jueves, 30 de agosto de 2007

La publicidad del irracionalismo


Nunca he sentido el rechazo por la televisión que experimentan los progres desde que Marshall McLuhan enunció aquella olvidable pero no olvidada sentencia de que el medio es el mensaje. La televisión nos mete en el salón lo que le mandan meter. Y eso sí que merece un análisis.

Dejemos de lado los deportes, que ocupan una parte desproporcionada de los informativos, aunque no mucho mayor que la que ocupan en la prensa escrita, en la que existen dos periódicos especializados que se venden tanto como los diarios de información general, que también llevan una amplísima sección deportiva. Cada uno se idiotiza como quiere, mirando partidos de lo que sea, atendiendo a las miserias de los programas rosa o siguiendo las peripecias de Bea, todas cosas que vienen del papel y de la radio.

La Sexta, que al parecer va a convertirse en la cadena oficial del PSOE, más aún que ahora, ayudada por el nuevo diario El Público, de próxima aparición, da una pauta ideológica del pensamiento del gobierno: es la que más deportes ofrece, como la Cinco ofrece Pantoja y padres descastados que les dan droga a sus hijas y que no serían nada famosos si no les jalearan esas gracias.

Si usted no quiere nada de eso, la televisión le ofrece otras alternativas: series y películas. Agosto ha sido un mes maravilloso en este terreno: no hemos podido ver un solo episodio nuevo de ninguna serie, ni una sola película que no hubiera sido emitida repetidas veces. Yo he podido comprobar cosas que sospechaba: que Memorias de África ha envejecido, que Grissom ha ido ganando con los años y que El ala oeste de la Casa Blanca, la mejor serie en muchos años, sigue dando mucho miedo: la han condenado a los viernes, a la una de la mañana. Como la han pagado, no les queda otra que pasarla a pérdidas o mostrarla cuando el público está medio dormido.

Todavía estamos esperando una nueva temporada de 24 y sospecho que, si llegan a ponerla, será también en horarios siniestros.

La producción de series en los Estados Unidos es abrumadora, en todos los niveles de calidad y para cualquier público, y está claro que las cadenas españolas de televisión abierta hacen una selección a la hora de comprar unas u otras. Selección que tendrá que ver con las posibilidades comerciales, pero también con otros matices, entre ellos el ideológico. Y no es que El ala oeste no sea progre, pero muestra entripados de la política que no deben ser mostrados. Prefieren cosas más light.

¿Y qué hay más light que los fantasmas? Pues resulta que, de la docena y media de series visibles, nueve se dedican a ellos, a los médium o a los tipos con poderes singulares: Medium, Entre fantasmas, Las voces de los muertos (británica), Premoniciones, Sobrenatural, Embrujadas, Millenium, John Doe y una más, cuyo nombre he olvidado, protagonizada por una médium al servicio del FBI. No cuento La habitación perdida porque pasó a mejor vida. El contrapeso científico queda a cargo de CSI.

No es un fenómeno nuevo. Tras el fracaso de la revolución de 1848, Marx decía en una carta que "todas las mesas de Europa han empezado a moverse" por obra de los espíritus. Y Alan Furst escribe en El oficial polaco, que transcurre en los dos primeros años de la Segunda Guerra Mundial: "En una época en la que el consuelo era prácticamente inexistente, las profecías abundaban, por extrañas que fuesen algunas de ellas." Cierto: en tiempos de crisis, prospera el irracionalismo. Pero, teniendo en cuenta que los capítulos de estas series suelen emitirse en tandas de dos o de tres, veinte horas de televisión cada semana dedicadas a los diálogos con los muertos y con los espíritus, del bien o del mal, o a la investigación de crímenes por adivinación, parece excesivo.

Los seres humanos tendemos a lo irracional, el ser primitivo no deja de estar agazapado un solo instante en el fondo del hipotálamo, y cualquier excusa es buena para dejarlo aflorar, cargándose milenios de cultura y de contención. Pero que se lo promocione desde un poderoso difusor de valores como es la televisión, es harina de otro costal. Si llegamos a dar por normal que a nuestro alrededor haya miles de personas que hablan con espíritus a diario, terminaremos por aceptar cualquier absurdo, desde la combustión espontánea hasta los derechos históricos.

No pienso, como los señores Dorfman y Mattelart en Para leer El pato Donald, que el sello Disney apañe a una conspiración de malvados dispuestos a lavarnos el cerebro mediante los discursos ininteligibles del pato, siempre tan irritable, tan primitivo. En el universo de los relatos, los fantasmas venden tanto como los vampiros. Y se producen series y películas y novelas y cuentos ad hoc. Una proporción en cada mercado, en competencia con las historias de amor, de dolor, de guerra, del far west, de secuestros, de ladrones, de crímenes y, desde luego, con las comedias, que también tienen su público. En la televisión, el consumidor no elige, está a lo que le echen. De modo que si la proporción entre géneros varía, o apaga el aparato o se traga lo que ponen. Y alguien escoge la desproporción.

Claro que irracionalismo y corrección política van de la mano: ahí está A dos metros bajo tierra y su clon, Cinco hermanos, con la que hasta comparten actores. Son como los culebrones de toda la vida, infinitamente mejor hechos y con la presencia de todas las minorías concebibles, salvo negros, que no podían ser concebidos por parejas blancas: pero todas las familias tienen un hijo gay, una hija o una esposa promiscua, un padre con amantes, y A dos metros riza el rizo otorgándole al hijo gay (pero religioso) un amante que, amén de negro, es policía. Son familias impecables, sin reproches esenciales, de libre sexualidad y sin posición política, aunque en Cinco hermanos Rob Lowe haga de senador republicano que cada vez que abre la boca demuestra lo demócrata que es. Irracionalismo, cotilleo, corrección política y deportes conforman el universo mental de la víctima. Y la repetición, como se sabe, genera adicción.

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vazquez-rial@telefonica.net



Horacio Vázquez-Rial
La Revista de Agosto de Libertad Digital

Te esperábamos, Rosa

Catálisis (del gr. «katálysis», disolución) ­f. Quím. Acción activadora (o, más raramente, retardadora) de las reacciones químicas, realizada por cuerpos que, al terminar la reacción, permanecen inalterados. Ô Acción de presencia.

Catalizador Persona o cosa que impulsa o aglutina las distintas fuerzas que intervienen en una reacción colectiva importante.

(Del diccionario de María Moliner)

Creo que muchos te esperábamos, Rosa, porque tu puedes catalizar el proceso reactivo que está iniciándose frente a la degeneración política del país. Porque tú y los que te seguimos podemos hacer cuajar un nuevo equilibrio político que regenere España.



Pero el nuevo partido democrático progresista que España necesita debe fundarse sobre bases sólidas, a fin de cumplir el papel histórico que tiene que desempeñar. Por eso urge acelerar ya el proceso de creación estructural de la nueva organización.

Tu nos liderarás a muchos que estamos buscando una nueva forma de hacer política y un nuevo equilibrio de fuerzas en el país, que instauren una democracia viva, que haga frente al secuestro oligárquico y caciquil de la voluntad democrática, que se ha producido lentamente desde comienzos de la transición y aceleradamente durante el actual trienio necio. Que haga frente a la estafa a la democracia a la que tenemos que enfrentarnos.

Pero España está viviendo una crisis seria de la democracia y superarla resultará enormemente difícil si no sabemos conjugar bien las exigencias del proceso: tiempos, principios, liderazgo, estructura y catarsis.

LA SINCRONIZACION

La primera exigencia es el tiempo, la sincronicidad de urgencia y maduración progresiva de un proceso que comienza: tenemos que frenar urgentemente la degeneración del país y al mismo tiempo necesitamos construir sobre bases sólidas y estabilizadas una nueva realidad política consistente y coherente.

LOS PRINCIPIOS

Para ello, es preciso definir con claridad los principios fundamentales sobre los que tendremos que basarnos. Y creo que estos principios deben referirse a unas cuantas cosas esenciales:

a) La defensa de la idea de España como patria común e indivisible, que encarna e institucionaliza el pluralismo y la libertad como rasgos esenciales de nuestra integración interna y externa en Europa, y que es preciso defender frente a soberanismos y caciquismos. Patologías cuyos principios y orientaciones les llevan a pretender la construcción de naciones monolíticas enfrentadas a la unidad y convivencia del conjunto de los españoles. Impulsos y orientaciones que si no se contrarrestan producen la destrucción del pluralismo, la ruptura de la unidad y la cohesión social, y la degeneración y derrumbe de la democracia.

b) La concepción de la actividad política como una tarea de enorme importancia para el desarrollo de la sociedad, que exige, por tanto, cualificación para tratar sistemas complejos, ideas claras y entrega moral al servicio del interés general. Una actividad, por consiguiente, que exige la actualización permanente de la sensibilidad y los conocimientos, la dedicación entusiasta a la "respublica", y la sensibilidad y empatía necesarias para sintonizar con las demandas y problemas de los ciudadanos y la sociedad.

Una actividad, por consiguiente, que no puede fundamentarse en ideas esclerosadas y delirios anacrónicos; ni en electorerismos vacuos y populistas que manipulan la opinión pública y pervierten la democracia; ni en clientelas de sicarios obedientes a caudillos iluminados; ni en oligarquías cerradas e impermeables a las necesidades sociales.

Una actividad que exige la promoción de los mejores y más capacitados, y no la selección negativa de los que carecen de criterio, personalidad, sentido crítico y autonomía, o profesión conocida.

c) La percepción de la cultura e ideas políticas actuales propias de las sociedades modernas europeas como orientaciones de consenso, a la búsqueda de la interpretación y gestión de un mundo global en transición acelerada y radical. Cultura e ideas que tienen que canalizar y dirigir fuerzas poderosísimas hacia el desarrollo de la Humanidad en una época de crisis global. Cultura e ideas, por consiguiente, que no pueden estancarse en las fórmulas ideológicas de hace dos siglos más o menos remozadas, sino que precisan innovación radical basada en la reformulación de los valores humanos de siempre y en su adaptación a una nueva realidad mundial y global. Cultura e ideas que necesitan integrar y gobernar un mundo en cambio con instrumentos obsolescentes como los Estados actuales. Cultura e ideas, en definitiva, que necesitan construir unidades políticas superiores a las existentes mediante la superación de los sectarismos y brechas del pasado.


EL LIDERAZGO

Necesitamos un liderazgo fundacional, que construya de la nada y/o de las cenizas del pasado algo insólito, una relidad política nueva que integre, en síntesis frescas, ideas y residuos estructurales obsoletos, y que sepa abrirse un nicho nuevo de estabilidad, centralidad y progreso en el seno de una sociedad bloqueada que comienza a derrumbarse.

Por eso te esperábamos, Rosa, porque muchos creemos que tú puedes catalizar todo lo nuevo que hace falta: actitudes, ideas, personas y estructuras, a fin de desatascar el país. Porque somos conscientes de que te guían tus convicciones profundas de persona progresista, cuyas metas son el desarrollo de la libertad y la igualdad, y que sabes perfeccionar y aplicar esos principios a la realidad incluso en contra de lo existente cuando es necesario.

En tu biografía política nos has dado un ejemplo, Rosa, de que en ocasiones es necesario sacrificar la estabilidad y la tranquilidad personal en aras de objetivos y bienes superiores. Porque, como tú dices, Rosa, tenemos hijos a los que legar algo mejor y no peor que lo que tenemos.

En todo esto, creo que somos muchos los que sintonizamos contigo, vemos el peligro de declive y creemos en la necesidad de entregar nuestro esfuerzo a evitarlo. Necesitamos un liderazgo como el tuyo que movilice a los hasta ahora desengañados o estafados por la situación política. Estamos en ello, Rosa.


LA ESTRUCTURA

Los que tenemos algo de experiencia política sabemos de la dificultad de construir partidos vivos, flexibles y adaptativos. Tal como yo veo mi experiencia en el PSC-PSOE y en Ciudadanos, ambos partidos se han podrido por diversos factores y circunstancias a diversos ritmos, sucumbiendo a la corrupción de los principios fundacionales, a la oligarquización y a los intereses de los dirigentes.

Por eso es muy importante que el liderazgo se complemente con una estructura viva y con afiliados motivados por altos ideales de servicio al país, conscientes de la situación de emergencia que vivimos y prestos a entregar gran parte de su tiempo durante algunos años a superar la situación.

En ambos casos, el fracaso estrctural deriva de la avalancha de oportunistas, la jerarquización y oligarquización, la falta de liderazgo de calidad y la degeneración sectaria.

Debemos tratar de evitar las dos primeras patologías y la última, ya que tenemos la suerte de contar con liderazgo de calidad. Pero los objetivos ambiciosos que perseguimos no se pueden conseguir únicamente con la confianza o fe en el liderazgo, sino que se hace preciso construir una estructura ágil y democrática que frene la posible avalancha de oportunistas mediante los filtros adecuados, y sea capaz de integrar la pluralidad interna de sensibilidades variadas propias de un partido transversal.

Un partido que ha de situarse en un espacio central y centrípeto que fortalezca la democracia española frente a la centrifugación nacionalista y el desvarío de una izquierda obsoleta y sin rumbo.

LA CATARSIS

Si acertamos en todo esto y conseguimos actuar con inteligencia, honestidad y eficacia, creo que conseguiremos ganarnos la confianza de un sector importante de la población, que espera como agua de mayo el proyecto que queremos presentarle. Y si conseguimos votos suficientes para jugar un papel significativo entre los dos grandes y frente al soberanismo y el caciquismo, habremos triunfado en ese gran objetivo histórico de impedir la degeneración del país, y sacarlo adelante como una democracia moderna y fuerte que pueda hacer jugar a España el papel que le corresponde.

Nuestra transición actual, nuestra crisis y movimientos, están siendo observados con atención en toda Hispanoamérica. Tengámoslo en cuenta. Y hagamos despertar a los españoles con la idea de que nuestra democracia se puede regenerar, como el ave fénix que finaliza este artículo. Nuestro papel histórico es conseguir la catarsis del país. Un abrazo, Rosa.


Luis Bouza-Brey