viernes, 6 de junio de 2008

La energía nuclear y el agua. Por Luis María Anson

Hasta Felipe González defiende hoy la energía nuclear. Es la rectificación de un político serio, de un hombre de Estado, ante la nueva situación. En Francia e Inglaterra los renovados planes que impulsan las centrales nucleares revelan una política responsable que quiere superar los retos del futuro.

Zapatero, no. Zapatero sigue emperrado en su panfleto de cartel preuniversitario, hostil a la energía nuclear por un estúpido progresismo reaccionario de ideologías viejas y caducas. Todo el mundo está de acuerdo en multiplicar las energías renovables, la eólica y la solar. Pero las centrales nucleares se han hecho imprescindibles. El riesgo es casi cero y en todo caso lo compartiremos con Francia, aunque arrasemos aquí el más mínimo vestigio de energía nuclear.

Lo más asombroso es que Zapatero ha tenido la ocurrencia, desde su insondable sabiduría científica, de afirmar que no hay agua en España para nuevas centrales nucleares. Sus declaraciones al Financial Times han conmocionado al mundo científico. El 98% del agua que se emplea para los circuitos de refrigeración de las centrales nucleares se recupera sin sombra de contaminación. La metedura de pata zapateresca ha provocado la carcajada de la comunidad científica internacional.

Zapatero no quiere centrales nucleares porque está anclado en un progresismo decadente y superado, porque carece en este campo de la menor noción de lo que habla y porque no cree en otra cosa que en el republicanismo cívico, en la ciudad idílica de su mentor áulico Philip Pettit. ¿En manos, en fin, de quién estamos? ¿Qué nuevas majaderías tendremos que escuchar en los próximos cuatro años?

El Imparcial - 06/06/2008

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