viernes, 11 de diciembre de 2009

Tertsch. Por Alfonso Ussía

Su primer apellido es una onomatopeya de golpe seco. El segundo, Del Valle-Lerchundi, la confirmación de su antiguo solar vascongado. Con Hermann Tertsch –pronuncien con la libertad que la Constitución les garantiza–, he compartido muchos momentos agradables. Es un excepcional periodista. Cuando, por su decente independencia, fue condenado al exilio de «El País», hice lo posible para traerlo a LA RAZÓN. Pero el entonces director de LA RAZÓN no hizo esfuerzo alguno para conseguirlo. Ya estaba en otras cosas. Hermann Tertsch es además un gran comunicador, vehemente, distinto y sorprendentemente libre. Le importa un bledo el lenguaje políticamente correcto y reconoce a los golfos del pesebre a kilómetros de distancia. Por eso le han fracturado dos costillas con una precisa y profesional patada de kárate a traición, en una calle de Madrid.

Días antes de la agresión, en el programa de La Sexta de un inevitable de los enchufes políticos, habían parodiado a Hermann señalándolo de asesino. El programa lo produce Globomedia, la productora del insufrible Emiliuco Aragón, Miliquito, el payasete, prototipo del «buenismo» oficial desde que triunfara en aquel tostón interminable de «Médico de Familia». Ahora produce otro tipo de programas, según se ha demostrado. Hermann Terstch es fácilmente reconocible por ser el director del «Diario de la Noche», el programa informativo nocturno de Telemadrid. No pretendo acusar al perenne enchufado y al falso bondadoso de ser los autores de la patada por la espalda a Hermann. Pero no creo exagerar si afirmo que comparten una buena parte de responsabilidad. Cuando se crea odio, se señala a un personaje conocido y se le muestra como un asesino, se cae en la inducción a la violencia. Cualquier imbécil fanático de los que ven el programa producido por Globomedia y dirigido y presentado por el eterno favorecido, puede reaccionar de la manera que lo hizo el agresor de Hermann creyendo que hace un bien a la sociedad. El pesebrista mayor del Reino, miembro destacado del Sindicato de la Ceja, aprovecha su programa –me lo han dicho, que uno no puede perder el tiempo–, para herir. Y a Hermann le han herido, no sólo moralmente sino físicamente. Dos costillas quebradas por una patada profesional y a traición, después de haber sido parodiado como asesino.
Menos mal que ha tenido suerte con los médicos. Ya se repone y va a seguir en la brecha escribiendo, informando y opinando desde su verdad. Va a seguir siendo políticamente incorrecto y libre. Va a seguir combatiendo con la palabra y la idea al terrorismo, la corrupción y la Constitución, con su clarísimo concepto de España. Y escribo que ha tenido suerte con los médicos porque no le han atendido los que le señalaron. Ni el falso médico de familia, ni el auténtico médico que se esconde tras la máscara amarga del gracioso oficial del sistema, doctor Monzón, creo que se llama. En ese aspecto ha tenido suerte Hermann Tertsch, a quien le envío desde aquí mi mayor abrazo por haber sufrido y vencido a la perversidad de los amparados por el poder.


La Razón - Opinión

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