domingo, 15 de julio de 2007

Las razones de mi dimisión de la ejecutiva de Ciutadans

Han pasado cosas graves durante el último Congreso de Ciutadans que me han llevado a un proceso de reflexión tras el que he comunicado a Albert Rivera mi decisión de no aceptar el puesto en la Ejecutiva, decisión que requiere una explicación ante los electores de Cs y ante la opinión pública y que es fruto de mi experiencia personal y de muchos de mis compañeros ante los hechos percibidos en el último Congreso.

Antes de pasar a describirlos quiero dejar constancia, tal y como hice con el propio Rivera, que la circunstancia personal de tener una hija de corta edad, asociada al hecho de la lejanía geográfica de la Ejecutiva, no hubiera impedido mi presencia en la misma si el sacrificio personal hubiera valido la pena, cosa que un análisis pormenorizado de la situación actual descarta.

He decidido dimitir porque tengo la firme convicción de que este partido no va a ser el partido nacional regenerador del sistema democrático por el que muchos hemos trabajado.

El pasado Congreso ha evidenciado que gran parte de los valores esenciales del partido: el respeto al principio de excelencia, la no duplicidad de cargos, el proyecto nacional español, han quedado diluidos y que su propio ideario puede ser enmendado, a la totalidad, por un solo ciudadano (Francesc Carreras), despreciando el trabajo de decenas de compañeros que trabajaron duramente para mejorar el ideario original en Comisión y en todas y cada una de las Agrupaciones del partido.

Es inaudito que lo más sustancial y constitucional de Ciudadanos pueda ser eliminado por una sola persona y sin el respaldo de una mayoría cualificada de 2/3 de los delegados. Pero sucede que la malhadada enmienda unipersonal también destruye la transversalidad del partido al definir el mismo como de centro-izquierda, eliminando así la capacidad de aglutinar a todos los españoles progresistas en el proyecto de crear un partido bisagra nacional que acabe con el chantaje permanente del nacionalismo excluyente en España.

Pero la citada enmienda unipersonal también consagra el supuesto “exitazo del Estado Autonómico” sin efectuar la menor crítica solvente a sus más que evidentes excesos y con total olvido de que existe una segunda descentralización pendiente hacia los municipios, que no se ha desarrollado constitucionalmente y que es de importancia capital y principal responsable de la corrupción urbanística y de la especulación del suelo.

No hay referencia, ni por asomo, a la urgentísima necesidad de reformar la Constitución para evitar la desigualdad progresiva entre los españoles por virtud de su lugar de residencia, ni tampoco la de reformar la ley electoral para evitar el chantaje permanente al que está sometido el 95% de los españoles a manos de menos de un 5%.

Grave es que pudiera prosperar semejante desatino por mayoría simple de la Comisión de Ideario y del Plenario del Congreso, pero no lo es menos el hecho de que las enmiendas independientes -a la enmienda unipersonal a la totalidad- elaboradas por excelentes compañeros deprisa y corriendo (apenas dispusieron de media hora para redactarlas), fueran rechazadas muchas de ellas por la misma Comisión, especialmente todas las que introducían el término de nación española o situaban el nombre de España en algo que no fuera un adjetivado insustancial.

En el Congreso pudimos comprobar como personas que habían probado de forma indiscutible su ineficacia como gestores, se mantenían aferrados a sus cargos en la ejecutiva en la propuesta cerrada de Rivera, y ello pese a que el informe de cuentas, el de gestión, el del Consejo General, no fueron aprobados por la asamblea y que la pretensión de Rivera de listas cerradas para la Ejecutiva también fracasara.

Además sucedió, que la elección de representantes al Consejo General, órgano de control básico de la Ejecutiva, por evidente defecto de organización del que sólo puede ser responsable la dirección del partido, se retrasó hasta la noche del Domingo que cerraba el Congreso, razón por la cual todos los compañeros no catalanes e incluso gran parte de los catalanes no residentes en Barcelona tuvieran que marcharse de vuelta a sus hogares, sin poder intervenir ni votar asunto tan trascendente y dejando el tema para los acólitos de la dirección actual, lo que ha producido el desastre correspondiente de un Consejo compuesto en su práctica totalidad por riveristas.

Resulta evidente que la pluralidad de tendencias y de sensibilidades que constituyen el activo y principal riqueza del partido no han quedado ni remotamente representadas en la ejecutiva ni en el Consejo General entrantes.

Con todo, lo peor, ha sido constatar que muchos de los delegados presentes, que sí representaban democráticamente al partido, antepusieran su catalanidad a la españolidad, lo que a mi y a muchos otros afiliados de Ciudadanos nos ha creado la convicción de que este partido es irrecuperable para un proyecto nacional y que se su acción principal se concentrará en Cataluña.

En estas circunstancias es posible que muchos afiliados acabemos abandonando el partido y busquemos el proyecto nacional regenerador, que inspiró el origen de Cs, en el partido que está formando Basta Ya. En cualquier caso me mantendré como miembro de la Asociación que dio origen a Ciudadanos y manteniendo perfecta sintonía con el pensamiento de sus fundadores esenciales: Albert Boadella, Arcadi Espada, Xavier Pericay, Teresa Jiménez Barbat, etc.


Eva Climent


Ex-candidata por Ciutadans a la alcaldía de Alicante

Plataforma Pro

Defensa de la Política

EN LOS DOS ULTIMOS SIGLOS LA JUSTIFICACION ÉTICA DE LA POLITICA SE BASO EN EL CONTENIDO HUMANITARIO DE LAS IDEOLOGIAS, HOY LOS CIUDADANOS PASAN DE LA POLITICA NO PORQUE REPRUEBEN SUS CONTENIDOS, SINO PORQUE DETESTAN LA FORMA DE EJERCERLA. ANTONIO ROBLES

El descrédito de la política en España aumenta a la velocidad de la abstención. Cataluña, y en particular Barcelona, llega ya al 50%. «Todos los políticos son iguales», «no me vuelvo a fiar de las promesas de un político», «la política es una mierda»A menudo sentimos o caemos nosotros mismos en aquello de «no somos políticos profesionales, sólo gente corriente, de la calle».
Recuerdo alguna vez haberlo dicho. Como si los demás políticos fueran extraterrestres.

Sin darnos cuenta abonamos el desprecio por la política, inconscientes de que no es ella sino nosotros los que la hacemos detestable.

Confundimos así la herramienta con que organizamos la sociedad (la política) con la utilización que hacemos de la herramienta (la práctica política concreta). Y en la confusión respaldamos estúpidamente a quienes detestan la herramienta y están dispuestos a acabar con ella. Un ejercicio peligroso en tiempos ociosos y vacíos.

Ir a las fuentes de donde surgen los pilares de nuestra civilización, casi siempre nos refresca el valor perdido de las causas que la hicieron deseable. Intentémoslo con la Política.

La polis griega, equivalente a la civitas latina era la ciudad, ámbito del Estado, espacio donde los hombres se organizaban socialmente, participaban de la cosa pública. Ciudad, Estado y Sociedad eran así la misma cosa y, por tanto, todos los asuntos del Estado eran, por lo mismo, de todos los ciudadanos. Así y allí nació la democracia. Y así y allí los griegos consideraron a estos asuntos de Estado politikoi (de todos), en oposición a aquellos intereses personales fuera del ámbito del bien común a los que se les denominaba idióticos (privados).

Con el pasar del tiempo, los individuos que se desentendían de los asuntos concernientes a la polis se los conocía como idiotes (ciudadanos privados). Parecería, por tanto, que quienes se excluían de la política, lo hacían de una actividad responsable y respetable.

Paradojas del destino, ahora, a juzgar por el descrédito de la práctica política, los únicos idiotas parecen ser los que con más ahínco se decidan «a lo suyo», o sea, los propios políticos.

Si así fuera, habríamos pervertido el sentido primero que los griegos dieron a la política: la búsqueda del bien común. Es tanta la identificación del ciudadano griego con ella que cuando a Sócrates le dan la oportunidad de huir de la cárcel condenado injustamente a muerte declina el ofrecimiento porque prefiere morir injustamente condenado que incumplir las leyes de su ciudad, es decir, del Estado. A la otra orilla de la épica ética de Sócrates, sobrevive a duras penas la política como herramienta de poder.

Durante los dos últimos siglos, fueron los contenidos ideológicos los que dieron justificación ética tanto a la acción política como a los fines perseguidos. Grave error. Amparados en ideologías humanitarias, se llegaron a justificar infinitos horrores. Tenían tanta confianza en la bondad de su contenido que no llegaron a sospechar que donde radicaba el mal no era en los contenidos sino en «la forma» para imponerlo.

Si en los contenidos las diferencias entre partidos de izquierdas y de derechas se han reducido, en las formas son idénticos. Unos y otros están prestos a alcanzar el poder cuando no se tiene y a conservarlo cuando se posee. «Como sea», Zapatero dixit.

La política se ha llenado de individuos que se reconocen y se promocionan mutuamente con una simple mirada, es la mirada del poder. Frente a éstos, están en peligro de extinción aquellos otros que además de querer ejercer el poder necesitan tener una disculpa ética para alcanzarlo. Están en desventaja. Para los primeros lo importante es el fin, o sea el poder a secas, no los medios. Para los segundos no todo vale. Estos tienen ideales y principios, los primeros, ambición.

Proyectos de plastilina, víctimas del terrorismo convertidas en carnaza electoral, principios y normas adaptables a las coyunturas, discursos a la carta, etarras transformados en coartadas para forzar la imposición de ideales que violentan el orden constitucional, información amañada para ocultar una promesa incumplida, pactos que calculan la cilindrada del coche oficial y esa cara de gilipollas que te queda cuando te da la mano alguien que jamás te la daría si no estuviera en campaña electoral, sonrisas calculadas, frases sobadas, zancadillas, navajadas, insidias envenenadas para intoxicar al común y destruir al rival, ambiciones simuladas y la envidia convertida en rencor como preámbulo del ajuste de cuentas; ni rastro de lealtad, de coherencia, de objetividad ante las reglas no escritas, un vacío inmenso para el bien común. Una cloaca insoportable.

Son las formas de los políticos lo que detestan las gentes. Los ciudadanos necesitan creer en las personas, y los políticos son, antes que nada, personas. ¿Podría ser la reivindicación de la decencia en las formas la próxima revolución política?.



Antonio Robles es diputado de Ciutadans - Partit de la Ciudadania.
El Mundo de Cataluña
Reggio

Ciutadans: un congreso al sol

Dos días soleados y envueltos por la brisa húmeda mediterránea acompañaron el 30 de junio y el 1 de julio, pasados, durante los cuales se celebró el II Congreso de Ciutadans en Hospitalet, en las magníficas instalaciones del Hesperia Tower. También este Congreso fueron dos días, sábado y domingo, al sol.

Las tareas, marcadas por la agenda política de un movimiento social y político de resistencia, sencillamente no fueron abordadas en este Congreso: ¿cómo afrontar la próxima convocatoria electoral?, ¿cómo implantar un partido en todo el territorio nacional? Y ¿cómo lograr la unidad orgánica con la plataforma PRO, iniciativa política de Basta YA?.

En su lugar el Congreso se centró en reformar el Ideario y los Estatutos de una organización que cumplió su primer año de edad en estas fechas.Dos brindis al sol.

No es de extrañar, por tanto, la desmoralización provocada por este esperanzado Congreso tanto externa como internamente, tanto para los partidarios de la candidatura de Albert Rivera, vencedora, como para los de la candidatura del profesor Bouza-Brey, vencida, que personalizaron las dos principales propuestas de dirección política.

La reforma del Ideario fue arrebatada, primordialmente, por la enmienda a la totalidad presentada por el catedrático de Derecho Constitucional, Francesc de Carreras, y aprobada por el Congreso. Al margen de que su contenido ya es motivo de interpretaciones diferentes entre quienes la avalaron, entre quienes no y entre ambos, sus efectos han sido, eso, las divisiones internas sobre su alcance y la desvinculación ideológica de algunos sectores del partido. Una reforma innecesaria, útil para restar que no para sumar.Otro brindis al sol.

La reforma de los Estatutos originó un movimiento contradictorio: mientras se rechazó la elección de la nueva Ejecutiva mediante lista cerrada (¡primordial reivindicación de la candidatura de Albert Rivera!), se aprobó enmendar la lista abierta para acercarla, en sus efectos, a la lista cerrada. El resultado lo prueba: fue prácticamente igual que si se hubiera votado mediante lista cerrada. Otro brindis al sol más.

¿Por qué un Congreso previsto para propulsar la alternativa política que representan tanto Ciutadans como Basta Ya, proclamarla y aventarla, no ha sido la magnífica oportunidad de propagar la esperanza política de sus predicados a lo largo y ancho de nuestro país y de animar a sus militantes y simpatizantes?.

En este Congreso ha ocurrido exactamente lo contrario que en aquel famoso Congreso socialista en el que retiró su candidatura Felipe González: o partido marxista o yo, dijo entonces González. Y quiso ser un Congreso que impusiera sus predicados a una determinada Ejecutiva. Y no fue. Y éste ha sido un Congreso que ha elegido una Ejecutiva, encabezada por su principal capital político, Albert Rivera, sin agenda política.

Así, la candidatura de Albert Rivera se presentó al Congreso con muy escaso bagaje político: de sus 20 folios de propuestas, dos párrafos se dedicaban a Basta Ya para enunciar su existencia y sus posibilidades futuras; otros dos párrafos para enunciar también la implantación de un partido nacional y más de 19 folios para explicar, con todo lujo de detalles, cómo sería y se organizaría su nueva Ejecutiva. Era evidente que su fuerza no radicaba en sus propuestas sino en su cabecera.

Y así ha ocurrido, hay cabecera pero no hay agenda.

Y el resultado nada halagüeño ha sido: un partido dividido casi por la mitad, una imagen pública que ha derrochado lo conseguido y una desmoralización que va bastante más allá de su ámbito de influencia.

Pero la realidad es ruda, es real y no hay modo de quitársela de encima. Las necesidades de responder a la iniciativa de Basta Ya, de implantar un partido nacional y de afrontar las próximas e inmediatas elecciones van a la contra de los deseos de la nueva Ejecutiva. Exactamente al revés de aquel Congreso socialista.
La plataforma PRO es, para los militantes de Ciutadans en Cataluña, una esperanza admitida abiertamente por una parte muy significativa (40 %) del Congreso.

Para los de fuera de Cataluña, una esperanza imprescindible. Fuera de Cataluña, Ciudadanos no dispone de ningún capital político, de ninguna atracción electoral. La posibilidad de contar con Rosa Díez en su cabecera representa una atracción absoluta.
Estamos, sin duda, ante una victoria pírrica, la de la candidatura de Albert Rivera, si llega a ser una Ejecutiva capaz de gestionar las ideas ajenas (algún síntoma hay: su primer comunicado establece la necesidad de un tercer partido nacional, lenguaje apropiado de la candidatura de Bouza-Brey). O estamos ante dos organizaciones que se coaligan en Cataluña mediante una síntesis de Ciutadans y Basta Ya, y fuera de ella, en torno a Basta Ya.

La tercera opción, dada la polarización extraordinaria que se prevé en las elecciones generales, sería la señalada por quienes, perteneciendo a estos movimientos sociales, como Jon Juaristi, no contempla la necesidad de implantar un nuevo partido político. Sostiene que los movimientos sociales deben influir sobre los dos grandes partidos nacionales. Favorece, sin duda, ante esta contienda, que no se pierda ningún sólo voto la opción electoral más capacitada para frenar la deriva zapaterista. Piensa, sin complejos, que, para este viaje, siempre quedará el Partido Popular.

Blog de Santiago Garrido

Ciudadanos divididos

Ciudadanos que, en su mayoría, ya eran miembros de entidades, asociaciones y movimientos cívicos con ideologías antagónicas, desde la ultraderecha a la extremaizquierda, se afiliaron en 2006 a la nueva formación «Ciutadans»-Partido de la Ciudadanía (C´s) para combatir el nacionalismo y defender el bilingüismo en Cataluña.

Un año después de aquella conjura antinacionalista, promovida por quince intelectuales desde la plataforma «Ciutadans de Catalunya», el partido está completamente dividido y al borde de la ruptura. Las causas se han de buscar en los malos resultados de las municipales -23.000 votos menos de los 90.000 que obtuvieron en las autonómicas- y en el desenlace fatricida del segundo congreso, donde Albert Rivera fue reelegido como presidente pese a que la asamblea rechazó el informe de gestión de su ejecutiva y del consejo general.

No obstante, los partidarios del núcleo duro, encabezado por Rivera, que contó con el apoyo del catedrático de Derecho Francesc de Carreras y del escritor Félix Ovejero, coparon todos los cargos de la nueva ejecutiva e impusieron su ideario de partido que, a partir de ahora, se autodefine como «centro izquierda».
La imposición de la marca ideológica y, sobre todo, la victoria aplastante de Rivera dejaron al resto de familias de «Ciutadans» sin margen de maniobra dentro del partido.

El colectivo Alternativa Ciudadana, integrado por militantes izquierdistas, abandonó el pasado día 6 de julio el proyecto de C´s sin esperar la decisión de los liberales de «Regeneración Democrática», una corriente encabezada por el profesor de Ciencia Política, Luis Bouza-Brey.

La dimisión de Eva Climent

La alicantina Eva Climent renunció la semana pasada a su cargo en la nueva ejecutiva de Rivera pese a ser la única representante del sector liberal en este órgano. Un puesto que logró tras un segundo recuento de votos al sobrar más de mil de los matemáticamente posibles en la asamblea. «Es posible que muchos afiliados acabemos abandonando el partido y busquemos el proyecto nacional regenerador, que inspiró el origen de C´s, en el partido que está formando Basta Ya», advierte Climent en su nota de renuncia al cargo, donde critica duramente a la nueva dirección.
El sector liberal, que cuenta con el respaldo de los intelectuales fundadores Albert Boadella, Arcardi Espada, Xavier Pericay y Teresa Giménez Barbat, amagó con abandonar «colectivamente» el partido tras los resultados del cónclave. La derrota de Bouza-Brey, perdió por 56 votos la presidencia de C´s frente a Rivera, abrió unos días de reflexión en «Regeneración Democrática».

Se quedan para combatir

Tras la tormenta, los liberales han decidido ahora quedarse para combatir desde dentro del C´s y defender su propuesta de «fusión» con el partido de ámbito nacional que promueven Fernando Savater, Rosa Díez y Carlos Martínez Gorriarán.

Una misión casi imposible porque el núcleo duro del partido apuesta por una coalición con Basta Ya para que «Ciutadans» mantenga su marca política en Cataluña. Precisamente, la decisión de la nueva ejecutiva de anteponer la catalanidad a la españolidad del partido abre una brecha irrecuperable entre los partidarios de Rivera y los de Bouza-Brey.

«Ciutadans» ya ha anunciado que concurrirá a las elecciones generales, pero la incógnita está si lo harán solos o bien con Basta Ya. Y, en este caso, si será una coalición o una fusión. Habrá batalla.
«Ciutadans» celebra su primer aniversario con escisiones por doquier y una crisis de identidad que está a punto de hacer naufragar un proyecto que ha pervertido las razones de su génesis. La batalla se centra ahora en si hay fusión o no con Basta Ya


Angel Marín
ABC

Defecación para la Ciudadanía

ANTES de que un solo libro de su texto oficial haya sido distribuido, que lo haya estudiado alumno alguno, que una sola lección de su programa haya sido explicada en clase o que oficialmente haya podido ser objetada por ningún escolano, han sido gloriosamente alcanzados los últimos objetivos de la asignatura de Educación para la Ciudadanía. Españoles: la canción del verano se titula «Mecagüentó».
Esta obra maestra del progresismo, símbolo de la degeneración patria, síntesis de su degradación estética, resumen de su depravación moral y colectiva pérdida de valores y de papeles, ha sido creada, como suele ocurrir cada verano, por un genio de las letras y de la música, de parisina nación y española vecindad. Loor a su autor, Georgie Dann, que con su «Mecagüentó» ha convertido la Canción del Verano en Defecación Universal, sintomático exponente este triste tiempo de destrucción y ruptura, de radicalismos demagógicos, regido por los nuevos supremos principios: como Todo Vale, No Passsa Nada.

Maravillado había quedado en veranos anteriores con el plectro de Georgie Dann. ¿Qué clásico de la poesía española había superado su emocionante «Bailemos el bimbó, bimbó»? ¿Y qué cronista de Indias había formulado una pregunta tan decisiva acerca de las razas que el Creador extendió sobre la Tierra, cual su socrático «Mami, qué será lo que tiene el negro»? Negro que, según supimos por otra canción, un verano después, estaba atacado por un gravísimo problema de insomnio: «Que el negro no puede, no puede dormir». Canciones políticamente incorrectas, pues una posterior revisión habrá de preguntar obviamente a la famosa mami qué será lo que tiene el... subsahariano, pues los negros, como es sabido, han dejado de existir. Por lo cual tan eximio autor se alejó de presuntos racismos y en las últimas temporadas nos obsequió con piezas de inmarcesible recuerdo, cual «El chiringuito», cual «La barbacoa».

Este año Georgie Dann se ha superado. No en balde ha estado Carmen Calvo en el Ministerio de Cultura, eso ha de notarse. ¡Qué exquisitez, qué delicadeza en la hodierna Canción del Verano! ¡Qué progresismo! ¿Cómo, que no conocen este encantador texto sonoro de la Educación, digo, de la Defecación para la Ciudadanía, que estoy celebrando como se merece? Pues no les privo ni un instante más de conocer ese dechado de refinamiento lírico. Dice así en su delicadísimo ritornelo: «Ya llegando a Benidorm voy con la mosca en la oreja,/llevo la cara de la vieja fija en el retrovisor,/y al llegar al bungalow que alquilé hasta fin de mes,/empiezan a darme caña suegra, niños y mujer./Así que pido permiso, para cantar en voz alta/que estoy un poquito harto y esto me sale del alma:/ Me cago en el chiringuito, me cago en la colchoneta,/me cago en el veraneo y mecagüentó./Me cago en el chiringuito, me cago en el bungalow, me cago en el veraneo y mecagüentó.» Y en otro pasaje, no menos sublime: «Me cago en la ensaladilla, me cago en la gamba plancha,/me cago en la paellera y mecagüentó».

Insuperable. Insuperable fusión de notas musicales y vertidos fecales. ¡Y qué sinceridad! Otros, para decir lo mismo, tienen que llamar a José Antonio Marina, a fin de que les escriba un texto de Educación de la Ciudadanía donde se explique a los niños en qué principios cristianos de nuestra civilización deben defecarse para ser políticamente correctos. Georgie Dann, que es un profesional, sabe resumirlo todo con arte y sin rodeos. Y con sinceridad admirable. Al fin y al cabo, presidente de Gobierno hay que hace tres años que está haciendo lo mismo que Dann, practicando el «mecagüentó», sin ir a Benidorm con la suegra, sino al gorroneo de Doñana, con las niñas. Aunque no lo dice, este señor suele dar de cuerpo sobre cosas más importantes que el bungalow, la colchoneta, la paellera o la gamba plancha. Por ejemplo, se cisca en la separación de poderes, en la dignidad del Estado, en el matrimonio católico, en la familia tradicional, en la unidad de España, en la memoria de las víctimas de la ETA. Y, encima, quiere que los niños lo aprendan obligatoriamente a pelo seco, sin música. Menos mal que la polémica asignatura tiene ya su banda sonora en la canción del verano: Defecación para la Ciudadanía.

Antonio Burgos

Un libro titulado Educación para la Ciudadanía tacha a Losantos, Vidal y Albiac de "racistas militantes"

Lo contaba Martín Prieto este jueves en su columna de El Mundo. Un libro llamado Educación para la Ciudadanía, editado por Akal califica de "racistas militantes" a Federico Jiménez Losantos, César Vidal y Gabriel Albiac. Los autores no han descubierto su afiliación al Ku Klux Klan o al PNV, no. Son racistas por llamar "gorila" – policía o militar que actúa con violación de los derechos humanos, según el DRAE– a Chávez o "caracastaña" –equivalente en Surámerica del "carapán" español– a Morales.

Los filósofos Carlos y Pedro Fernández Liria y el investigador Luis Alegre Zahonero han elaborado un libro que la editorial Akal cataloga en la colección Biblioteca de Aula, clasificado como pedagogía, destinada a profesores, y que titulan Educación para la Ciudadanía. Desde luego como filósofos o investigadores no son muy conocidos, pero sí tienen una gran notoriedad como defensores de regímenes tan siniestros como el de Venezuela.

Aunque no se trata de un texto recomendado por el Gobierno, esta publicación da una idea del melón abierto con esta asignatura. Editado por una editorial técnica como Akal e ideado y estructurado como si de un manual se tratara, existe el riesgo de que este panfleto pueda llegar finalmente a más de un aula de los colegios españoles.

Basta con una ojeada al índice de contenidos para percibir el hedor antiliberal y totalitario que desprende. En el temario nos encontramos con epígrafes como Ciudadanía y proletarización, Incompatibilidad entre parlamentarismo y capitalismo, Las dos grandes mentiras de la sociedad capitalista, Lo que haría supuesto un "comunismo democrático" o Capitalismo y supervivencia.

En un total de cinco capítulos y 32 epígrafes no hay ni una sola mención a los Derechos Humanos o la Constitución española. Todo el libro está dedicado exclusivamente verter la más reaccionaria ideología anticapitalista y promocionar el totalitarismo comunista.

Pero el texto no se queda ahí. También se dedican los autores a descalificar a comunicadores e intelectuales alejados del pensamiento reaccionario que inunda toda la publicación. Federico Jiménez Losantos, César Vidal y Gabriel Albiac, son tachados de "racistas militantes" con una argumentación tan peregrina como la que sigue:

Desde que Oriana Fallaci, tras el 11-S, dio el pistoletazo de salida para dejar de morderse la lengua y ser racista sin remordimientos, la filosofía de los halcones del Pentágono ha ido siendo cada vez más aplaudida por personajes como –por citar casos españoles– César Vidal, Jiménez Losantos o Gabriel Albiac, quienes, por ejemplo, han "argumentado" contra el presidente venezolano Hugo Chávez llamándole "negro", "gorila" y "chimpancé", y contra el presidente boliviano Evo Morales llamándole "caracastaña". Pero estos racistas militantes no encontrarían tanto eco y audiencia, tantos medios públicos a su disposición, tanta tolerancia y tanta impunidad, si sus palabras no cayeran sobre una sociedad que ya está ideológicamente enferma y moralmente corrompida.

Es cierto que Chávez ha sido llamado en múltiples ocasiones "gorila rojo", pero es igual de cierto que este calificativo no tiene las más mínima connotación racista. Basta con ir al RAE, los autores probablemente estaban muy ocupados leyendo Granma, para ver que la tercera acepción de Gorila es "policía o militar que actúa con violación de los derechos humanos" y la cuarta "individuo, casi siempre militar, que toma el poder por la fuerza". Y las dos acepciones son originarias de países como Cuba, Venezuela, Argentina o Guatemala. En cuanto a "caracastaña", utilizado para referirse a Evo Morales, es, como muy bien explica Martín Prieto en El Mundo, una versión de algunos países del sur de América del "carapán" español.

De Savater y Habermas se dice que colaboran "eficazmente para sentar los pilares filosóficos y morales del nuevo racismo contemporáneo". Entre elogios a la dictadura de Castro y al régimen de Venezuela, sostienen que "la libertad de expresión y la ausencia de censura son un mito". Y a la Iglesia la equiparan con los nazis por una supuesta persecución de los gays, que llegan a homologar con el Holocausto. En todo caso, el hecho que no se trate de un manual oficial nos tranquiliza, ¿o no?

Libertad Digital, 13-07-2007