después de ganar las elecciones y anunciar su gobierno paritario como gran conquista.

Periodista Digital

Liberados todos. Por Consuelo Sánchez Vicente

Cándido Méndez parece que va para secretario general vitalicio de la UGT, dicho sea con todo el ánimo de señalar por mi parte. ¡Quinto mandato democrático seguido, y con más votos que nunca! Están en su derecho claro, los ugetistas, de volver (y volver y volver) a votarle y él de optar a la reeeeeeeeeeeelección, pero lo que muchos pensamos sobre los efectos perversos de la eternización en los cargos de los dirigentes políticos, yo creo que vale exactamente igual para los dirigentes sindicales. El aire viciado que irremediablemente se adueña de las habitaciones sin ventilar no ayuda a la calidad de la democracia sino a la molicie de los demócratas.

Con el empleo en el 15 por ciento y cayendo en nuestro país, en personas y en puestos de trabajo, en parados y en destrucción de empleo, a más del doble que la media de los países de nuestros entorno europeo según los recientes datos del INEM, el Banco de España augurando que de seguir así llegaremos a un 19 por ciento de parados este año y un 20 el que viene, y un paro juvenil de un 31 por cien que en solo un año, el último, ha aumentado en once terroríficos puntos cuando en la UE no llega al 18 según los datos también recientes de EUROSTAT, el líder sindicalista Méndez sigue sin decidirse a llamar a las cosas por su nombre y pedirle cuentas a quien debe, o sea, al presidente del Gobierno, que es quien tiene que rendirlas porque es el que marca la política que hace todo su Gobierno y, por supuesto, el vicepresidente Solbes


Obligado, digo yo que por vergüenza torera -o tal vez para que los parados por la calle no le tiren tomates-, a dedicarle al menos una colleja en el discurso de su quinta clausura triunfal a la inacción del gobierno ante el paro, el ugetista Méndez ha optado por el recurso fácil de disparar contra el pianista. Aunque eso sí, guardando la "equidistancia", para lo que tuvo que meter con calzador en el saco de los reproches a Solbes, al PP con el "argumento" de que la oposición también es responsable del fiasco porque, aunque es oposición en el Estado, gobierna en algunas autonomías. ¡Toma del frasco!. "Asiente, lo asume, pero no dice nada más", de lo que podríamos deducir que el vicepresidente económico "se conforma con señalar que hasta aquí llegó la riada, y no puede ser", sentencio Méndez.

No aclaró qué es lo que no puede ser, claro, ni qué es lo que él y sus "liberados" piensan hacer para que sea de otra manera, ni en qué consiste esa otra manera: qué demonios es lo que en su opinión y la de UGT hay que hacer. Con carita como de penoso deber cumplido, como pidiendo perdón por el atrevimiento. Y lo peor: entre los aplausos de los suyos. ¿Por qué, de qué, cuál es el chiste, la gracia? ¿Para qué nos sirven estos "liberados"?

Periodista Digital - Opinión

Retorno al felipismo. Por M. Martín Ferrand

COMO suele interesarnos mucho más lo que nos duele que lo que nos conviene, andamos todos con los ojos como platos para tratar de ver el más allá del nuevo Gobierno que perpetra, triunfal tras su gira europea, José Luis Rodríguez Zapatero. Es, para empezar, un nuevo Gobierno viejo. El presidente, aunque solo se ha cumplido un año de su segunda legislatura, está agotado. Achicharrado. Su fuerza se reduce al mero valor contable de los escaños que el PSOE mantiene en la Carrera de San Jerónimo y todo lo demás es ruido y propaganda. La marcha de Pedro Solbes, lo más singular de cuanto se barrunta, es la escenificación de algo que ya se había producido hace tiempo. Verdaderamente, ¿Solbes tuvo en algún momento el control de la economía española?

Dejando aparte los mamarrachos con los que maese Zapatero ha mantenido el espectáculo en su guiñol gubernamental, y sin olvidar a Alfredo Pérez Rubalcaba -valor constante en el socialismo español contemporáneo-, los nombres que, según los avances de la propaganda, apuntalarán la nueva intentona del presidente son nombres viejos. Elena Salgado o Manuel Chaves son, y no solo por su origen en los Gobiernos de Felipe González, piezas singulares de la transformación del PSOE, después de Suresnnes, en una socialdemocracia tibia reforzada por una actitud enfermizamente hostil a los valores del conservadurismo español.
De hecho, no estamos ante la hipótesis de un nuevo Gobierno de Zapatero, sino ante la realidad de uno viejo de González. Es el retorno a un tiempo en que el crimen de Estado y la corrupción empañaron los logros -más de uno- que aportó el trecenario de poder que ahora parece querer recuperar, tras su fatal quinquenio, un PSOE que, si se cumplen los oráculos integrará en un Gobierno a su presidente, su secretario y su vicesecretario generales. No les será difícil llegar a confundir el partido con el Gobierno y, de hecho, continuar la línea de amancebamiento, a falta de separación entre los poderes del Estado, entre el Gobierno y el propio Estado.
Lo único que llama la atención es que el relevo pueda producirse a solo dos meses de las elecciones para el Parlamento Europeo. Si la Moncloa no tiene la total seguridad de una rotunda victoria sobre la lista del PP, está exponiendo al «nuevo» Gobierno a una primera y sonora derrota. ¿Es posible que el «amigo» de Barack Obama haya alcanzado tal nivel de desesperación?

ABC - Opinión

Bofetada a la víctima

La libertad del agresor de José Luis Moreno es algo más grave que un error burocrático.

Sea el juzgado de Alcobendas el responsable, lo sea la policía o la Guardia Civil, la puesta en libertad indebida del albanés Astrit Bushi, el jefe de la banda que hace más de un año asaltó el domicilio del productor televisivo José Luis Moreno y le agredió brutalmente, constituye un grave error. La orden de busca y captura lanzada de inmediato contra el fugitivo exigirá nuevos esfuerzos policiales,así como la asignación de más recursos públicos, lo cual no asegura el éxito de la operación contra un delincuente cuya peligrosidad está acreditada por las causas que tiene pendientes en España y en su país. Su impunidad puede ser el precio a pagar por la sociedad, lo que hace más exigible que paguen el suyo los responsables del desaguisado, sean quienes sean.


La justicia no puede impartirse a la medida de la víctima; pero debe cuidarse de no herirla o agravar su dolor con sus descuidos, malentendidos o errores. El PP ha pedido una explicación urgente a los ministros de Interior y de Justicia en el Congreso. También el Tribunal Superior de Madrid y el Poder Judicial han abierto sus propias investigaciones. Mientras, todos los implicados en el fiasco se culpan entre sí. Es obligado, por lo tanto, saber dónde se produjo el fallo y sancionarlo. Porque, al margen de que el error se haya producido en el ámbito judicial o en el policial, lo que destapa es un desajuste en el sistema.

Los policías que custodian a un reo deberían saber que la orden de puesta en libertad de un preso preventivo sólo la puede ejecutar la dirección del centro penitenciario donde está recluido. Sin embargo, parece razonable pedir que el juez que decide su libertad en una causa concreta deba conocer -y aquí la informática desempeña un papel fundamental- el currículum delictivo del encausado y advertir en su auto que la libertad decretada no anula la prisión derivada de otras. ¿Fue éste el caso o, como en otras ocasiones, lo que maneja un juzgado lo desconoce otro? Por eso es tan grave lo sucedido. Una actuación irresponsable de un funcionario puede ser un hecho aislado, pero un mal funcionamiento de la custodia de un preso por falta de información sobre el mismo es algo más. Ayer trascendió que otro de los miembros de la banda también fue puesto en libertad de forma indebida. Por suerte, la policía pudo detenerle de nuevo. ¿Otro error aislado o una prueba de que algo no funciona?

El País - Editorial

Las tres crisis de Zapatero. Por José María Carrascal

No quería admitir una crisis y ha tenido que admitir dos: la económica y la de gobierno. A las que podía añadir una tercera: la personal, pues es él quien está al fondo y al frente de ambas.

Las crisis de gobierno se hacen siempre por ir algo mal en ellos. Se trata de una especie de sacrificios humanos para evitar que quien tenga que sacrificarse sea el jefe. Para percatarse de hasta qué punto el gabinete de Zapatero está desgastado basta mirar la cara de sus miembros, especialmente la del supuesto encargado de la acción en estos momentos: el de economía. Solbes era un lastre cada vez más pesado, con sus falsas predicciones, su hablar desinteresado, sus torpes y lentos movimientos. Apartándole se hace un favor a él y al Gobierno.


Hay otros y otras casi tan quemados, pero el presidente no se atreve a sustituirles, tal vez por temor a crear un tsunami, que termine arrastrándole. La vicepresidenta primera, por ejemplo, ya no da más de sí, excepto en el vestuario, con sus frases alcanforadas y sus gestos resabiados. Por no hablar de Magdalena Álvarez, la alegría de la huerta y la desgracia de la sintaxis. Aunque quien más quemada está es la hasta hace poco gran esperanza del PSOE, Carme Chacón, que ha descendido de un salto todos los escalones subidos, hasta situarse como potencial sucesora del jefe. Pero la ministra de Defensa ha cometido la peor de las faltas en política: no estar dispuesta a sacrificarse. Posiblemente, apalabró la retirada de Kosovo con Zapatero. Pero cuando la jugada salió mal, en vez de asumir todas las responsabilidades, alzó la voz, y eso se paga con el ostracismo. Si no se la sustituye ahora es por lo mismo que a María Teresa: por no hacer el boquete demasiado grande. Pero están marcadas.

Hay un par de elementos más en la crisis que la hacen especial. El primero es que Chaves haya aceptado dejar el califato andaluz por una incómoda silla en Madrid. Muy mal tienen que verlo tanto él como el presidente para que se produzca el cambio. Aún más grave es que José Blanco deje las riendas del partido para entrar en el gabinete, precisamente cuando más va a necesitarse tener el partido a raya, pues en tiempos difíciles es cuando surgen los motines. O la situación es más crítica de lo que pensamos o se ha cometido un error de bulto. El tiempo nos lo dirá.

Las crisis, les decía antes, se hacen para salvar a los presidentes. Pero de poco sirve cambiar los ministros si el presidente no cambia. Ésta es una crisis de Zapatero, de su política, errónea desde que llegó a la Moncloa, basada en falsedades dinamitadas por la crisis económica. Y el primero en saberlo es el padre de la criatura, el presidente del Gobierno, que quema puentes tras sí, como un ejército en retirada.

En las últimas semanas, Zapatero ha descubierto los Estados Unidos, la OTAN, el capitalismo, los verdaderos aliados de España, que no son Castro, Chávez, Morales, Erdogan, sino Brown, Sarkozy, Merkel y no digamos Obama, a quien ha sometido a un verdadero acoso, hasta arrancarle la palabra «amigo».

Este viraje venía produciéndose en nuestro país desde hace algún tiempo, aunque la bronca continua entre PSOE y PP impedía apreciarlo. Pero el fracaso de las negociaciones con ETA obligó a Zapatero a dar un giro de 180 grados en su política antiterrorista. De negociar con la banda pasó a perseguir a sus miembros con todas las armas de la ley. Y con mucho más éxito, todo hay que decirlo.

Algo parecido ocurrió en su idilio con los nacionalistas, hoy a la greña. Nos ha dejado, eso sí, la secuela de unos nuevos estatutos de autonomía con los que ni siquiera se atreve el Tribunal Constitucional. Pero al menos el presidente ya no habla de «cerrar la estructura territorial del Estado», consciente de las brechas que le ha abierto, y, como todos los políticos con dificultades internas, se vuelca en el exterior, con tropiezos de principiante, como el de Kosovo, y entusiasmos de converso, como el batallón para Afganistán.

Puesto a descubrir nuevos horizontes, Zapatero ha descubierto nada menos que el PP. El mismísimo que había intentado aislar como un apestado, pero al que ahora necesita para gobernar en el País Vasco y tapar la derrota en Galicia. Supongo que le habrá hecho la misma gracia que un vaso de aceite de ricino, pero la realidad manda, y Zapatero puede ser un cínico ignorante y sin principios, pero tal vez por eso mismo, en la práctica del poder y en habilidad para retenerlo pocos les ganan. Lo ha demostrado en los cinco años que lleva ejerciéndolo y tendremos abundantes ocasiones de comprobarlo en los tres que le quedan. Si le quedan. Pero ese es un tema que, por lo hipotético, preferimos obviar.

Aparte de que llegados a este punto, surge de forma natural una pregunta de mucho más calado: si el presidente del Gobierno español está descubriendo tantas cosas que ignoraba, ¿por qué no descubre también España? Pues la idea que tenía de ella no podía ser más endeble. Por no considerarla, incluso ponía en duda su carácter como nación, en la más pura línea «nacionalista». «Ese es un concepto discutido y discutible», se escabulló cuando le preguntaron al respecto. Y de todo cuanto ha hecho se desprende que considera España un solar dominado por los dogmas y el totalitarismo, de cultura retrógrada y costumbres impresentables. Nada de extraño que haya querido devolverla, no ya a la Segunda República, sino a su momento fundacional, los Reyes Católicos, para levantar una nación de nueva planta. De ahí la importancia que ha dado a las comunidades autonómicas, los viejos reinos, como piedra básica de su «España plural», que no es una nación propiamente dicha, sino un conjunto de ellas, entre las que se reparte su soberanía.

En el baño internacional que acaba de darse, Zapatero ha tenido que darse cuenta de lo equivocado que estaba. España existe como nación y como Estado. No es perfecta -¿quién puede presumir de ello?-, pero resulta incuestionable que tiene un peso específico por historia, política y cultura, en especial, la lengua, con proyección universal cuando, paradójicamente, se la ponen trabas en casa con la anuencia del gobierno. España no es la suma de Cataluña, País Vasco, Castilla, Andalucía, Galicia y así, hasta 17 elementos dispares. España es el crisol de todos ellos, conocido en el mundo como «lo español», con todo lo que tiene de bueno, malo y regular, pero indiscutible. En sus diálogos con los dignatarios extranjeros, aunque hayan sido a través de un intérprete, Zapatero tiene que haber percibido esa realidad, que él venía empeñándose en cambiar y, en ocasiones, combatir. Si sus últimos viajes le han servido para percatarse de ello, han valido sobradamente la pena. Pues ya es hora de que el presidente del Gobierno español descubra que España existe.

Lo que nos devuelve a la reflexión del principio: no estamos ante una simple crisis de gobierno. Estamos ante la crisis del presidente del Gobierno, y de poco le servirá cambiar su gabinete si no cambia su política.

ABC - La Tercera

¡Hombre, Pepe Luis!. Por Alfonso Ussía

«A Maleni, nuestra Maleni, ni la toques. A mí, y te lo reconozco humildemente, me harías una faena de las gordas.»

Ignoro si Rodríguez Zapatero valora la dificultad y el agobio diario que sufre el escritor de periódicos, también llamado columnista. Es durísimo, Pepe Luis. Aunque parezca mentira, en muchos días del año, la actualidad es un paisaje blanco semejante a la nada. Al final, salen los artículos porque no hay excusas para renunciar a ellos. De ahí la importancia que tienen algunos personajes de la política, que lejos de nuestra enemistad, merecen la gratitud de cuantos escribimos. Es el caso de Magdalena Álvarez, la ministra de Fomento. El proceso es sencillo. «Hoy no se me ocurre nada. Veamos cuál ha sido la última de Maleni». Y el artículo sale. Pasamos por días de dolor, piedad y oración. Los cristianos aprovechamos esta Semana Santa para pedir al Misterio por los nuestros y por sus vidas y muertes. No nos dejes sin Maleni, Pepe Luis.


Esas cosas no se hacen aprovechando esquinas. Nada puede tener que ver Obama con esto. Si quieres remodelar tu Gobierno, nombres de inútiles te sobran. Ahí tienes a Mercedes Cabrera, que carece de competencias, como Bernat Soria. Ahí tienes a Bibiana Aído, que en un año lo único que ha hecho es decir bobadas y proyectar una Ley infumable, entre viaje y viaje, que la niña de Cádiz le ha tomado gusto al viajerío de gorra. Ahí tienes a Celestino Corbacho, que me cae muy bien, pero ya me dirás lo que hace. Se me antoja justo y conveniente que prescindas de Solbes, que tanto nos deprime. ¡Y cómo nos mintió en la campaña electoral! Lo mismo que tú, pero a Solbes lo teníamos por más elegante. Lo de Chaves y Elena Salgado es cosa tuya, y si deseas aumentar las vicepresidencias y éstos son tus elegidos, libre eres de hacer lo que te convenga, Pepe Luis. Pero a Maleni, nuestra Maleni, ni la toques. A mí, y te lo reconozco humildemente, me harías una faena de las gordas. Me quitas a Maleni y ¿qué hago los días que nada se me ocurre? Porque Pepiño Blanco está muy visto. Pepiño Blanco como Ministro de Fomento carece de interés. Será uno más. A Pepiño le va mejor ser el portavoz y mandamás del Partido, que te vas a equivocar, Pepe Luis. Eso lo hace muy bien. Irrita a los adversarios con su gran demagogia, y en un partido hay que tener a un mentiroso malvado para trasvasar las culpas de un lado a otro. Si lo haces Ministro de Fomento, acabas con él y conmigo. Me consta que lo segundo no te afecta, pero lo primero sí, y mucho. ¿Qué te importa que se sigan cayendo túneles? Se caen y se vuelven a construir, Pepe Luis. Vas a cesar a Maleni precisamente cuando llevamos dos meses sin que se produzca ningún desastre que afecte a su responsabilidad. La has mantenido contra viento y marea. Y ahora, después de su provechoso viaje a Siberia para copiar los protocolos de actuación de los siberianos frente a las nevadas, ahora que ya sabe cómo no dejar aislados a diez mil coches en Lerma por cinco centímetros de nieve, te abrazas al capricho y nos la quitas. Maleni, Pepe Luis, puede ser una estupenda ministra si le concedes un plazo de confianza. Si no te gusta en Fomento, colócala en Exteriores para que rompamos relaciones con Mónaco. Porque lo tuyo con los pobres columnistas huele a venganza. Recapacita, Pepe Luis. Maleni no puede dejar de ser ministra. Sosiégate, my friend.

La Razón - Opinión

Una cumbre sobre las niñas. Por Hermann Tertsch

ME van a perdonar mi actitud de aguafiestas frente al desbordado entusiasmo que parece haber despertado, no sólo en la prensa adicta del Gobierno en este país, la gira supuestamente triunfal del presidente Barack Obama por Europa. Y que exprese la grima intelectual que me producen las edulcoradas interpretaciones que hace nuestro presidente Zapatero de unas intenciones de Obama que ni remotamente conoce. Y que revele mi repugnancia al baboseo del entusiasmo de todos los seguidores -interesados o no- de la nueva religión del voluntarismo total en las relaciones internacionales. Hay que congratularse, en efecto, de que la nueva administración norteamericana, deseosa de romper con el legado anterior, haya dejado de tratar a nuestros representantes legítimos como unos parias. Era deseable que Obama mostrara disposición a la normalidad y palabras amables sin compromiso. También con el presidente que gratuitamente insultó una vez y llamó varias veces a la deslealtad contra y nuestra común alianza, la última hace unas semanas.

Aplaudo las mil buenas intenciones del nuevo presidente norteamericano y su buena educación en este su primer viaje a Europa. Y que después de sus palabras de cortesía hacia España y Zapatero le dejara a éste farfullar dos frases y media sobre nuestra voluntad de paz y justicia -otra vez la Nada- antes de darle un cachete amable en el hombro que parecía responder a un miedo muy racional a que Zapatero se explayara. Estaría avisado. Al fin y al cabo el presidente de los Estados Unidos siempre anda mal de tiempo. Él no puede perder el tiempo con la alegría con la que lo hace el nuestro. Quizás quiera en algún momento, pero en todo caso no le dejan. Sugiere el gran columnista Santiago González que hablarían de sus niñas. Tienen dos cada uno. Es posible. Pero en la breve intimidad con la traductora. Por lo demás, como le comentaba Goethe a Eckermann en sus conversaciones, nada hay más ofensivo que hacer perder el tiempo y la paciencia al interlocutor y al público con obviedades grotescas como son las manifestaciones de la bondad propia. Los dos quieren a sus niñas y los dos quieren paz y justicia en el mundo. Nadie desea plagas y terremotos. Al menos no se espera una revelación contraria al respecto. Para mí Obama es aún una página en blanco que empezará a llenarse cuando tenga su primera crisis de voluntad y riesgo. Aún no la ha tenido. Guerrear en la crisis con dinero de los contribuyentes puede ser caro -incluso letal a largo plazo-, pero no es heroico. Reconozco también que sus bienaventuranzas sobre el mundo libre de armas nucleares dan cierto miedo. Su tendencia presbiteriana a no ver más que lo bueno en el enemigo, me recuerdan a otro presidente, Woodrow Wilson, que con su bondad ayudó mucho a hundir Europea en el caos, la miseria y el crimen. Respecto a Zapatero, tengo la convicción de que, después de la conversación sobre las niñas, Obama tiene ya un concepto más exacto sobre su capacidad y fiabilidad. Si no fuera así, pronto el mundo va a estar tan aviado como nosotros.

ABC - Opinión

España vuelve a la lógica amistad con EEUU

CINCO AÑOS ha tardado José Luis Rodríguez Zapatero en tener un encuentro formal con un presidente de EEUU. Lo logró por fin ayer en Praga al reunirse personalmente con Barack Obama durante tres cuartos de hora. El presidente español cierra así un ciclo marcado por las torpezas diplomáticas que inició incluso antes de llegar a La Moncloa, cuando en el desfile del Día de la Hispanidad de 2003 permaneció sentado al paso de la bandera estadounidense.Después vendrían la retirada inmediata de las tropas de Irak, el llamamiento desde Túnez a que otros países hicieran lo mismo, el intento de venta de aviones y patrulleras a Hugo Chávez en contra de la opinión de Washington y el espaldarazo al régimen de Castro con el desaire del Gobierno a los disidentes cubanos, para acabar hace dos semanas con el anuncio de retirada por sorpresa de las tropas de Kosovo.

Las palabras de afecto que ayer dedicó Obama a Zapatero antes de su entrevista -«Me alegra poder llamarle amigo»- diluyen todos los desencuentros anteriores y marcan el inicio de una nueva etapa. El presidente español así lo admitió al reconocer que comienza «un nuevo tiempo» para las relaciones entre ambos países.

No pueden negársele a Zapatero todos los esfuerzos por recuperar la confianza de la Casa Blanca, el último de los cuales ha sido el viaje relámpago a Chile para explicar de primera mano al vicepresidente estadounidense Biden la posición española en Kosovo. Pero no es menos cierto que una política exterior más coherente, sin tantos bandazos, habría ayudado a solucionar hace tiempo esa falta de sintonía.

En lo personal, Zapatero y Obama reúnen condiciones para llevarse bien. Los dos nacieron el mismo día, los dos tienen dos hijas, comparten la afición por el baloncesto y la literatura, y los dos han sustituido en el poder a los conservadores con la promesa de plasmar una forma distinta de gobernar. La anécdota protagonizada ayer por Zapatero al pedir un autógrafo a Obama para una de sus hijas lo resume todo. Pero en lo político, que es lo fundamental, hay también intereses comunes que abonan el entendimiento. España necesita el respaldo de Washington para poder incorporarse a los principales foros internacionales y EEUU puede encontrar en Madrid un aliado en una nueva Europa que no está dispuesta a hacer seguidismo, como ha quedado patente estos días en la reunión del G-20.

Todos los presidentes españoles han querido mantener buenas relaciones con EEUU. Adolfo Suárez fue feliz el día en el que pudo explicarle a Carter su teoría para solucionar la crisis del petróleo interviniendo en el Estrecho de Ormuz. Felipe González se sintió tan a gusto con Reagan y Bush padre como Aznar con Clinton y Bush hijo. Esta buena relación bilateral viene de lejos y arrancó ya a mediados de los 50 con la instalación de bases estadounidenses en España, la visita de Eisenhower y la ayuda económica.

Es imposible no relacionar la fotografía de ayer de Obama poniendo su mano sobre el hombro de Zapatero, con la de Bush con ese mismo gesto hacia Aznar en las Azores, hace seis años. Obama ahora, como Bush entonces, con la misma bandera de su país en la solapa, se muestra entre protector y condescendiente hacia su socio, una actitud normal entre el grande y el mediano. Siendo realistas, esa instantánea captada ayer en Praga es la que conviene a los intereses de España. Máxime cuando la política de Obama parece mucho más lúcida que la de Bush.

El Mundo - Editorial

Ultimas voluntades. Por Cristina Losada

Nuevo Gobierno

«Hay en esa lista que recogen los rumores un aroma a últimas voluntades. Como si ésta pudiera ser la postrera oportunidad que algunos tienen de llegar a ser ministros y les premiaran los servicios prestados con el cargo. Y a lo grande.»

Un conservador norteamericano dijo una vez que prefería que gobernaran los dos mil primeros abonados de la guía telefónica de Boston que la universidad de Harvard y el MIT juntos. Quería advertir así del peligro que representaría un Gobierno formado por intelectuales decididos a desmantelar el mundo y a construir uno "ideal". Nuestro hombre, obviamente, no había podido imaginar un Ejecutivo como el que disfrutamos en España. Aquí ocupan los más altos puestos de responsabilidad unos señores y señoras que no disponen en su mayoría de cualificación universitaria o profesional relevante, que están faltos del pragmatismo y la prudencia que se le suponen al ciudadano común, y que, en virtud de esa terrible combinación de carencias, se han entregado a desmantelar sin ton ni son lo que teníamos.


En tales circunstancias, la remodelación del Gabinete que se avecina suscita a lo sumo el mismo interés que las salidas y entradas de concursantes de Gran Hermano. Las reglas de la casa no cambian. El perfil de los posibles nuevos elegidos corrobora que la norma vigente consiste en seleccionar a los peores. Ahora se lleva esa pauta a sus últimas consecuencias y se premia a los fracasados. A Blanco se le remunera su brillante ejecutoria como cerebro gris de la campaña socialista en las autonómicas gallegas. Una labor que remató dejando solo y en la estacada a su candidato tras la derrota. Nobleza, ante todo. Y es que para administrar el presupuesto de Fomento puede que haga falta cursar algo más que unas cuantas asignaturas de Derecho, pero para administrar favores en función del interés electoral son otras las cualidades precisas.

A Chaves, ese valor emergente de la vieja guardia, se le retribuye el logro de situar de forma crónica a Andalucía en los primeros puestos del ránking del paro. Su aportación (sobre lo que no se debe hacer) promete ser fundamental en un Gobierno cuya prioridad, según dicen, es afrontar la crisis y el desempleo. Tan ingrata tarea ya no lastrará los fatigados hombros de Solbes, si alguna vez fue así, y recaerá en los de Salgado, liviana figura que, aparte de la obediencia debida, ostenta como mérito para el cargo una licenciatura en Económicas. Como no estamos hablando de la London School of Economics, se pondrá al día en dos tardes. El peso económico del nuevo Gobierno se vislumbra tan enorme como el político. En fin, Zapatero se sigue rodeando de sus iguales. De qué asombrarse.

Hay, no obstante, en esa lista que recogen los rumores un aroma a últimas voluntades. Como si ésta pudiera ser la postrera oportunidad que algunos tienen de llegar a ser ministros y les premiaran los servicios prestados con el cargo. Y a lo grande. Quién más quién menos será vicepresidente. El PSOE no escatima recompensas.

Libertad Digital - Opinión

La Alianza de Zapatero no convence

HACE ya cinco años que el presidente Rodríguez Zapatero anunció su proyecto de Alianza de Civilizaciones y en todo este tiempo el mayor logro diplomático que puede atribuirse a tal iniciativa ha sido que el nuevo presidente norteamericano, Barack Obama, haya aceptado asistir a una recepción, y eso en circunstancias en las que no hacerlo habría podido interpretarse como un desaire innecesario a sus anfitriones turcos. A pesar de los ingentes esfuerzos diplomáticos desplegados y de la nada desdeñable cantidad de dinero invertida en ello, aparte del secretario general de la ONU, ningún país importante de Occidente, ni siquiera dentro de la Unión Europea, ha dado un paso para sumarse a una idea que pretendía ser la fórmula filosofal para la paz mundial. La Alianza de Civilizaciones se ha quedado en un proyecto prácticamente bilateral entre España y Turquía, que siendo realistas no merecería tanto despliegue grandilocuente. Es más, como muy acertadamente decía ayer mismo en estas páginas el profesor turco Soner Cagaptay, la formulación puede ser incluso perjudicial para las aspiraciones europeas de Turquía, porque parte de la idea de que aquel país forma parte de una civilización diferente de aquella en la que se sitúa España y en la que teóricamente pretende integrarse.

Mientras no se ocupe de ninguno de los asuntos que causan los conflictos que empañan las relaciones entre Oriente y Occidente, el futuro de la Alianza de Civilizaciones se aventura igual de candoroso que hasta ahora. Para los discursos amables y los propósitos ecuménicos de paz y armonía, siempre habrá algún oyente. Habría que preguntarse en qué ha intervenido la Alianza de Civilizaciones para evitar la proliferación de armas nucleares en el caso de Irán, salvo para servir de válvula de escape para el régimen teocrático de Teherán frente al aislamiento diplomático de las naciones Occidentales. Es cierto que la Casa Blanca ha lanzado también una oferta de diálogo a los ayatolás, pero lo ha hecho pidiendo a cambio un gesto tranquilizador en el campo del desarrollo nuclear iraní, que es una de las mayores amenazas para la paz. Para demostrar su utilidad, la Alianza de Civilizaciones podría, por ejemplo, intentar ocuparse de la paz en Oriente Medio.

Las alianzas se establecen por definición con aquellos con los que se tienen cosas en común, mientras que hasta ahora el proyecto de Rodríguez Zapatero se ha planteado al revés; primero se establecen los socios y después se buscan los valores que pudieran compartirse. Y la verdad es que aparte de las naturales aspiraciones abstractas a la paz, que se suponen a todos los pueblos -incluso a los que están en guerra- es muy difícil encontrar coincidencias entre un régimen teocrático como el iraní, por ejemplo, y el gobierno socialista español que ha aprobado leyes como la del matrimonio homosexual. Desde este punto de vista, la Alianza de Civilizaciones sería la quintaesencia del relativismo, que acoge a todas las expresiones políticas y morales en pie de igualdad. Y eso nos lleva a la conclusión de que o bien el Gobierno carece de valores sólidos, o, peor aún, está dispuesto a mercadear con los que tiene a cambio de una sonrisa diplomática.

ABC - Editorial